Por Agustina Sosa

Mayra Arena habla de pobreza en primera persona. Lo hace a través de una charla TEDX y también en su Facebook, en una publicación que se compartió más de 67 mil veces. “Uno se empieza a dar cuenta de que es pobre más que nada cuando ingresa al sistema escolar”, afirma la joven oriunda de Bahía Blanca, que hoy tiene 26 años y estudia Ciencias Políticas. Mayra nos invita a reflexionar sobre una problemática que azota a millones de personas en nuestro país, pero que sin embargo no nos escandaliza.

Según el último informe de la Universidad Católica Argentina (UCA), publicado en agosto de este año, la pobreza treparía al 33% y uno de cada diez argentinos sería indigente. En el contexto de una importante crisis económica, caracterizada por el creciente desempleo y una inflación que consume los sueldos, nuestro país se acostumbra cada día a ver más personas en situación de calle. Tal vez sea por esa razón que las palabras de Mayra Arena impactan tan profundo en aquellos que no necesariamente pertenecemos a la clase baja, pero que cotidianamente vemos personas durmiendo en la intemperie o niños pidiendo o vendiendo en lugares públicos.

Arena se encarga de desmitificar algunos prejuicios instalados en el pensamiento y en los comentarios de muchos: “La verdad es que la violencia empieza a ser una forma de vengarse de los demás por todo aquello que otros tienen y vos no”, explica, al considerar que es común percibir a los pobres como ‘violentos’ o ‘fríos’. Otro de los mitos fuertemente instalados en nuestra sociedad es la incógnita un tanto burlesca respecto a las zapatillas que utilizan algunos jóvenes de las clases más populares: “La realidad es que después de tantos años con zapatillas encontradas en la basura o rescatadas de algún lado, con útiles del Estado, con ropa heredada del primo, con camperas donadas de la iglesia o de algún vecino, el día que podés comprar un par de zapatillas no te alcanza con poder comprártelo, se tiene que notar que te la compraste”.

Pero quizás uno de los ejes centrales de la charla TEDX sea cuando Arena menciona la tan conocida frase: “A los pobres no les gusta trabajar”. Ella dice al respecto: “¿No nos gusta trabajar? ¿Vivimos de planes como muchos dicen? Antes no había planes y éramos igual. La realidad es que esto viene marcado desde la infancia y hay una diferencia muy grande con la que yo insisto siempre y es que no es lo mismo la pobreza estructural que la pobreza esporádica: a la pobreza esporádica la han conocido la mayoría de los argentinos, es cuando el jefe o jefa de familia se quedó sin trabajo, se conocieron los fideos blancos, se empezó a caminar en vez de andar en auto, y se sobrevivió pero siempre tuvieron a sus padres trabajando todos los días o saliendo a buscar laburo todos los días y sobre todas las cosas, mandándolos a la escuela todos los días. Los que crecemos en la pobreza estructural, los que crecemos en los márgenes de la sociedad, vamos a la escuela cuando podemos. Jamás alguien nos enseña que hay que cumplir con algo de lunes a viernes. No tenemos incorporado el ritmo laboral”.

 

¿Por qué los pobres tienen muchos hijos?

Mayra Arena sostiene que cuándo más se pregunta la gente qué tienen en la cabeza los pobres, es “cuando nos ven tener muchos hijos”. En ese sentido, añade: “Los pobres tenemos hijos porque es lo único que podemos tener, y tenemos muchos, porque encontramos en cada hijo una razón para levantarnos todos los días, a pesar de nuestra pobreza”. Lo cierto es que según los últimos datos de la UCA, los más afectados por el incremento de la pobreza en Argentina son los niños. Las cifras nos dicen que en los hogares pobres, las principales carencias se ubican en el déficit en accesos educativos (34,7%); en el acceso a servicios básicos (34,1%); y también el déficit a recursos de información (27,1%).

Además, otra cifra alarmante es la que respecta al déficit de empleo registrado y sistema de seguridad social (26,7%); déficit en el acceso a una vivienda digna (21,4%); y sin acceso a cobertura de salud (18,9%).

Mientras que en cuestiones alimenticias, la inseguridad alimentaria severa alcanzaría el 4,3% lo cual alertó a especialistas en el tema.

