Turismo en Córdoba: el cerro Champaquí propone una experiencia “más allá de la exigencia física” y de su riqueza natural

Fuente: Télam


Por Florencia Fazio

En el centro oeste de Córdoba, entre los dos valles más imponentes de la provincia, se emplaza el pico más alto de la geografía cordobesa y segunda maravilla natural de la provincia, el cerro Champaquí, que configura un recorrido alternativo para quienes buscan desafíos, pero con un valor agregado que “va más allá de la exigencia física” y del impactante escenario natural que ofrece el recorrido.

“Es el punto más alto de la provincia, está por encima de los 2.700 metros sobre el nivel del mar, es el gran objetivo en la disciplina del trekking y, si bien no es complejo, es de lo más exigente que hay en relación con otros caminos, por eso la gente lo busca, por ser el trofeo de las sierras”, explicó a Télam Juan Manuel Busaniche, guía y operador turístico de Córdoba.

“Pero el recorrido también tiene que ver con vivencias, como, por ejemplo, llegar al refugio un día de lluvia y encontrarse con mate cocido caliente y pan casero, una sensación de volver a la infancia, de revivir cosas del origen, de lo natural y de la esencia de lo simple”, agregó.

El cerro Champaquí se ubica en Sierras Grandes, representa el límite austral de la Pampa de Achala y limita al este con el valle de Calamuchita y al oeste con el de Traslasierra. Su nombre en lengua comechingón significa “agua en la cabeza” y remite a la laguna enclavada en su cima, que tiene la particularidad de congelarse de finales de abril hasta principios de agosto.

“Lo más asombroso, una vez que se llega a la cima, es la fotografía de 360 grados que se obtiene, porque ya no hay nada que obstruya la vista. Es uno de los pocos lugares desde donde se pueden ver los dos valles, con una postal panorámica increíble”, aseguró Busaniche, quien no obstante remarcó que se trata apenas de uno de los condimentos que ofrece esta travesía.

Para Busaniche, la experiencia de ascender al cerro Champaquí no tiene solo que ver con cumplir el objetivo de llegar al punto más alto de Córdoba, su relevancia, además, radica en las costumbres que aún conserva el puñado de familias, unas 50 personas que viven en unos diez refugios, en el faldeo de las Sierras Grandes.

“El valor agregado va más allá del trekking y de lo paisajístico. Por un lado, tiene que ver con llegar al punto más alto de Córdoba como objetivo y, por otro, con la posibilidad de tomar contacto con la idiosincrasia local que habilita el pernoctar en los refugios, muy distinta a la de la gente que vive en grandes ciudades y que se mantiene pese a que todo se transculturizó”, detalló.

Hay varios caminos que dirigen al cerro Champaquí y cada uno tiene su particularidad: por su cara oriental, se puede ascender desde Villa Alpina, que configura el trekking más popular, y por su cara occidental, por la zona de Traslasierra, con picadas que presentan una dificultad mayor. Sin embargo, se aconseja que los recorridos sean guiados dado que el pronóstico del tiempo es impredecible.

Cuando el cielo está despejado, es posible ver cóndores, jotes, caranchos, águilas moras, zorzales, chimangos y el halcón plomizo, entre muchas otras especies, por lo que esta aventura también está sugerida para quienes disfrutan de observar aves o reptiles, como el lagarto verde de Achala, endémico de la región.

Al margen de la dificultad propia de la ruta que se elija, hay una condición que influye en el nivel de exigencia física demandada en la travesía y tiene que ver con la organización de los días que se destinan para el ascenso a la cima del cerro.

Habitualmente, el recorrido desde Villa Alpina se organiza en tres días y para la primera jornada se propone una caminata de 15 kilómetros, en la que se ascienden 700 metros hasta la zona de refugios que se ubica entre los 2.000 y 2.100 metros sobre el nivel del mar.

En el segundo día, se caminan siete kilómetros hasta la cumbre que alcanza los 2.790 metros sobre el nivel del mar, por una picada con mayor exigencia, dado que presenta un gran desnivel en una distancia reducida. En la cima del cerro, una silla vacía invita a contemplar la inmensidad del paisaje.

