"Una autobiografía es mi pesadilla", dice Calamaro al hablar de su nuevo libro

El rockero Andrés Calamaro acaba de publicar Paracaídas & Vueltas. Diarios íntimos, una suerte de escritos donde vuelca su melomanía, su pasión por el cine, la literatura, el rock, la tauromaquia, recuerdos de giras y confiesa que “una autobiografía” es su “pesadilla”.

Calamaro - Paracaidas y vueltasCon la finalidad de evitar la biografía no autorizada, Calamaro se sentó junto al escritor Rodolfo Palacios a repasar unos diarios que guardaba de los salvajes ’80 y ’90, cuando el Salmón era un ‘verborrágico’ rocker que solía recomendar a los jóvenes escuchar a Bob Dylan, Lou Reed, Tom Waits, Nick Cave y otros, cuando éstos eran poco conocidos por los menores de 25 años.

En este libro se puede encontrar un capítulo exquisito como “Los que no están (los que siempre están)”, donde Calamaro recuerda profusa y emocionalmente a los amigos muertos como Miguel Abuelo, Luca Prodan, Gustavo Cerati, Luis Alberto Spinetta, Federico Moura, Mercedes Sosa, Pappo, Julián Infante, Guillermo Martín, Daniel Zamora y próceres de la música como Enrique Morente y Johnny Winter, entre otros.

En forma de diario aparecen sus recuerdos de los shows como telonero de Bob Dylan en España o una larga crónica de un concierto de los Rolling Stones en el estadio Santiago Bernabéu, hogar del Real Madrid.

Para la polémica quedan su pasión escrita y publica por la tauromaquia y su enésima provocación a la ortodoxia tanguera, a la que ya hizo enojar con su disco “Tinta Roja”, cuando hace un detallado análisis instrumental y lírico del tango, de Carlos Gardel, Enrique Discepolo, Enrique Cadicamo y de los poetas arrabaleros.

Télam: Andrés, ¿Venís guardando estos escritos desde qué año?
Calamaro: Caramba, no lo sé… Quizás desde hace 30 años, pero aquellas cosas escritas a máquina están en las cajas… Fue imposible conservar un archivo ordenado de textos, discos, grabaciones, videos… Los viajes, las mudanzas, los cambios vitales deterioraron bastante el archivo.

T: ¿Tenias una especie de diario o siempre te gusto escribir en prosa y poesía?
C: Me gusta escribir. Es más, esta entrevista la estoy escribiendo y me gusta mucho más así. Fue un consejo de Alberto Girri (el gran poeta). Siempre contestar por escrito. Si va a leerse, hay que escribirlo primero. Para conversar tengo a mis amigos.

T: ¿Tenés en cuenta que cuando un artista de tu talla recomienda artistas, cine o literatura, los chicos pueden hacer un link directo con esos artistas, buscar qué escucha Andrés Calamaro?
C: Bueno, nosotros llegamos al rock’n roll -y al blues- gracias a los héroes del rock británico que eran jóvenes, ingleses y blancos, pero replicaban la música negra del continente americano. Esta mañana estoy escuchando Cecil Taylor y Aretha Franklin; dos buenísimos discos que no conocía demasiado bien. Espero que alguien descubra algo de mis mañanas.

T: ¿Querías dejar sentado tu afecto y admiración por amigos y músicos ya fallecidos como Infante, Martín, Mercedes Sosa y otros ya fallecidos?
C: Creo que mis principales intenciones eran terminar un libro bueno, con interés aún fuera de la órbita musical. También intenté abandonar el libro varias veces, no soy un optimista rabioso… Alguna vez estuvimos todos vivos, cuando era un adolescente el único martirio era el de Tanguito. Ser sobrevivientes es terrible pero profundo. Ahora es tarde para demostraciones de afecto pero quizás exista un tercer tiempo donde todos nos encontremos para leer estas cosas… ¡Místico!

T: ¿Quién es el Pato al que recordás en el libro?
C: Daniel Zamora, bajista con Los Rodríguez. Una gran persona, y muy interesante. Un músico con una cultura no habitual, y capacidades musicales extraordinarias. Con mucho sentido del humor. Pero encontró desgracias en el camino. Se quitó la vida.

T: ¿Preferiste escribir esta clase de recuerdos a una autobiografía o una biografía autorizada?
C: Lógicamente. Una biografía es mi pesadilla. Me angustia solo pensar en una biografía que, por otra parte, jamás leería.

T: ¿Es molesta una biografía no autorizada, considerás que ciertas cuestiones de la vida de un artista deben ser guardadas en la privacidad?
C: A mí me molestaría mucho. Por las cosas que merecen permanecer en el discreto olvido y barrerse debajo de la alfombra del tiempo… Pero también por la falta de rigor, por ser (o llegar a ser) demasiado blanda. Es imposible recopilar mis episodios de folklore roquero extremo. Por ligera o por imprudente, me niego sistemáticamente a aceptar una biografía.

