Apostasía, el fenómeno colectivo que crece en Argentina

Por Agustina Sosa

Se estima que más de 4 mil personas iniciaron el trámite de apostasía durante el mes de agosto. La iniciativa, impulsada por la Coalición Argentina por un Estado Laico (CAEL) formada hace 12 años, alcanzó en el año 2009 la cifra de 200 apostasías. Sus integrantes afirman que el fenómeno cobró un fuerte impacto este año luego de la negativa del Senado para aprobar la legalización del aborto y como respuesta, entre otras cosas, a la influencia que la iglesia católica tuvo en dicho resultado.

 

Pero, ¿qué es “apostatar”?

El término proviene del latín apostasĭa, a su vez del griego antiguoαπο (apo), “fuera de”, y στασις (stasis), “colocarse”. En términos más precisos, podemos decir que comprende la negación o renuncia en una religión o institución religiosa. 

Julieta Arosteguy, quien forma parte de la Coalición Argentina por un Estado Laico y de la Campaña Feminista por un Estado Laico, explicó que, “la apostasía colectiva que iniciamos el 8A en respuesta al rol de la Iglesia en el debate por el aborto sigue sumando pedidos. Este viernes en el Episcopado entregamos más de 3 mil formularios y calculamos que llegamos a las 5 mil apostasías en todo el país. Estos números no tienen precedentes ni en Argentina ni en el mundo.”

CAEL impulsó una fuerte campaña en las redes sociales Twitter, Facebook e Instagram, además de contar con la web www.apostasia.com.ar en donde los interesados/as en apostatar pueden recabar información. Al ser interrogada acerca de si la apostasía estaba dirigida solamente a aquellas personas bautizadas en la iglesia católica o incluía, además, otras iglesias, Julieta Arosteguy precisó: “Por el momento, las apostasías colectivas se orientan a la Iglesia Católica, ya que la población bautizada en esta Iglesia en el país es muy mayoritaria. Sin embargo, la libertad religiosa es un derecho humano que todas las personas deberíamos ejercer sin obstáculos, cualquiera sea la religión que profesemos (o no). Recibimos muchas consultas de personas bautizadas en otras iglesias, así que les sugiero a quienes estén interesadxs en apostatar en otras religiones que se contacten con sus respectivas iglesias y consulten cómo es el procedimiento para renunciar formalmente”.

Uno de los ejes más discutidos del momento es el financiamiento estatal a la Iglesia Católica. En ese sentido, al ser consultados sobre si existe una relación directa entre la cantidad de católicos y el financiamiento, desde CAEL lo negaron. “No hay una relación directa entre la cantidad de católicos (personas bautizadas) y el financiamiento de la iglesia. El financiamiento de la iglesia tiene diversas vías y ninguna de ellas tiene que ver con la cantidad de bautizados”, aclararon a La Jornada.

No obstante, desde la Coalición enfatizaron que, “esto no implica que la relevancia y el significado de la apostasía sea simbólica solamente, si pensamos incluso en los fondos, hay que tener en cuenta que la iglesia sostuvo el pasado martes una reunión entre el Episcopado y el Jefe de Gabinete, Marcos Peña, para reducir gradualmente las asignaciones que el Estado le brinda a la Iglesia Católica. Si bien la reducción es insignificante en relación con lo que recibe, el hecho de que la Iglesia haya tenido que hacer este gesto para aquietar la opinión pública muestra que esta apostasía colectiva que estamos organizando tiene consecuencias en el financiamiento y en la manera en que la iglesia tiene que empezar a responder por lo que dice, por lo que hace y por el dinero que recibe”.

 

¿Cuál ha sido la respuesta desde la iglesia católica?

Desde CAEL afirman que, “los distintos obispados han dado respuestas muy disímiles: el pasado viernes, por ejemplo, fueron a entregar formularios en Salta y en Tucumán, lugares donde ya habían hecho previamente apostasías colectivas (en Tucumán, de hecho, se entregaron 300 formularios este agosto, sin ningún problema) pero en lugares como Neuquén y Salta, los obispados se negaron a recibir cartas entregadas por otras personas sino iba el peticionante o la peticionante personalmente; en Paraná se entregaron 120 apostasías pero como este pedido de que sea personal ya había sido mencionado en otras oportunidades, se presentaron las 120 personas ahí mismo en la sede del obispado y las entregaron”.

Mientras que en Capital Federal, Arosteguy explicó: “nosotres entregamos más de 3 mil formularios en la conferencia episcopal este viernes, no hubo ningún problema, las recibieron muy cordialmente y acompañamos a estos formularios una carta solicitando que se unifique el trámite de apostasías del país debido a las diferentes instrucciones que venimos recibiendo y a las diferentes disposiciones de los obispados para los pedidos. También se comprometieron para consensuar pautas para la apostasía con el fin de poder ejercer el derecho de la libertad de culto y religión sin obstáculos de la iglesia”.

Según publica el diario La Nación, autoridades de la Iglesia Católica afirmaron que en la reunión con representantes del gobierno “se acordó seguir profundizando nuevas alternativas al actual sistema de sostenimiento del culto y estudiar propuestas, con el fin de ir resignando de manera gradual, las asignaciones que reciben los obispos por parte del Estado nacional”.

Cabe destacar que en la actualidad, la Iglesia recibe alrededor de 130 millones de pesos que en teoría son destinados al pago de asignaciones mensuales a los obispos, seminarios y parroquias.

Alfredo Abriani, secretario de Culto, dijo al diario La Nación que, “el gobierno no sostiene a la Iglesia, como mucha gente cree. Es necesario un cambio de paradigma. Entre el gobierno y la Iglesia queremos buscar una alternativa para que el Estado facilite y genere que los propios fieles sostengan a la Iglesia”.

