#NotaDeTapa Mina de uranio en Los Gigantes, ¿contamina el futuro?

Por Valeria Flesia

Tapa_388_la_jornada_11-10-15La abandonada mina de uranio en Los Gigantes, situada entre los arroyos El Cajón, El Cambuche, Los Vallecitos y Malambo, todos convergentes en el río San Antonio, está a 28 km de Tanti y a 33 km de Villa Carlos Paz, provincia de Córdoba.

La búsqueda de uranio en el país se remonta a la época de la dictadura militar cuando se pretendió con gran vehemencia arrancar con explotaciones que permitieran abastecer a las cinco centrales nucleares que se abrieron en el país. Fue en medio de esta campaña de exploración que se detectó el yacimiento de Los Gigantes en Córdoba, la cual se identificó con el nombre de “Schlagintweit” en memoria de un geólogo que inspeccionó la zona en los años ´60.

A pesar de una ley que establece lo contrario en cuanto al otorgamiento de minas nucleares a particulares, la CNEA llamó, en aquellos años, a una licitación pública para la explotación del yacimiento cordobés. La empresa que resultó adjudicataria fue Sánchez Granel Ingeniería S.A quien no contaba con experiencia en temas mineros. En 1979 se firmó el convenio y en 1982 arrancó la explotación del Complejo Minero Fabril Los Gigantes: la planta de extracción fue considerada el emprendimiento minero más importante de la provincia de Córdoba pero prontamente comenzó a ser denunciada por los pobladores de las localidades que se encuentran a la vera del río San Antonio como contaminante.

El testimonio de un empleado de la minera durante la década del ´80 aparecido en La Voz del Interior el 1 de agosto de 2015 ilustra sobre los usos y costumbres del trabajo en el lugar así como sobre el destino de los desechos generados tras la extracción del mineral: “Nos hacían análisis de orina cada 15 días. Cuando venía el resultado de Buenos Aires, decían: ‘usted, usted y usted, pasen a cobrar el fondo de de­sempleo porque quedan despedidos’. Porque estaban muy contaminados y le decían a don Castro: ‘el lunes traiga a 10 nuevos”, recuerda Manuel Guerrero Díaz quien trabajó en el yacimiento tres años y medio. “El uranio es contaminante por las vías respiratorias. En un turno de 15 días, puedes estar ciento por ciento contaminado. Pero a las 48 horas, por el biorritmo, se desaloja el 96 por ciento. Pero hay un cuatro por ciento que queda en el cuerpo, el remanente”, añade. Él mismo está contaminado.

El trabajo que se desarrollaba en el complejo consistía en fragmentar y lixiviar con ácido sulfúrico el mineral uranífero extraído. Una vez obtenido su derivado concentrado -el diuranato de amonio-, atravesaba por un proceso químico de purificación hasta transformarse en dióxido de uranio -combustible para los reactores nucleares de potencia-.

En su testimonio, el ex empleado del yacimiento explica: “Para sacar 1.500 kilos de uranio se tiraban cuatro mil kilos de fósforo, que ya había sido extraído. Ni siquiera hacían un acopio en un galpón para que pudieran utilizar después el fósforo. Lo tiraban al talud y con la lluvia, eso iba al dique. Al uranio lo traían acá a Alta Córdoba, a la planta enriquecedora”, dice.

Con respecto al tratamiento de los desechos de las mismas rocas de donde se extrae el uranio, con restos del material, Manuel asevera: “Se hizo un dique para tirar todo el desecho. Decían que se iba a evaporar con el sol: agua con ácido sulfúrico. Pero debajo del dique dejaron puestos dos tubos con dos válvulas, de antemano… Yo tuve que llevar un generador grande para soldar unos caños de plástico y dejaron esos caños ahí preparados”, relata Guerrero Díaz. Y sigue: “¿Y qué hacían? Empezaron a producir, el dique se llenó. Cuando había tormenta, llevaban dos pochanos (de la Pampa del Pocho), que escarpaban las válvulas, las abrían y le bajaban el nivel al dique. Eso iba al lago San Roque, por el río San Antonio, venía a dar acá al cajón. Los peces se morían”.

