Por Felipe Etkin

Año a año, decenas de jóvenes en Villa Carlos Paz concluyen una de las etapas más significativas de la vida. Detrás del fin de la escolarización formal se esconden enormes sentimientos, historias y momentos que a partir de ese punto serán constitutivos para la vida de los adolescentes que se insertarán en el mundo laboral, académico o buscarán nuevos horizontes. Habitualmente, finalizar el colegio secundario implica un ejercicio de retrospectiva en el que los estudiantes comprenden que la institución fue su segunda casa, estrechan lazos con los docentes y logran valorar el camino transitado. En este informe intentamos recuperar los relatos de los y las jóvenes de sexto año, sus palabras de nostalgia y felicidad, un relato del cual muchos fuimos parte y muchos lo serán año a año.

 

El comienzo del final

En los últimos años una de las prácticas que más se ha popularizado entre los estudiantes es la del Ultimo Primer Día, o más usado por sus siglas UPD. Se trata de una reunión previa al inicio del ciclo lectivo. Generalmente se juntan a cenar, beben algo, y al cumplirse la hora, se dirigen hacia la escuela para empezar el año más intenso de la enseñanza media.

“El UPD ya es algo tradicional en Argentina; al otro día todo se mostraba en la cara de mis compañeros”, comentó Atardecer Giraldo del Instituto Remedios de Escalada de San Martín.

Por su parte, Camila García, de la misma institución, relató cómo fue toda la actividad: “Nos juntamos en la casa de una chica de otra división. Éramos gran parte de los cursos. Cada uno llevaba algo para tomar, había música y nos quedamos hasta las 5 de la mañana. Desde la fiesta nos fuimos a la terminal, nos cambiamos y fuimos al colegio. Era temprano cuando llegamos y estuvimos esperando a que nos abran la puerta”.

Su compañera, Martina, afirmó que “fue el día más lindo” de su vida. “Pensar y entender que estaba sentada en un banco donde ese iba a ser el último primer día de secundaria y saber que estás a un año de que acabe la etapa más hermosa de todas; te das cuenta de que tantas veces me quejé del cole y hoy no me quiero ir. Lo bueno es que este último año te das cuenta y entendés que todavía no se terminó y queda tiempo para mandarte las bromas que se te crucen por la cabeza, tener algo que contar, acordarme cosas y reírme con mis amigos. Sé que disfruté está etapa de la mejor manera”, expresó.

A demás del UPD, los jóvenes encuentran motivos de celebración en otras instancias que también encuentran su denominación en siglas. Entre ellas el UVI -por Últimas Vacaciones de Invierno-; el UUD -por Último Último Día-; y así hasta llegar al sorprendente PUPDUC -Primer Último Primer Día Usando las Camperas-.

Todos estos días no son sino la expresión de una alegre nostalgia que corre por las venas de los chicos y se manifiesta en festividad. “Muchos de mis compañeros hace desde el jardín que se sientan juntos y es muy emocionante estar finalizando esta etapa. Somos un curso muy unido, nos juntamos siempre a cenar, vamos juntos para todos lados”, comentó Florencia Wainstein del IESS, quien además es la presidenta del Centro de Estudiantes.

“Esta etapa nos alegra muchísimo pero nos da nostalgia por saber que no nos vamos a seguir viendo. Es un momento muy importante porque la escuela es nuestra segunda casa, pasamos más tiempo acá que en nuestro hogar y los docentes se terminan volviendo padres y amigos”, consideró la estudiante.

Atardecer aseguró que sus sentimientos se colman de nostalgia por ver cómo pasó todo tan rápido. “Es complejo, porque por una parte no quiero que termine, pero por otra sí porque tengo ganas de estudiar algo que me guste y me apasione. Siento alegría y nostalgia a la vez, es una mezcla de sentimientos muy fuertes”, sostuvo.

