“Y dale Pappo, dale dale Pappo” (Roma y Roca – Villa Carlos Paz – Otoño de 2018)

Si digo que este chalecito, hoy atrincherado como una sinagoga o una mezquita, con bodoques de cemento y rejas, perteneció a la familia propietaria de Calderas Napolitano S.A., del porteñísimo barrio de La Paternal, calculo que el 98,51% no seguirá leyendo este posteo.

Por lo pronto, me apuro a adelantar, que era La Casita de la Villa donde veraneaba Pappo!!!

Ahora, con semejante noticia, al menos habrá un 22,45% de gente que seguirá estas líneas con tonada blusera.

“Un viejo blues me hizo recordar momentos de mi vida y mi primer amor”.

#Findelazita

Pappo, Norberto Aníbal Napolitano, alias El Carpo, fue, sindudamente, el máximo exponente del blues argento y creador del heavy metal en esta parte del cono sur de América. Eso nadie que sepa de música me lo puede negar. Hasta habrá quién lo eleve a un top 5 ideal del Rock Nacional junto a Charly, a Spinetta, a Gieco… a Nebbia…etc. “Rock’n’Roll y fiebre”.

Pero no nos dispersemos.

Debo ser certero como el “Tren de las 16″… Pappo era un guitarrista delaostia, autodidacta, amante de los fierros (que le terminaron costando la vida), de Chevrolet y de las mujeres. Y esta villa donde sus viejos (“nadie se atreva a tocar a su vieja”) tenían la casita de verano… era usada por Pappo para… holgazanear.

Tengo relatos desopilantes de vecinos de la Roma que lo veían, con su campera de cuero (marca registrada) y con pantalones cortos, ojotas y… mate en pava… con música de AC/DC al mango saliendo desde el living… y la Chevy estacionada frente al solar. “Adónde está la libertad?” cantaba Pappo… y seguramente la encontraba en ese porch de mosaicos.

El por qué de lo amurallado de La Casita se debe, no a la fama de Pappo, que era un tipo común y corriente, sino a la cantidad y calidad (etílica) de vehículos que se le metían (literalmente) al living (el mismo donde sonaba AC/DC o Iron Maiden) cuando la calle Roca circulaba al revés y por ende era “la salida natural de Molino Rojo” de personajes que se habían tomado hasta el agua de los canarios del tradicional boliche de la familia Fernández.

Si puedo ser autorreferencial, y aunque “desconfío de la vida”, ya que este es mi álbum de catarsis personal, contaré brevemente que debo haber visto a Pappo, no menos de 15 veces, tanto con su banda pesada RIFF como con alguna de sus mil formaciones de Pappo’s Blues… en Córdoba, en La Falda, en Cosquín Rock, en Teatro la Sombrilla, en la Costanera de la Villa y… la mejor de todas: en Chez Ami!!!

En el boliche de Mario Eduardo Testi tocaba “de entrecasa”, como si fuera una extensión de la “casita de sus viejos”. Tocaba 15 min. Y se iba a la barra… volvía otros 20… y así. “Siempre es lo mismo, Nena”.

En el verano que compartió con el enamorado David Lebón (la Pata Villanueva lo traía de las narices) se daban zapadas inolvidables con “esas motos que van a mil”… y una noche, tras firmarme un autógrafo en un afiche de la velada blusera, nos dijo con esa voz cavernosa:

– No vieron donde se metió Romina Gay!?!?

La blonda vedette, que estaba de temporada, lo venía esquivando insolentemente; y por un momento, debo confesarlo: la buscamos (en modo celestino) por todos los recovecos del mítico Chez Ami para congraciarnos con el ídolo rockero. Nada como ir “Juntos a la par”… habrá pensado Norberto, mientras se acodaba en la barra, al lado de la Cabeza de Beethoven (hoy se mudó a Zebra), ahogando su pena en tragos que “le cebaba” La Mabel Maby Moreno.

Me extendí un poco, como hacía Pappo con sus interminables solos de guitarra.

Si queda un 12,63% de gente que inició este relato, aún leyendo… me doy por bien pagado.

Saco la foto en plena siesta, y desde mi auto, a modo de homenaje al Carpo suena “Sucio y desprolijo”. Veo el corazoncito de madera que luce el chalecito y pienso: Pappo lo habría quemado con el encendedor, seguramente, porque Él era (o se hacía) el duro… el chico malo. Agudizo el oído medio metálico que aún conservo… y desde alguna de las calles (porque todas las calles de la villa te llevan a La Roma)… escucho, como en una lejana ovación, ese clásico inoxidable de los recitales de rock argento:

– “Y dale Pappo, dale dale Pappo”.

Y como él decía: QUE SEA ROCK!!!

 

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Nota correspondiente a la edición n° 512 del semanario La Jornada, del 30 de abril de 2018.

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