 

La ONU encendió las alarmas sobre el hambre en Argentina

La relatora especial de Naciones Unidas sobre inseguridad alimentaria, Hilal Elver, en su última visita a nuestro país, encendió las alarmas respecto a la cantidad de personas que “concurren a comedores y que saltean comidas por falta de dinero”. A pesar de no haber conseguido entrevistarse con la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, ni con el secretario de Agroindustria, Luis Etchevehere, Elver sostuvo que, “casi cuatro millones de personas enfrentan una seria inseguridad alimentaria” en nuestro país. Eso, considera, responde a la crisis económica y financiera que atraviesa Argentina.

Según afirma el diario Página 12, la relatora de la ONU declaró que, “fue interesante visitar la Argentina en medio de la crisis financiera, que devaluó los salarios en un 50 por ciento y llevó los precios de los alimentos a niveles muy altos”. También fue muy crítica respecto al peligro que corre el Plan Nacional de Seguridad Alimentaria implementado desde 2003, ejemplificando que por la crisis, la calidad de los alimentos que se ofrece a los niños en las escuelas ha bajado y comentando que la Argentina tiene el índice más alto de consumo de comida ultra procesada de la región, “por lo que el 60% de la población es obesa o tiene sobrepeso”.

Cabe destacar que la especialista mencionó también el éxito de la Asignación Universal por Hijo desde 2009 ya que tiene un alcance de 4 millones de personas que padecen inseguridad alimentaria, aunque reclamó que aún algunos sectores no acceden al beneficio (como por ejemplo personas que habitan áreas rurales y aquellos que hace poco están en el país).

En relación a la AUH, Mayra Arena explica en su publicación en Facebook cómo era su situación de madre adolescente y la importancia de esta medida muchas veces cuestionada: “vivíamos como podíamos y yo accedía a los laburos que te dan cuando sos menor. Vendía perfumes en la calle, puerta a puerta o hacía campaña de socios para algún hogar, esos que te pagan el 10 por ciento de lo que recaudás. No existía la asignación y para todos los planes existentes, yo era menor”.

 

El drama de la pobreza estructural

“Mi vieja es una mina marginal. Toda la vida vivió fuera del sistema y ahí quedará. Por un problema que tuvo al nacer, es muy pequeña: no llegó nunca al metro cincuenta, y por los muchos embarazos que tuvo ya se le cayeron varios dientes. Tiene 41, pero la falta de dientes sumada a su escasa estatura y marcada delgadez, hacen que aparente mil años más”. De esta manera comienza el texto viralizado de Mayra Arena. En un claro intento de diferenciar la pobreza estructural de la pobreza, Arena argumenta: “cuando sos marginal, como mi vieja, aceptás que tu único futuro es la pobreza. No te interesa tener nada porque estás segurísimo de que nunca vas a poder tener nada. A los ricos los mirás con bronca, son unos miserables que no te dan nada, ni trabajo. A mi vieja nunca le dieron trabajo. En cambio, cuando sos pobre, lo que te salva de caer en la marginalidad, es la esperanza de salir de esa pobreza”.

Las definiciones académicas definen a la pobreza estructural como un concepto “emergente”, donde se combinan dos criterios para medirla: la línea de pobreza, que imputa la condición de pobre a la población que recibe ingresos insuficientes para sustentar el costo de un estándar mínimo de consumo, y el enfoque de las Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), que describe a la pobreza con carencias inherentes a ella, como la vivienda, la nutrición, acceso a la salud, educación e indicadores independientes a la del ingreso; la pobreza crónica o estructural entonces se refiere a deficiencias de infraestructura y de ingresos. (Ramos Soto, A.L.: “Desigualdad y pobreza” en Contribuciones a la Economía, enero 2008)

En tanto que la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) caracteriza a la pobreza estructural como indigencia o pobreza extrema, teniendo como base el presupuesto básico de alimentación que cumpla con los mínimos requerimientos nutricionales para establecer la línea de pobreza. Si a las cifras de pobreza le sumamos las alertas de la ONU respecto a la problemática del hambre y la mal nutrición en nuestro país, veremos que los resultados son más que preocupantes.