“En el tercer día, se desanda todo lo que se caminó al inicio. Son tres jornadas de entre siete y nueve horas de caminata, más o menos en promedio, y de 15 kilómetros y 700 metros de desnivel por día”, recapituló Busaniche, quien recomienda este trekking para personas que recién comienzan con la actividad.

Hay una propuesta accesible y más corta desde el cerro Los Linderos, con un camino de ripio al que se accede en vehículo desde el acceso de Yacanto de Calamuchita y que tras dos horas de manejo choca con un estacionamiento, de donde solo se debe caminar entre 20 minutos y media hora.

En la cara este, por la composición geográfica, el paisaje es pelado, hay un pinar introducido en Villa Alpina, pero, enseguida, aparece el pastizal de altura y esa es la postal que abraza todo el recorrido hasta la cumbre, donde, cada vez, se torna más macizo y rocoso.

Los accesos al Champaquí por su cara occidental se ubican en Los Hornillos, Los Molles o San Javier, entre otras localidades, y el paisaje tiene vegetación más prístina y agreste, donde abundan los bosques de tabaquillos.

“A diferencia del circuito desde Villa Alpina, donde el sendero es mucho más amigable, aunque largo, por Traslasierra el perfil de la montaña es más prominente, con un sendero más escarpado, más escalonado y mucha más pendiente en menos distancia”, describió Busaniche, quien se especializa en actividades de trekking, espeleísmo y manejo de cuerdas.

Recomendaciones y datos útiles

Cuándo se recomienda visitar el cerro Champaquí, por qué se sugiere hacer la travesía con guía de turismo y cuáles son los requisitos que las personas que quieran adentrarse en las sierras cordobesas deben poseer, son tres datos que deben evaluarse antes de emprender el viaje.

Juan Manuel Busaniche, guía y operador turístico de Córdoba, consideró que “se subestima mucho a las sierras de Córdoba” y contó a Télam que, sin embargo, es “una de las zonas donde la gente más se pierde”.

En las sierras, los cambios de temperatura son muy abruptos, ocurren durante todo el año y no hay una época con mayor probabilidad de neblina; además, se debe considerar la crecida de los arroyos entre todas estas variables.

A esto, agregó Busaniche, que algunas pequeñas características del clima hacen que parezca de alta montaña, como la gran amplitud térmica y lo impredecible de las condiciones climáticas, dos características que exigen un buen “manejo de la gestión del riesgo”, uno de los principales motivos por el que aconseja que los recorridos sean guiados.

En paralelo, si bien los caminos están marcados por momentos y el sendero tradicional de la cara este es uno de los más acondicionados, si la neblina baja o si llueve, deja de verse con facilidad y la gente fácilmente se pierde. Además, los campos que rodean el cerro Champaquí son privados y algunos solicitan permisos de acceso.

Quienes decidan subir a la cumbre deben tener principalmente aptitud y un pensamiento positivo, porque no importa cuán bien preparados estén, si decretaron que no pueden llegar a la cima, el recorrido será extremadamente difícil.

También deben tener una actitud física que permita sobrellevar jornadas de siete u ocho horas de caminata todos los días y no llevar peso de más, porque eso genera que “el cansancio se manifieste más rápido, la persona se fatigue de más, se generen accidentes y lesiones”, remarcó Busaniche.

Históricamente, las temporadas altas en el turismo tradicional eran las bajas en el turismo alternativo y la mayor afluencia de gente en el cerro Champaquí se registraba entre septiembre y diciembre, pero la pandemia de coronavirus causó un cambio y la estacionalidad se rompió. Actualmente, se organizan excursiones durante la semana y en temporada baja.

La economía principal de los lugareños tiene que ver con la prestación de servicios básicos vinculados con la actividad turística del trekking, como alojamiento, gastronomía y traslado del equipamiento. Los locales producen su propio alimento, se reabastecen con sus propias granjas de cordero y cabritos, ingrediente principal de los exquisitos sabores locales.

“Es como en el origen, hay costumbres que nosotros perdemos, pero que se siguen manteniendo en las sierras. Además, todo sabe más rico porque tiene que ver con el esfuerzo, lo que costó llegar ahí”, reflexionó Busaniche.

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