Una Marcha de la Gorra que nos interpela directamente

Por Evelina Ramírez

Pareciera ser que la policía está en un proceso de “lavado de imagen”. Más en Villa Carlos Paz. Y los medios de comunicación son funcionales a eso. Solo basta repasar los titulares de los portales web: el jefe de la departamental Punilla a lanzado a la prensa cifras incomprobables (¿acaso alguien chequeó la veracidad del 95% de casos esclarecidos?); el policía que atiende un parto (entendible, se trata de un servidor público); la elección de Villa Carlos Paz como ciudad para la celebración del Día del Policía.

Nada se dice de la participación de la familia de Franco Amaya en la 11° Marcha de la Gorra. ¿Acaso no es noticiable?

Franco fue asesinado en un control policial el 22 de febrero de este año. Le dispararon a quemarropa. Por su crimen se encuentran imputados el policía Rodrigo Velardo Bustos (de 25 años), acusado de homicidio agravado por ser quien efectuó el disparo; y José Ezequiel Villagra (de 22 años), imputado de omisión de los deberes de funcionario público.

La memoria de tan corto plazo que tiene este pueblo, duele. Y mucho.

Duele la indiferencia, la apatía, el discurso prejuicioso, el poder político local que sigue dándole poder a la policía, sin discutir en profundidad y con participación ciudadana el paradigma de seguridad que tenemos y que queremos.

Hace 11 años que el Colectivo de Jóvenes por Nuestros Derechos realiza en Córdoba Capital la Marcha de la Gorra. Se trata de una movilización que denuncia públicamente los casos de gatillo fácil, abuso policial, detenciones arbitrarias, hostigamiento y persecución a jóvenes pobres de diferentes barrios.

Esta vez, la consigna de la marcha fue “El Estado mata, sus medios lo bancan, nuestra lucha avanza”. Y la mirada puesta en los medios de comunicación, sin dudas nos interpela.

“Hace años que venimos pudiendo desenmascarar lo que significa que la comunicación está administrada por grupos de poder, grupos económicos que tienen intereses empresariales. Y además, claramente responden al poder de turno. Negocian y a través de la pauta, engañan a la gente, tergiversan las cosas”, evaluó Agustín, integrante del Colectivo de Jóvenes.

Y sí, eso es lo que sucede también en nuestra ciudad.

El 16 de noviembre se celebró el Día del Policía. Desde la Departamental Punilla destacaron que era la primera vez que se elegía una ciudad del interior para la realización de este acto. Villa Carlos Paz, sí. Nada más ni nada menos que la ciudad donde mataron a Franco Amaya.

Estuvieron en el acto el presidente provisorio de la legislatura, Oscar Félix González, el ministro de Gobierno, Juan Carlos Massei, el secretario de Seguridad, Diego Hak, el Jefe de Policía, Comisario General Gustavo Marcelo Vélez, el Subjefe de Policía, Comisario General Gustavo Folli Pedetta e integrantes del Estado Mayor Policial.

También participaron del evento el intendente Esteban Avilés, representantes de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, Jefes de las Unidades Regionales Departamentales y Directores, integrantes de la Fuerza Policial Antinarcotráfico, representantes de la Policía Federal y de otras fuerzas provinciales, miembros de las Fuerzas Armadas, del Tribunal de Conducta Policial y Penitenciario, Oficiales Superiores y Jefes, Personal Subalterno, invitados especiales y familiares.

“El acto dio inicio con la entonación del Himno Nacional Argentino orquestado por la Banda de Música de la Policía de Córdoba; posteriormente el Capellán Policial Presbítero Daniel Julián realizó la bendición religiosa a todos los trabajadores de la seguridad pública y sus familias. A posteriori, se otorgó un minuto de silencio en respeto al personal fallecido en acto de servicio”, se lee en La Jornada Web.

Y seguidamente las declaraciones del ministro de Seguridad, Massei, señalando que, “la policía tiene frustración porque muchas veces arriesgan sus vidas para resguardar la vida de la gente, y se encuentran con que apresan a los mismos delincuentes dos o tres veces al año”.

¿Qué siente la familia de Franco?