El financiamiento de la Iglesia es argumentado por el artículo 2 de la Constitución nacional ya que decreta que, “el gobierno federal sostiene el culto católico apostólico romano”. En tanto que la apostasía, que en el pasado solamente era posible recurriendo a un artículo existente en el Código de Derecho Canónico, hoy es posible gracias a la ley de Hábeas Data que protege los datos personales de instituciones por lo cual se puede pedir “la baja” sin ningún tipo de inconvenientes.

Hay quienes aseguran que la decisión de revisar el monto que el Estado le otorga a la Iglesia es alentada también por sectores católicos que buscan lograr la independencia de obispos frente a gobiernos de turno. Aunque desde otros lugares temen que este “recorte” afecte los subsidios a los establecimientos educativos privados.

 

 

Posiciones enfrentadas

Desde CAEL aseguraron a este medio que –en relación a la cuestión del financiamiento estatal- solicitaron información pública y “con lo que nos encontramos es con que la Iglesia Católica no rinde cuentas respecto de los fondos que recibe, entonces no sabemos si los seminaristas, por ejemplo, efectivamente reciben el dinero que se le paga a la Conferencia Episcopal para que les hagan llegar a los seminaristas, de hecho las fuentes que tenemos nos hacen pensar que los seminaristas nunca ven ese dinero, y las veces que hemos pedido tanto a los ministerios como a los distintos obispados que rindan cuentas de esos fondos, no hemos recibido ninguna respuesta”.

No obstante, algunas fuentes cercanas al gobierno comentan que se evalúan opciones a implementar similares a los casos de España, Italia o Alemania, en donde se deduce del pago de impuestos una alícuota del 0,7% o del 0,8% para destinarla al financiamiento del culto que se profese.

Entre las posiciones más antagónicas a la apostasía se encuentra la del exarzobispo de La Plata, Monseñor Héctor Aguer, quien aseguró que, “el bautismo es imborrable y también el acta de bautismo. Lo que se puede llegar a hacer es anotar, al margen del acta, así como se anota el casamiento o la confirmación que esa persona apostató formalmente de la fe cristiana, y hay un procedimiento ordenado por el derecho canónico para establecer esa decisión”.

Mientras que entre las voces que apoyan esta medida se encuentra la de Nora Cortiñas, integrante de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora. “Estoy muy triste porque soy católica y voy a apostatar”, aseveró. Y agregó: “Quiero rechazar (a la Iglesia Católica). Creo en Dios porque si no, no estaríamos acá, todos, porque hay Dios. Cada uno con el Dios que tenga. Pero me da vergüenza la Iglesia Católica”,

En definitiva, tal como lo define Analía Mas, secretaria de Género y Laicismo de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans, el hecho de generar apostasías colectivas convierte la iniciativa individual en un hecho político. Un hecho político tal como fue el nacimiento de CAEL, colectivo que nace a raíz del debate sobre el matrimonio igualitario, el cual tuvo su polémica a raíz de la opinión detractora del actual Papa Francisco y por entonces arzobispo Jorge Bergoglio.

 

En qué consiste el trámite para apostatar

La metodología para apostatar consiste en el envío de una carta informando acerca de la decisión de dejar de pertenecer a la Iglesia Católica con el fin de que sean modificados los registros donde aparecen los datos como fieles católicos/as. Esa carta debe ser enviada a la diócesis a la que pertenece la parroquia en donde la persona ha sido bautizada o bien puede ser entregada personalmente. La carta exige una respuesta favorable en el término de cinco días pero, tal como explican desde CAEL, no suele respetarse ese tiempo. En el caso de no recibir ninguna respuesta, se puede contactar de manera informal a la diócesis correspondiente para verificar el estado del trámite o bien realizar una denuncia en la Dirección Nacional de Protección de Datos Personales. En caso de que la persona desee realizar el trámite en una apostasía colectiva pública, debe llevar una fotocopia del DNI, fecha de bautismo y nombre de la Iglesia en la que se realizó esta ceremonia.

Recomiendan, además, que de ser enviada por correo es mejor hacerlo al menos de manera certificada, y si se entrega en persona, conviene llevar una copia para que sea sellada a modo de acuse de recibo.

Es interesante resaltar cómo la propuesta de separación de la Iglesia y el Estado ha cobrado tanta fuerza en un país en el cual la máxima autoridad católica tiene un fuerte protagonismo, como así también la vanguardia de ser pionera en Latinoamérica con el matrimonio de personas del mismo sexo, la sanción de la Ley de Identidad de Género, y lo más reciente, el debate sobre el aborto.

Pareciera, de esta forma, que en Argentina conviven fuerzas ligadas a mantener cierto conservadurismo y otras fuertemente ligadas al liberalismo, cuestión que trasciende incluso ideologías políticas, que por lo general se posiciona en el centro de la escena en una suerte de River-Boca eterno y constante.

La apostasía colectiva tiene –de algún modo- también su propio pañuelo: al igual que los pañuelos verdes que indican el apoyo a la legalización del aborto y los pañuelos celestes que se oponen a dicha legalización, la separación de la Iglesia y el Estado tiñe de naranja su lema y los pañuelos pueden conseguirse en los mismos lugares (y vendedores ambulantes que han sabido aprovechar la ocasión con excelente oportunismo) céntricos de las principales capitales del país.

Quedará en manos de un futuro no muy lejano observar cómo sigue desenvolviéndose una campaña que articula distintas generaciones, sectores políticos y sociales, como así también herramientas innovadoras en un momento que pareciera ser –si lo miramos desde distintos vértices-, bastante bisagra del país.

 

Nota correspondiente a la edición n° 529 del semanario La Jornada, del 27 de agosto de 2018.

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