Los migrantes de México y Centroamérica que escapan de la miseria de sus países de origen e intentan llegar a EEUU a bordo del tren de carga apodado “La Bestia” comenzaron a abrirse a rutas alternativas, entre ellas las marítimas, por los peligros que representa el viaje en este ferrocarril, según afirmaron fuentes de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
“Hace varios meses se ha dejado de usar el tren por los peligros que conllevaba; era un método muy peligroso y ahora se intenta que las personas no se suban allí”, reveló Christopher Gascon, jefe de la misión de la OIM en México, en diálogo telefónico con Télam.
“La Bestia”, también conocido como “el Tren de la Muerte”, el “Tren de los desconocidos” y el “Tren de los espaldas mojadas”, es el ferrocarril de carga que recorre México de sur a norte con destino final Estados Unidos, y suele llevar sobre su techo a miles de migrantes irregulares que se suben con la esperanza de una vida mejor.
Lejos de ser una opción confiable, “La Bestia” encierra un camino de riesgos para quienes lo abordan. Los controles, el viajar casi colgados de los techos de chapa de un tren en movimiento y el atravesar montes, desiertos y zonas dominadas por carteles del narcotráfico o las maras constituyen obstáculos que pueden convertir el sueño en pesadilla, o llevarlos a la misma muerte.
Muchos migrantes son blancos para el abuso de delincuentes y bandas criminales, y la travesía puede incluir robos, extorsiones de los “coyotes” (aseguran tutelarlos hasta la frontera a cambio de dinero), destrucción de documentos a quienes los tienen, secuestros, amputaciones por caídas y violaciones.
La ruta nace en el estado de Chiapas -estación a la que se suben los mexicanos y los que lograron llegar desde Guatemala, El Salvador y Honduras-, y continua en Oaxaca, Tabasco, Veracruz y Tamaulipas.
“Tomar el tren es una forma irregular de transitar el país. Es muy complicado cruzar la frontera de esa forma”, explicó Gascon, que aclaró además que “no es ilegal, sino que es es irregular”. “No se consideran ilegales pero su estatus es irregular; si se les devuelve no hay sanción, pero se intenta mejorar las condiciones de la migración para que sea regular y digna”, detalló.
Fundada en 1951, la OIM es la principal organización intergubernamental en el ámbito de la migración que trabaja en colaboración con otras entidades y con el Estado. Como parte de esa asistencia, Gascon mencionó al Programa Conjunto que se aplica desde hace más de dos años mediante las Naciones Unidas, a través de sus agencias -ACNUR (refugiados), PNUD (desarrollo), UNFPA (población) y UNODC (drogas y delitos)- y la OIM.
Según el responsable de la OIM, la merma en los índices de personas que se suben a este ferrocarril se debe a la aplicación desde el año pasado del plan Frontera Sur, a cargo del Instituto Nacional de Migración de México (INAMI).
Ese programa intensificó las medidas de control en la zona, aplicando hasta satélites, ante las muertes que ocasionaba ese medio, pero, según Gascon, “ahora que ‘La Bestia’ ya no se usa” como antes, los que migran buscan nuevas rutas.
“Van por caminos que no conocemos, donde se nos dificulta mucho dar seguimiento o mejorar sus condiciones en los albergues o través de las rutas para que tengan un acceso”, señaló.
El nuevo desafío es descubrir cuáles son las rutas para asistir a quienes mantienen el sueño americano de saltar controles para llegar a la frontera que les permite el paso a Estados Unidos.
“Estamos trabajando sobre las nuevas vías. Hay rutas marítimas; se sabe que están yendo por mar en la zona oeste y otros puntos, que, al ser tan amplia y porosa la frontera, estamos evaluándolo. Es un trabajo arduo y obliga al mapeo de las nuevas rutas”, subrayó.
Las organizaciones civiles indican que el promedio anual de migrantes centroamericanos indocumentados que ingresan a México por Chiapas podría ser de hasta 400 mil, aunque como no se cuentan con papeles no existe un registro certero de datos.
No obstante, en una artículo publicado el pasado 22 de mayo en el periódico El Mexicano, el sacerdote activista Heyman Vázquez Medina señaló que el flujo de migrantes en Huixtla (ciudad al sur de Chiapas) se incrementó y denunció que los policías suelen disparar al aire para intimidar a los migrantes.
“En Chiapas vamos en retroceso. Creo que se había avanzado mucho en el proceso de los derechos humanos de los migrantes, pero ahora vamos en retroceso. A los migrantes ahorita nadie les pone atención; el gobierno no pone atención y lamentablemente tampoco la iglesia católica. No quieren poner atención al fenómeno de la migración, y eso hace que se vuelva abusar de ellos”, advirtió.
Además, contraponiéndose a Gascon, expresó que el programa Frontera Sur terminó por convertir a los migrantes en presa fácil de la delincuencia, porque el camino “es más peligroso y más doloroso para el extranjero”.
Por otro lado, un grupo de comunicadores agrupados en Periodistas de a Pie lanzó el sitio Más de 72, dedicado a investigar masacres de migrantes en México ante la falta de datos oficiales.
El nombre refiere a la masacre de Tamaulipas, en la que murieron en 2010, 58 hombres y 14 mujeres, y cuestiona “las inconsistencias” de la versión oficial sobre qué ocurrió en la ciudad de San Fernando.
Se estima que un millón de mexicanos migran hacia EEUU cada año. Según datos del Instituto Nacional de Migración (INM) estas cifras hicieron de la frontera entre México y EEUU la más transitada del mundo.
Télam