El sexto año, para Camila, es el indicador de que crecieron. “Hasta hace unos días no caía que estaba en sexto año, que estaba a punto de empezar la facultad y tenía que seguir con otra vida; hasta que no empezaron las pruebas y la presentación de las camperas y no me di cuenta dónde estaba. Me da mucha nostalgia porque pienso en todas las cosas que ya no van a estar, como mis compañeros, despertarme todas las mañanas para ir al cole y escuchar como un compañero molesta haciendo ruido con su lapicera, los profesores, mis compañeros y sus bromas. Es verdad que en la secundaria nos miman bastante porque siempre están atrás nuestro. En la facultad no es así, tenés que ser más autosuficiente con tus necesidades”, explicó; y admitió que a pesar de las ganas de comenzar su carrera universitaria, no deja de sentir nostalgia.

“Terminar la secundaria es cerrar una gran etapa. El tiempo está pasando muy rápido, cuando te querés dar cuenta ya pasaron dos meses. Es como toparte con una pared; te das cuenta que no va a ser lo mismo, tenés que empezar a estudiar una carrera que significa tu futuro, de qué vas a vivir. Es una decisión que te marca por el resto de tu vida y la tenés que tomar ahora. Se trata de algo que hiciste toda tu vida y ahora concluye. Todo de lo que me quejé ya no va a estar; y todas esas cosas por las que me quejaba son las mismas por las cuales voy a extrañar este momento. Que los profes nos persigan con las materias y tener que sentarme a estudiar; pero no dejo de pensar que esto también significaba que no tenía que salir a trabajar para poder vivir, significaba que podía pensar en mi futuro sin preocuparme si me faltaba comida para hoy porque sé que no me hizo falta porque mis padres me lo pudieron dar”, expresó la estudiante.

En tanto, Renata del IRESM, indicó que se trata de una mezcla de emociones; porque “por un lado está todo lo lindo de vivir sexto con sus momentos y el simple hecho de estar en sexto te hace feliz, pero también darte cuenta que ya el año que viene dejás de ver todas las caras de tus compañeros y que realmente te alejás de muchos de ellos asusta y entristece”.

Martina explicó que siempre se quejó del colegio, pero hoy se da cuenta de que todo eso le va a servir para el día de mañana, para formarse como persona y tener un buen desempeño en la facultad. “Estar terminando esta etapa es nostálgico, es pensar en que el día de mañana voy a salir y me voy a chocar con el mundo yo sola. Este año es para disfrutar lo que pasé con personas que me llenan el alma; me pone muy feliz y muy triste a la vez, no quiero extrañar llegar todas las mañanas y encontrarme con los chicos cantando una canción de cancha, sentirte apoyada por todo el curso cuando te ven de mal humor o mal por algo que pasó en tu casa y que cualquier estupidez que digan te sacan una sonrisa. A veces no quiero ni pensar lo rápido que se está pasando el tiempo y que son los últimos meses que aguanto a estos insoportables. No me quiero ir, quiero pasar aunque sea un año más con estas personas, creo que no se termina de disfrutar tanto el estar acompañado por ellos, es una alegría inmensa”, afirmó.

En el mismo sentido se expresó Paula del IESS, quién comentó que concluir esta etapa le da un sentimiento de tristeza por “no tener ganas de terminar con todo lo que representa el último año y pasar a ser una persona adulta”.

 

Entre buzos y fiestas

Luego del UPD, los jóvenes realizaron la presentación de sus camperas, uno de los grandes distintivos rituales del sexto año. El proceso demandó horas de discusiones, preparativos y una organización cronometrada para llegar a tenerlos de manera temprana. “Los empezamos a hacer en septiembre del año pasado, pero lo presentamos en abril junto con los otros cursos”, precisó Florencia Wainsten.

Por su parte, Atardecer explicó que en su caso el proceso de creación fue simple. “Nuestro curso es bastante organizado y nos ponemos de acuerdo fácilmente. Con respecto al color de los buzos nos pusimos de acuerdo muy rápido. Fue un momento hermoso y nos emocionó  mucho tener las camperas”.

