“Alto en la Torre” (Colegio Monserrat – Córdoba – Noviembre de 2017)
Este es Agustín Angel Am… descendiente de siriolibaneses, lo apodan El Loco… y es el encargado de mantenimiento del colegio más antiguo y legendario de Córdoba: El Monserrat.
Es el poxipol del Monse. Arregla todo. No solo aquí, también lo buscan para meter #ManoYCabeza en el cabildo histórico… y en el Arco de Córdoba.
Este Loco lindo es un apasionado por la historia, motivo por el cual es consciente que está jugando con “cosas que no tienen repuesto”, como diría el Nano Serrat.
Cada arreglo merece un estudio especial… y una estética posterior, acorde con la edad de estos muros.
Am posa para mi cámara, sin proponérselo, mientras nos cuenta a Pablo (mi compa de trabajo) y a mí, mil y una historias de este edificio, que albergó a varios próceres de nuestra nación.
El click de la foto lo sorprende, motivo por el cual le pido permiso para otras tomas… siempre sin flash para no arruinar el ambiente. Porque el ambiente y su iluminación especialmente creada por él… por El Loco Am… es el que disfrutan todos los cordoobeses curiosos que pasan por la manzana histórica… por la calle Obispo Trejo… por Duarte Quiros… por Caseros.
Estamos en el Campanario del histórico Colegio Monserrat, lugar que El Loco tomó hace unos años en total estado de abandono y al que ha dejado (me animo a decir) con “nivel europeo”, donde estos trabajos de restauración son híper profesionales.
Am se tomó hasta la delicadeza de preservar viejos balazos en las campanas y en los muretes… y antiguos grafitis de alumnos traviesos de muchas décadas atrás, cuando escabullirse de clase y treparse al campanario era una aventura posible.
El Reloj del Monserrat es… según el Loco… el corazón de la Manzana Histórica, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO… pero para eso hay otra foto… que queda para otro día.
#ElColegioMonserrat
#LaTorreDelMonse
MAIL: [email protected]
FACEBOOK:LUISTORTOLO
TWITTER:LUIS TORTOLO
INSTAGRAM:PHOTORTUL
Nota correspondiente a la edición n° 499 del semanario La Jornada, del 29 de enero de 2017.