T: ¿Cómo lo conociste al torero Alejandro Talavante?
C: Le vi cortar dos orejas al toro “Cervato” en Las Ventas, al día siguiente fui al Palace a buscar dos invitaciones para verle desde la contrabarrera de la sombra y nos sentamos a conversar. Alejandro tenía entonces 23 años y un pensamiento conceptual profundo. Este año nos vimos dos veces, en Aguascalientes y en Las Ventas. Me perdí la faena histórica en México pero vi la hermosa exhibición que dio en San Isidro, toreando a la mexicana y poniendo la plaza patas para arriba… Aunque el triunfo se perdió en la espada, las buenas sensaciones quedan. Y fueron muchas.

T: ¿Por qué creés que el toreo es mirado con recelo en ciertos países de América Latina?
C: Es lo que el escritor Juan José Millas anunció como “fundamentalismo de la moderación”; es un deseo de pertenecer a una “corrección” equivocada o incompleta. Otros intelectuales, como Phillip Roth, también advirtieron que llegaba una corriente absurda de puritanismo reaccionario… Es la posmodernidad que se opone por el movimiento de oponerse sin medir motivos ni consecuencias… Nada importa de lo sacro, lo litúrgico, lo artesanal, lo folklórico, lo tradicional… Apreciar la tauromaquia es como tener oído musical, si nunca escuchaste un disco es complicado desarrollar capacidad para percibir los destellos del arte… No existen intelectuales de categoría que condenen “con recelo” a la tauromaquia; ni artistas… Nadie que la haya visto. Ni siquiera el papa del Vaticano condena la tauromaquia porque sería imprudente y poco cristiano… Aturdirse sentenciosos con razones, mientras permanecen sordos a los aullidos de la guerra, el hambre, la desigualdad… Claro que todo se relaciona. “La mente es un paracaídas, solo funciona si se abre” (Einstein)

T: ¿Qué inspira el toreo en vos, tiene que ver con lo épico, el romanticismo?
C: Todavía estoy aprendiendo a ver. Como no soy nacido en Sevilla ni Madrid, ni en México ni en Colombia, entonces no tengo una preparación vital que me permita entenderlo todo, o saber mirar el conjunto tauromáquico: el animal, lo sutil, la verdad, los terrenos… Sostengo que oponerse violentamente a algo que desconocemos es terrible, es una enfermedad del mundo; me subleva completamente. De la tauromaquia solo recibo experiencias bonitas, gratitud, privilegios, imágenes, diálogo… Tengo muy buenos amigos toreros y ganaderos. Sorprendentemente, muchos me consideran el principal defensor del arte. En el mundo. Me siento en la misma sintonía que Orson Wells y Hemingway. Ole!

T: ¿En qué medio realizaste el correo y consultorio de preguntas y respuestas con rockeros españoles y cómo te sentiste haciéndolo?
C: Soy bastante detallista con algunas cosas, por eso prefiero escribir lo que voy a decir … Contestar en el “consultorio del Dr. Rock” fue divertido, y lo hice con dedicación, me llevaba tiempo… Como no era un compromiso profesional, ni laboral, lo hice hasta que lo dejé de hacer. Los inconvenientes de trabajar gratis.

T: ¿Cómo fue la gira con Enrique Bunbury?
C: Estupenda. Solo lamentamos un susto porque uno de mis compañeros terminó en el hospital con un inconveniente cardíaco. En ese contexto, fue accidentada… Pero Enrique es un gran compañero, una persona cultural y muy afectuosa, familiar, informado, con opiniones interesantes. Además le adoran en México. Cuesta creer como le reciben allí. Medirnos en el escenario fue un desafío porque es un cantante muy sólido y un artista escénico…

T: ¿Tomaste elementos de las poesías que escribiste en este libro para letras de canciones?
C: El último capítulo es una pequeña selección de textos inéditos, que podrian ser letras de canciones… Algunas son letras y tienen música, otras no… No sé si voy a reconvertirlas en música grabada…

T: ¿Fue más difícil escribir el libro y editarlo que componer las canciones para un disco?
C: Rodolfo Palacios me ayudó mucho en cuanto a la permanente decisión de no abandonar el proyecto “libro”; también curamos juntos los textos, y le encontramos un orden al índice y a los capítulos. Corregirlo fue mi responsabilidad, quise hacerlo yo y fue una labor creativa/literaria muy interesante.

Para escribir textos o canciones soy bastante frontal; me gusta escribir y grabar… en un mismo acto; casi nunca me tomo el trabajo de corregir demasiado, ni de reescribirme. El libro, en estos términos, sí necesitaba correcciones conceptuales en la redacción, necesitaba mejorar lo escrito. Los discos también pasan por muchos controles “de calidad”…. En ciertos aspectos es difícil equivocarse con un disco… Tampoco vale mucho la pena darse cuenta. Ya está hecho.

Télam

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