“La Morocha del fondo” (Pilar – Córdoba – Circa 2011)

No me dejes caer en la tentación de sentenciar que la peor de las Leyes de Murphy es certera: la mejor gente se va antes de tiempo.

La tristeza… el dolor… y por qué no la bronca y el miedo me pueden hacer pisar el palito y creérmelo.

Pero no quiero, ni le gustaría a la Lic. Mariana González que esto se parezca ni por asomo a una nota triste y final. No… no.

Saldrá a mi manera… ya que a fin de cuentas a ella la hacía reír.

Mariana era, en ese mágico secundario ochentoso del IES(s), “La Morocha del Fondo”.

Y lo seguirá siendo… en mis recuerdos.

Si mis otras compañeras no me escuchan… te digo era la más linda de todas… y mirá que en esa cosecha estaban todas para enamorarse.

Allá al fondo, en los últimos bancos, con la Roxana Merlino… con la Marcela Bazán… y por supuesto, el Colo Gerardo Vaccarone y yo peleándolas. Ellas fanas del Flaco Spinetta… nosotros de Pappo.

El tiempo pasó, veloz tal como nos había avisado Lebón… y nos dejamos de ver. Tampoco existían las redes sociales para mantener lazos a la distancia.

En una de mis coberturas de campo para Electroingenieria, en plena construcción de la Central Térmica Bicentenario en Pilar, mi jefe (hoy diría mi amigo) Roberto Vidal (también en esta foto) me ataja a tiempo:

– Tortolito, viene una delegación de EPEC a visitar la obra… portate bien!!! – Me dijo a la vez que me soltaba los apadrinadores.

– Maestro Vidal…fume en pipa. –Le contesté con cancha mercenaria. – Soy un soldado!!!

-Bien, te voy a presentar a la jefa de Prensa que necesita hacer algunas fotos, así coordinan.

Pleno invierno, viento, tierra que vuela… y a lo lejos una comitiva que se acerca. No sería yo si no digo que reconocí, entre los gordos camperudos, con cascos y botas, a la dama en cuestión. Se destacaba por razones obvias. Pero lo mismo me sorprendí al acercarnos:

– El Gringo del IES !!! –Dijo la dama sacándose el casco y revoleando unos cabellos más bien rubiones.

– La Morocha del Fondo!!! –Dije con falsete adolescente.

-Veo que no los tengo que presentar!!!– Dijo Vidal con practicidad extrema…

Si bien la rebelde cabellera morocha había mutado camaleónicamente a un castaño con reflejos dorados… sus ojos verdes y transparentes se mantenían con fuerza de DNI.

– Te sigue gustando Pappo?!? –Me pregunta con sagacidad periodística. Y agrega: -Por culpa del Colo y tuya me hice fan del Carpo.

-Obvio, Morocha del Fondo…y por tu influencia me hice spinettero.

Su tarea como vocera de EPEC era encomiable.

Con su voz dulce, con su dicción clara… era capaz de frenar la furia madrugadora de Petete Martínez en el aire de Mitre, o calmar el enojo estentóreo de Miguel Clariá en Cadena3… todo con calma Zen. Y así oírla explicar qué era lo que pasaba con el servicio de la empresa monopólica (y me contengo de opinar por hoy) en el Barrio Guiñazú… cuando volvía La Luz a Villa Cornú… o porque explotó el transformador de Barrio Jardín Espinoza.

Varias anécdotas más, pero no sé si da.

Los últimos años le había picado el bichito de la náutica… así que nuestros chats (o eran sms) laborales ya incluían palabras como barlovento, quilla, vela, timón… babor o estribor. Ella por navegante… y yo de caradura pero por fiel lector de Salgari o Stevenson.

La pelea que vino después contra esa enfermedad fue cruel y da bronca… y miedo… ya lo dije al inicio.

La Morocha del Fondo…

La voz de EPEC…

Se fue de gira, como dicen los actores (y ella amaba el teatro)… o mejor, desde mis recuerdos en el mágico realismo del IES (s) imagino que la mandaron a La Dire.

Se te va a extrañar, Mariana.

 

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Nota correspondiente a la edición n° 525 del semanario La Jornada, del 30 de julio de 2018.

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