Pero además no puede faltar en nuestro análisis un dato para nada menor: se estima que una familia tipo –compuesta por dos adultos con dos hijos en edad escolar- que sea propietaria de un hogar, necesitaría contar con más de $21.176,61 mensuales para no caer en la pobreza, según la última medición de julio del Instituto de Estadísticas y Censo del país (Indec).

A la necesidad de superar los 21 mil pesos se suma otro terrible dato arrojado en estos días por el Indec: la desocupación creció un 9,6% en el segundo trimestre de este 2018. De esta manera, significó un aumento de casi un punto porcentual respecto del mismo periodo de 2017 (8,7%) y acumuló un alza del 2,4% en lo que va el año, convirtiéndose de este modo en el dato más alto de desocupación en la gestión del actual presidente Mauricio Macri.

 

Pero, entonces, ¿qué es ser pobre?

Tal vez no exista una definición exacta de lo que signifique ser pobre. Podemos leer y arrojar miles de datos fríos y numéricos pero difícilmente logre comprenderse si no atravesamos esa situación en nuestra vida cotidiana. En el programa “Debo Decir”, conducido por el periodista Luis Novaresio y transmitido por canal América, Mayra Arena definió ‘pobreza’ en pocas palabras diciendo: “es ser niño y acostarse a dormir antes de que llegue la noche y soñar que comés”.

Quizás sea difícil de imaginar para quiénes no nos encontramos en ese lugar la importancia que cobran –además- instituciones como la escuela pública, que pasa a ser una gran manera (y muchas veces la única) de articular a los ciudadanos más desprotegidos con el Estado. De ahí también el repudio frente a cualquier tipo de atropello hacia esta institución y sus docentes, que lamentablemente vemos sufrir a diario (ya sea por falta de insumos, por malas condiciones de una garrafa que termina en una tragedia que se cobra dos vidas o por torturas llevadas a cabo por supuestas patotas que responden al agravio que reciben las maestras que organizan ollas populares como manera de colaborar y también reclamar por sus salarios).

Quizás sea difícil de imaginar, también, lo necesaria que es la plena implementación de la ley que garantice educación sexual en los colegios, ya que quiénes se encuentran más expuestos a embarazos no deseados, a abusos sexuales e incluso enfermedades son aquellos/as que difícilmente puedan acceder a este tipo de información en otro establecimiento.

Probablemente a la clase media y alta le cueste dimensionar la urgencia de redes de contención social, económica, psicológica, entre otras, que protejan a los más desamparados frente a la crisis. Es sabido que cuando el Estado está ausente, a su lugar lo ocupan otros agentes como iglesias de todo tipo o líderes del narcotráfico que muchas veces vienen a suplir monetariamente aquello que no es asegurado, y jugar así un rol extorsivo del cual después tanto nos quejamos porque no comprendemos cómo está tan fuertemente arraigado y/o por qué cuesta tanto erradicar.

“Una familia que te invita a su casa a jugar te enseña mucho más que a usar el baño”, finaliza diciendo Mayra recalcando la importancia de sus vecinos de clase media que le mostraron otro mundo posible, en una tan trágica como cómica anécdota de cómo ella no sabía qué era el bidet ni para qué servía ese instrumento en el baño de su vecina, la misma que siempre le inculcó estudiar.

Y tal vez de eso se trate, no de meritocracia y de creer que salir solamente con esfuerzo es posible, sino de tender las manos necesarias allí donde no existan otras. Ya que en definitiva la pobreza tal vez no nos escandalice como otras situaciones (Arena ejemplifica con la homofobia o el machismo) porque en el fondo todos tenemos miedo de ser pobres, porque sabemos perfectamente que es sumamente posible caer en la pobreza cuando el fantasma del desempleo nos roza a todos y los buitres como el FMI, las devaluaciones y la inestabilidad constante sobrevuelan en nuestro cielo.

 

Nota correspondiente a la edición n° 532 del semanario La Jornada, del 17 de setiembre de 2018.

 

2 COMMENTS

  1. Me parece un excelente artículo con una ubicación en la oscura profundidad social de la pobreza. Lamentablemente estos temas no son leídos por esa gran cantidad de humanos que han tenido la suerte o la voluntad suficiente para no ingresar en ese plano. Y es en manos de estos últimos donde está la posibilidad de iniciar un verdadero cambio de rumbo en tal sentido. Raul Bonadero

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