Camila relató que estaban muy emocionados por presentar la campera. “Pensamos la presentación por dos semanas en las que íbamos tirando ideas. Ubicamos los bancos como si fuese un avión, dos personas asumieron el papel de azafatas y uno era el piloto. En el evento bailamos e interpretamos una canción, tiramos bengalas, espuma loca y harina. La creación no fue difícil, pero al principio propusimos una que no nos aprobaron en el colegio y tuvimos que cambiar todo el diseño. Por suerte no nos costó tanto llegar a una decisión mayoritaria. A los pocos que no les gustaba ahora les gusta, te terminás encariñando con todo lo que representa sexto año”, observó.

En el caso del IESS, Paula admitió que fue “bastante complicado” el proceso de creación de los buzos y que les costó ponerse de acuerdo, además de que tardaron bastante en tenerlos; no obstante cuando se los dieron ya tenían totalmente preparada la presentación.

“Lo más lindo de las camperas es que nadie del resto del cole saben cómo son y nosotros tenemos que guardarla hasta el día que se la presentamos a todo el colegio”, remarcó Renata y comentó: “Ese día venimos al cole y preparamos una coreo, en el caso de mi curso fue relacionada a nuestro viaje de egresados a Bariloche. Es realmente una fiesta y un momento clave para nosotros porque una vez que te pones la campera en los recreos ya se distingue que sos de sexto y así te reconoce el resto también”.

Para los estudiantes, queda claro, no se trata de una cuestión de abrigo o simple uniforme. Martina lo explica así: “La campera es como un amuleto, nos la ponemos a las 7 de la mañana y no nos la sacamos hasta las 12 de la noche cuando nos vamos a dormir. No importa si hace 30°, la campera va atada a la cintura igual para que el resto sepa que estás en sexto. Tal vez para algunos sea una estupidez pero cuando llegas a sexto y sentís que en unos meses ya no compartís los recreos bailando, tomando mate, y estar todos iguales con la campera resaltando en los recreos te das cuenta lo realmente importante que es”.

 

Camino al diploma

En lo que resta del año, a los futuros egresados les faltan una gran cantidad de rituales. Algunos realizarán un viaje a Bariloche u otros destinos, tendrán una fiesta de despedida que generalmente el Quinto año organiza para los de Sexto y finalmente tendrán la cena de colación.

“Este año tenemos el viaje de egresados y las despedidas que es lo más esperado a fin de año. Ese es el momento más esperado; y es interesante porque nosotros no tenemos que planear nada. Es una etapa que nos llega a todos; y es un momento muy importante en la vida del estudiante ya que significa estar formado en los valores aprendidos en la casa y en la escuela; formados para enfrentar la vida de una manera más responsable y dedicada”, subrayó Atardecer.

Martina explicó que generalmente para la despedida, los organizadores proponen una temática pero Sexto año no la acata y elige algo propio.

Con el pasar de los días y los exámenes la nostalgia y la alegría irá aumentando. Por lo pronto, las estudiantes están enteramente dispuestas a disfrutar de la etapa y sus actividades. “Voy a extrañar muchísimo los recreos de mates y música, las jornadas a comer pizza todos, las peleas, los insultos,  las alegrías y todos los momentos compartidos. Pero todo tiene un final y espero que este sea el final más feliz de toda mi vida; no me cabe duda”, comentó Martina.

Renata, finalmente, afirmó que se trata de un objetivo cumplido: “es satisfactorio saber que estás completando algo que veías tan lejano y largo. Es increíble pero todo pasa de una manera muy veloz y sabemos que es algo que no volverá”.

Con mayor o menor coincidencia muchos hemos transitado aspectos similares al finalizar la enseñanza secundaria; muchos recordarán su viaje, la colación u otros momentos que hoy les toca vivir a la promoción 2018. Seguramente, se trata de un momento definitorio donde los caminos se abren y uno debe decidir hacia dónde dar el primer paso hacia el futuro.

 

Nota correspondiente a la edición n° 510 del semanario La Jornada, del 16 de abril de 2018.

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