El químico, geólogo  y geotérmico internacional titulado por la UNESCO, Juan Carlos Ferrero, indica con respecto al particular emplazamiento elegido para el emprendimiento minero a cielo abierto: “El macizo de Los Gigantes es un punto neurálgico dentro de la provincia de Córdoba por la cantidad de lluvias que recibe durante al año que superan los 1000 mm.  Pensar que en ese lugar el sol iba a alcanzar a evaporar desechos acumulados con agua fue insensato y se demuestra en que hoy en día, el piletón que ha quedado, algunos se han ido tapando con escombreras sin aislamiento de los niveles subterráneos, no alcanza a evaporarse cuando vuelve a llover y escurre hacia el arroyo el Cajón”.

El remanente al que se refieren los especialistas y testigos de la explotación del Complejo Minero Fabril Los Gigantes son aquellos que se producen tras la extracción del mineral de uranio. Los residuos quedan en enormes cantidades luego del proceso y son denominados “colas” de uranio porque poseen bajo contenido de ese elemento junto a otras sustancias radiactivas. El aislamiento seguro y adecuado de estos residuos es fundamental ya que en caso contrario pueden contaminar las aguas subterráneas y superficiales, la atmósfera a través de la erosión de partículas por acción del viento y la liberación de radón y los seres vivos, a través de la incorporación de sustancias radiactivas en las cadenas tróficas por la absorción de las mismas a través de las raíces de las plantas.

La Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) reconoce que en el Sitio Los Gigantes se encuentran acopiadas 2.400.000 toneladas de colas de mineral, 1.600.000 toneladas de material estéril de cantera, marginales, lodos de precipitación y efluentes líquidos en el dique principal.

En líneas generales, el uranio afecta la salud humana porque es radiactivo y también tóxico. El uranio absorbido por un ser humano se distribuye ampliamente en el organismo, pero se deposita preferentemente en huesos, riñón e hígado. Del 1 al 5% de una dosis oral es absorbida por el tubo digestivo (Hursh y Spoor, 1973).  El efecto de una posible contaminación producida por este tipo de sustancias sobre el cuerpo humano es imponderable. En principio, varían de organismo en organismo y según el nivel de radiactividad. Las radiaciones pueden dañar las células de ADN que producen cáncer y otras derivaciones genéticas alcanzando a las generaciones futuras.

Es importante esta última parte de las posibles consecuencias: pueden demorar años en llegar sin disminuir en su peligrosidad.

El biólogo Raúl Montenegro indica que “todo el pasivo sigue activo” en cuanto a que no se conoce de qué manera se está trabajando sobre los residuos pasivos de baja radioactividad en la mina de uranio de Los Gigantes: “Estamos enfrentando los pasivos que deja la actividad minera, queda claro que la preocupación no es sólo el proceso de explotación sino que, como ha pasado en el caso de Córdoba, nosotros tenemos lo que ellos no quieren tener, ya que no han sido remediados ninguno de los pasivos”.

El reclamo y remediación, sin información

En el año 1987, el entonces diputado nacional José Manuel De la Sota recurría a vívidas imágenes para reclamar ante el Congreso de la Nación sobre la necesidad de hacer visible el problema: “Existe un complejo uranífero en Los Gigantes totalmente deficiente, que en casos de lluvias o de actividad extraordinaria, contamina el río San Antonio y sus afluentes. Esta contaminación produce alteraciones en la flora, la mortandad de los peces y el impresionante espectáculo de las pezuñas de las vacas totalmente carcomidas por estar en continuo contacto con las aguas contaminantes”.

Previamente, en el año 1985, Alberto Constantini, entonces titular de la CNEA admitió la contaminación química de los cursos de agua cercanos al complejo minero. En el 86´, recrudecieron las denuncias en torno al impacto ambiental percibido por los vecinos en el color del río San Antonio y la mortandad de peces en las costas del Lago San Roque.