“Acá estamos. Llevándola como podemos. No es fácil. Se nota mucho su ausencia. No nos queda otra que seguir adelante día a día. No nos podemos caer. Tengo otro hijo, de 21 años”, expresa con dolor Laura Cortez, la mamá de Franco en diálogo con VillaNos Radio.

Esa sensación se puede multiplicar por la de cada una de las familias que tiene una víctima de gatillo fácil. En lo que va del año, y sólo considerando la provincia de Córdoba, ya se han registrado once casos de gatillo fácil. 11 personas asesinadas por las denominadas “fuerzas de seguridad”.

“La Marcha de la Gorra está siendo un canal de intervención y organización política contra la represión policial, la segregación territorial, las escasas condiciones materiales de supervivencia y los fusilamientos por parte de las fuerzas represivas”, plantea el documento leído al final de la marcha.

“Hace 11 años que venimos proponiendo discutir que la policía no cuida a nadie, mata, asesina. Lamentablemente a Franco lo volvieron a matar como lo mataron a Güere Pellico. Eso es muestra de que no es un invento nuestro que hay un plan sistemático. Las instituciones del Estado están funcionando orquestadamente para asesinar gente. Ya dijeron las mamás en el escenario, quienes han tenido una victoria encarcelando a los asesinos de sus hijos”, consideró Agustín.

En este punto bien vale recuperar, una vez más, la información aportada por el último informe de la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI) donde figura que desde el comienzo de la democracia hasta fines de 2016 fueron 4.960 las víctimas de la violencia institucional. De las cuales 259 pertenecen a la gestión de Cambiemos que, además, acortó el tiempo en que se producen las muertes: una cada 25 horas.

“Esos son los datos a noviembre del año pasado. Con los casos que tenemos registrados este año, y a pesar de que ni nos han terminado de llegar los datos de muchas provincias y todavía no terminó el año, todo parece indicar que vamos a estar por encima del promedio este año”, expresó en septiembre pasado la abogada y fundadora de la agrupación, María del Carmen Verdú.

Desde hace 25 años que la CORREPI elabora esta informe. Se presenta siempre en el mes de diciembre. Allí, dolorosamente figurará el nombre de Franco Amaya, y nuestra ciudad también quedará expuesta.

 

¡Franco Amaya presente!

La idea de participar en la Marcha de la Gorra visibilizando el pedido de justicia por Franco fue promovida por Analía, una joven mamá de nuestra ciudad que incluso fue quien pintó una bandera con el nombre y el rostro de Franco.

“Me sentí empoderada al caminar con estas mujeres que miraban con tanta atención. Yo vengo todos los años, como satélite. Esta vez me sentí mucho más comprometida e identificada, con un valor particular de saber que estamos presentes por Franco. Estamos llevando su nombre en las calles.

“Lamentablemente es muy doloroso levantar los carteles, escribir y gritar su nombre, nombre que pensó su mamá cuando iba a nacer. Le cortaron la vida tan rápido, con tantos sueños. La única salida al dolor que uno siente como madre es pensar un futuro desde la justicia y desde la lucha. La única manera es a través de la organización”, expresó Analía, que marchó con su beba Malena en brazo.

Un núcleo de personas (la mayoría mujeres) acompañó a la mamá de Franco desde Villa Carlos Paz. Allí se plegaron junto a las miles de personas que decidieron participar una vez más de una marcha que se multiplica en todo el territorio nacional. Se sumaron con movilizaciones Ciudad de Buenos Aires, La Plata, Mar del Plata, Tandil, Catamarca, Río IV, Villa María, Mina Clavero, Sierras Chicas y San Francisco y Catamarca.

“Me gustó venir. Pude compartir que otras madres están pasando situaciones iguales a las mías, con distintas formas. Algunas tienen las causas cerradas. Yo tengo algo un poco más firme, que es el hecho de que en poco tiempo arrancaría el juicio para que los responsables paguen por lo que le hicieron a Franco”, dijo Laura al término de la marcha. “Sentimos el apoyo, que era lo que necesitábamos”, agregó Silvia Aguirre, tía de Franco.

