Una marcha de la gorra empañada por la represión

Por Evelina Ramírez

La marcha de la gorra no es una celebración. Sencillamente porque lo que denuncia no es nada feliz: la violencia policial y la represión Estado. No obstante, desde hace 12 años las calles de Córdoba capital se tiñen de color cada noviembre. Porque a la par de la denuncia y del reclamo de justicia ante los casos de gatillo fácil, también se reivindica una cultura.

La cultura de los barrios, la cultura de los sectores populares. Con su música, su vestimenta, sus gorras de diferentes colores. Una cultura que es estigmatizada y sobre la cual se construye el paradigma de “lo peligroso” que sigue habilitando detenciones arbitrarias. Paradigma que, claro está, cuenta con todo el arsenal de los medios hegemónicos que llevan a hacer creer que un pibe de gorra que anda por el centro de la ciudad es más peligroso que un dirigente que aumenta los impuestos o genera políticas de ajuste y empobrecimiento de las mayorías.

El pasado viernes 23 de noviembre Córdoba volvió a ser epicentro de una nueva Marcha de la Gorra. La particularidad en este 2018 es que la marcha fue nacional. Nueve ciudades de distintos puntos del país se movilizaron bajo la consiga “Terrorista es el Estado, no quien tenés al lado”.

La familia de Franco Amaya, el joven de 18 años asesinado por la policía en un control vehicular en Villa Carlos Paz el 22 de febrero de 2017, también se movilizó para exigir una condena justa y para acompañar el reclamo de otras familias que siguen esperando la apertura de instancias judiciales.

En un contexto de ajuste feroz, el panorama que se vislumbra en el país es el de reforzamiento del aparato represivo del Estado. Buenos Aires, Mina Clavero, Río Cuarto, Villa María, Rosario, Tandil, La Plata, Mar del Plata, San Francisco y Córdoba fueron las ciudades donde se replicó la movilización.

“Cuando ha venido la ministra de Seguridad ha dado su palabra de que Gendarmería iba a pisar duro en los barrios. Eso también entendiendo que una clase social, la clase media alta, entiende que la seguridad son más fuerzas represivas en las calles y en los barrios”, expresó Luciana, integrante de la organización de la Primera Marcha de la Gorra en Rosario.

En diálogo con VillaNos Radio la joven consideró que, “la inseguridad va por otro lado, es la falta de un plato de comida en la mesa, un trabajo estable, la falta de educación, los recortes en salud”.

En el caso de Mina Clavero, fue la cuarta vez que llevaron adelante la movilización en la ciudad. Uno de los ejes centrales de la marcha fue la exigencia de aparición con vida de Delia Gerónimo Polijo, la adolescente de 14 años que fue vista por última vez el 18 de septiembre en la ruta A205, que une el paraje La Paz con la ruta nacional 148, en el departamento San Javier.

“Así como ella hay otras chicas que están siendo desaparecidas y se sospecha de redes de trata y que la policía no tiene ninguna noticia y ninguna información, y no se investiga”, detalló.

En Villa María se concretó por séptimo año consecutivo la marcha de la gorra. “Al igual que pasa en toda la provincia de Córdoba, aquí también se persigue sobretodo a los jóvenes varones de sectores populares. Pero no son los únicos, sino también a los colectivos disidentes y las trabajadoras sexuales”, explicó Juliana, integrante de la mesa organizadora de la Marcha de la Gorra en Villa María.

 

Detenciones y gatillo fácil

En el marco del desarrollo de la Marcha de la Gorra en Córdoba, la policía detuvo a dos jóvenes: Axel Román Daratha y Carlos Fabián Domínguez, vendedor de la revista La Luciérnaga. Ambos fueron trasladados a la Unidad Judicial Primera.

La figura penal utilizada para la detención fue resistencia a la autoridad y lesiones. “Sabemos que es el método que tiene para criminalizar la protesta. Esto ya ha pasado en otras marchas como fue en la marcha por Santiago Maldonado”, dijo la abogada Victoria Siloff que intervino en la liberación de los jóvenes junto al legislador Ezequiel Peressini.

Tras la detención, parte de movilización se trasladó a la Unidad Judicial para exigir la liberación de los jóvenes, quienes recuperaron su libertad pasada la 1 de la madrugada.

Horas más tarde, diferentes organizaciones sociales denunciaron que la policía provincial asesinó a un trabajador de la economía popular, luego de ser ferozmente golpeado. Se trata de Marcos Jesús Soria, de 32 años.

El hecho ocurrió el sábado 24 de noviembre a las 6:48 de la mañana en barrio Villa Angelelli II de la capital provincial. Según el relato de testigos, el joven había sido previamente golpeado de manera brutal en un descampado, en posición de rodillas, por parte de dos uniformados.

“Marcos salió de la casa de su hermano y de su cuñada. Habían estado comiendo y divirtiéndose. Salió de ahí alrededor de las 5:30 y aparentemente, mientras iba hacia su casa, un patrullero con los policías que son conocidos en el barrio como verdugos, lo subieron y se lo llevaron a la otra punta del barrio. Le pegan adentro del patrullero, lo sacan, lo hacen arrodillarse. Lo subieron de nuevo al patrullero y lo llevaron a la otra punta del barrio. Marcos logró escapar y meterse a un corral de caballos. Lo vuelven a agarrar. Lo meten al patrullero y le vuelven a pegar. Lo dejaron salir del patrullero. Lo dejaron correr 20 metros y le pegaron un balazo por la espalda”, relató Celina, integrante de la zona SUR-SUR del Encuentro de Organizaciones en CTEP-Córdoba.

Desde la organización también denunciaron que recién a las 09:30 de la mañana llegó policía judicial y que a las 10 retiraron el cuerpo. “Tuvieron tres largar horas para acomodar el cuerpo y la escena. Tiraron arena sobre las manchas de sangre y levantaron todo”, advirtió Celina.

El fiscal interviniente en la investigación es el Dr. Gustavo Dalma, del Distrito 1, Turno 5. Hasta el momento ni la familia ni las organizaciones han logrado a acceder a los nombres de los agentes involucrados en el asesinato.

 

Fragmento del documento de la 12° Marcha de la Gorra

“Hace 12 años tuvimos que inventar un día para poder vivir nuestras vidas y habitar las calles. Un día para que nuestros gustos, música, cultura e identidad ocupen el centro. En un primer momento, nos organizamos en defensa de nuestros derechos y contra las detenciones arbitrarias del nefasto Código de Faltas, en el camino sumamos a nuestras denuncias los horrores cometidos por las fuerzas represivas, las golpizas y asesinatos en cárceles, comisarías, patrulleros y barrios; los fusilamientos y las desapariciones forzadas; la criminalización de la pobreza y la persecución a nuestras organizaciones; y las razzias en nuestros barrios, apoyadas por gendarmería, policía federal, policía de seguridad aeroportuaria, policía barrial y diversas fuerzas de elite de la policía de Córdoba.

“Hoy volvemos a las calles para seguir enfrentando a la política represiva y defender nuestros derechos. Que sepan que estamos acá, más plantades que nunca, que estamos avivando las brasas de las luchas, que recordamos nuestra historia y la llevamos en la sangre, recordamos a les pibes fusilades por el aparato represor, y nos recordamos a nosotres, que jamás nos olvidaremos, porque lo que empezó como una vuelta a la plaza San Martín de varies pibes de barrio, es hoy un movimiento nacional”.

 

Nota correspondiente a la edición n° 535 del periódico La Jornada, del 28 de noviembre de 2018.

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