La marcha este año tuvo sus particularidades. Al igual que el año pasado, terminó frente al Centro Cívico, que estaba vallado y fuertemente custodiado con personal de distintas fuerzas de represivas del gobierno provincial (Infantería y Cuerpo Especial de Policía, entre otros). A esto se sumó el helicóptero policial que sobrevolaba la zona, iluminado a la gente que participaba del cierre del acto, en un claro acto de provocación.

“No necesitamos a la policía en la Marcha de la Gorra. Nosotros nos cuidamos”, gritaron desde el escenario los organizadores, lo cual fue aplaudido por los presentes.

En el recorrido por las calles cordobesas también se vio la hostilidad de los vecinos de la ciudad. Algunos tiraban con agua o generaban provocaciones desde los balcones. La respuesta desde la marcha siempre fue la interpelación.

“Que sepan que los negros y las negras de los barrios de Córdoba vamos a estar en la calle todos los años, en cada marcha de la gorra y en todas las marchas que hagan falta para reclamar por nuestros derechos. Los derechos los conquistamos en la calle, porque nadie nos regala nada. Vamos a seguir pidiendo justicia por todos los pibes. Nos matan a un compañero de nuestros barrios cada 25 horas, por eso salimos a la calle”, expresó uno de los manifestantes.

A esto hay que sumarle la clara decisión que tomó el gobierno del intendente Mestre al no cortar el tránsito en las calles por donde desde hacía dos meses se sabía que circularía la movilización, con el claro objetivo de provocar cruces entre los manifestantes y los automovilistas.

Y si la interpelación es a los medios, también lo es hacia ese sector de la sociedad que –por acción u omisión- sigue legitimando el proceder policial represivo. “Hay mucho prejuicio. Como por ejemplo esto de que ‘si vos vas a la marcha de la gorra, ya sabemos qué clase de persona sos’. Es puro prejuicio que discrimina, estigmatiza y criminaliza. Parece ser que la gente se olvida que salir a marchar es un derecho.

“Si elegimos interrumpir la circulación es porque no hay otros medios. Si alguien quiere ser escuchado porque le sucedió una detención arbitraria, una práctica violenta con la policía o un caso de gatillo fácil, tiene que esperar años para que la justicia le dé una respuesta”, expresó Belén, del Colectivo de Jóvenes por Nuestros Derechos.

Es tiempo de hacerse cargo. Si la policía mata, es porque hay un gobierno que le da potestad para hacerlo. Y así hay un gobierno que lo hace, es porque también hay una ciudadanía que lo avala. Lo legaliza a través del voto y lo legitima con su simpatía, apatía y/o desinterés.

Si no estás de acuerdo con eso, la alternativa siempre será reaccionar. “Hay que arremangarse. Meterse en el barro y abrazarse con los que estamos acá y seguir luchando. Probablemente encarcelar a un policía sea una gota en el océano. Pero cuando vas encarcelando cuatro o cinco, deja de ser solo una gota y podemos estar cada vez más cerca de una marea. Y lo que permite una marea no es solo generar una grieta, sino romper los muros de las instituciones. Hay que seguir organizándose, canalizar la bronca y ponerla en un objetivo”, remarcó Agustín.

No se trata de policías buenos y policías malos. Se trata de necesariamente poner en cuestión el paradigma de seguridad que tenemos. Porque más allá de los cambios de discursos y de normas, las prácticas persisten.

El disparo que mató a Franco Amaya dio directo en el corazón de todos aquellos que pretendemos construir otro modelo de seguridad.

Franco podría ser mi primo, mi hermano. Podría ser yo, podrías ser vos… que te preocupa este tema y llegaste hasta acá, en la lectura de este informe.

Ojalá la problemática que motiva la Marcha de la Gorra, no existiera. Hasta que eso no suceda, habrá que seguir ocupando el espacio público, interpelando a los dirigentes que siguen dándole poder ala policía, denunciando y reclamando justicia por los casos de gatillo fácil.

Hasta que eso no suceda, seguiremos marchando.

 

Laura Cortez: “Lo que siento por mi hijo, no lo voy a olvidar jamás”

Le cuesta hablar en público. Pero verla en silencio, aferrada a la foto de su hijo transmite mucho más que lo que se podría decir en palabras. Es la primera vez que Laura Cortez participa de la Marcha de la Gorra. “Es muy triste para mí. No participo de otra cosa, más que en ir a la marcha”, dijo la mamá de Franco Amaya, el joven que fue asesinado en un control vehicular en Villa Carlos Paz la madrugada del 22 de febrero pasado.

Laura está transitando aún el proceso de convertir el dolor en movilización. El 24 de marzo marchó al lado de Sonia Torres, la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo. Reconoció que participar de esa actividad fue conmovedor.

“Nunca le había prestado atención. No sé por qué. No me había fijado en el sufrimiento que llevan esas madres y que lo siguen llevando. Hoy lo veo porque me tocó a mí. Como seres humanos, nunca miramos para atrás. Como no nos pasa nada, no miramos al otro.

“Ese día me agoté. Eran un montón de sensaciones. Y pensaba en ellas, esas mujeres que hace años vienen por sus hijos, por sus nietos. Fue una sensación rara. Muy penoso y movilizador. Es una lucha de toda la vida”, dijo sobre las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.

Por el asesinato de Franco hay dos policías imputados: Rodrigo Maximiliano Velardo Bustos (25), acusado de homicidio agravado por la calidad de autor y por el uso de arma de fuego en concurso ideal y José Ezequiel Villagra (22), imputado de omisión de los deberes de funcionario público.

Bustos está detenido en la cárcel de Bouwer, mientras que Villagra en libertad. “Que esté preso no quita el dolor”, aseguró Laura y añadió: “Más de que esté preso, otra cosa no le deseo. No me gustaría que su madre sufra lo que sufro yo. Sufrirá su madre al verlo preso, pero lo tendrá vivo que es distinto. Da un poco de alivio saber que por su error tiene que pagar”.

En cuanto a Villagra, cuestionó también su falta de humanidad. “No se dignó a llamar a alguien. Nadie hizo nada y eso duele. Se ve que nadie le enseñó lo que es valor de la vida de las personas”.

Vale recordar que la investigación de la fiscal Jorgelina Gómez dio cuenta que los policías imputados estaban alcoholizados. Según el dosaje realizado, los oficiales presentaban 0,84 y 0,87 de alcohol en sangre.

“Se ve que no tomaron en serio su trabajo. La mayoría de los que hoy entran a la policía lo hacen por el sueldo. Claramente solo asumieron el rol de molestar a la gente y no controlar lo que debían controlar”.

Consultada sobre la formación de la policía, dijo que correspondería hacer seguimientos más estrictos sobre el consumo de sustancias. “Hay que hacer un seguimiento más estricto”, consideró.

Está previsto que a comienzos del año que viene comience el juicio por el crimen de Franco. “Está claro que él (por el policía que disparó) tiene que ser condenado. Resta esperar que le den la condena que corresponde. A mí no me soluciona nada. Es difícil todo esto. Hay gente que tiene fuerza para hacer muchas cosas. A nosotros nos cuesta mucho procesar todo esto”.

 

La historia aquí nos convoca, seamos organización y lucha

“En un primer momento, nos organizamos en defensa de nuestros derechos y contra las detenciones arbitrarias del nefasto código de faltas. En el camino, sumamos a nuestras denuncias los horrores cometidos por las fuerzas represivas, las golpizas y asesinatos en las cárceles, comisarías, patrulleros y barrios; los fusilamientos y las desapariciones forzadas, la criminalización de la pobreza y la persecución a nuestras organizaciones.

“Hace once años nos reunimos, caminamos las calles juntxs y demostramos que no necesitamos ningún Código de Convivencia, que con sus falsos argumentos de combatir el delito y la inseguridad, negocian, se enriquecen y gobiernan ejerciendo control social sobre nosotrxs. El Estado Policial mantiene su impunidad garantizada por el Poder Judicial, que siempre responde a los gobernantes de turno, persiguiendo a quienes nos organizamos. Este sistema que nos imponen para organizar nuestra vida funciona produciendo desigualdad, selecciona vidas que merecen vivir y vidas que no: es un sistema que nos está matando”.

Fragmento del 11° documento de la Marcha de la Gorra.

 

Nota correspondiente a la edición n° 492 del semanario La Jornada, del 19 de noviembre de 2017.

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