Aquel reclamo hacía eco de las denuncias efectuadas por vecinos de Tanti y las otras comunas enclavadas a la vera del San Antonio: Cuesta Blanca, Icho Cruz, Mayu Sumaj, Tala Huasi, San Antonio de Arredondo.

A 28 años de ese pedido de atención, Juan Carlos Ferrero, quien fuera uno de los convocados para monitorear la “remediación” de la mina a cielo abierto y su contaminación en el año 2006, asevera: “No sabemos qué se hizo en su momento. La CNEA dice que hay un monitoreo pero nunca tuvimos acceso a la información desde las observadoras de la sociedad civil. Nosotros creemos que la negación sistemática de la información es porque nunca se hizo nada”.

En los años 2005 y 2006, la CNEA solicita al Banco Mundial un crédito para la remediación ambiental de los entornos afectados por las minas de uranio a cielo abierto de la RA. En respuesta a ese pedido y como requisito de contralor, el BM solicita la convocatoria de un organismo titulado Foro Social. El programa destinado al trabajo sobre las minas se denomina PRAMU, Proyecto  de Restitución Ambiental de la Minería de Uranio.

Este Foro estuvo integrado  por varias organizaciones de la sociedad civil, entre ellas Greenpeace, APROAS, FUNEAT, ADARSA, CEDHA y FUNAM.

Juan Carlos Paesani, de Funeat, recuerda sobre la cuestión: “La primera divergencia surgió con el nombre del proyecto porque era imposible hablar de restitución: una montaña destruida no puede restituirse, en realidad se iba a trabajar sobre lo ya intervenido para remediar y poner a resguardo”.

El Foro tuvo como coordinador a Juan Carlos Ferrero y convocaba a personalidades del ambientalismo como Raúl Montenegro y el arquitecto José Vélez. Las reuniones tenían lugar en la Universidad Tecnológica Nacional en Córdoba.

“Se dedicaron a este Foro muchas horas de las distintas personas que componían las distintas instituciones, era un trabajo ad honorem que implicaba un compromiso muy grande pero entendíamos que debíamos constituirnos para conseguir que llegara el aporte económico, dado el daño que, tanto la mina de los Gigantes como El Chichón en Alta Córdoba, seguían ocasionando así como estaban”.

Sin embargo, los problemas comenzaron cuando el Foro Social pidió a la CNEA que les remitiera la información de los estudios efectuados en el Complejo Minero de Los Gigantes con los alcances de la contaminación detectada y cuáles eran las medidas que se iban a implementar.

Ferrero relata: “Cuando terminamos de ordenarnos y comenzamos a requerir la información pertinente para trabajar comenzaron las idas y vueltas, que sí, que no. En un momento, ya cansados, le enviamos un pedido de informe directamente al Banco Mundial preguntando si ellos tenían el informe de la CNEA sobre diagnóstico y propuesta de remediación y si ya había llegado el dinero. El Banco Mundial nos contestó que ya habían entregado un adelanto y que, efectivamente, tenían el informe pero no les correspondía participarnos oficialmente de él”.

“Por otros medios, y dada la importancia de las personas que participaban del Foro nos hicimos con el informe que contenía datos sorprendentes.

Inmediatamente después recibimos un llamado de la CNEA en Buenos Aires donde nos indicaba que para conocer los datos debíamos ir allá, instalarnos en donde se nos iba a indicar, avisarle a una persona en particular que nos iba a recibir y mostrar, en resumen, permanecer totalmente controlados de nuestros movimientos. Nosotros le contestamos que el problema era de Córdoba, nos habían convocado en Córdoba y debía resolverse acá”, relata Ferrero. “Finalmente nos llamó un abogado y me dijo que teníamos que ‘demostrar que éramos el Foro Social’, fue realmente una tomada de pelo”, concluye.

El Foro Social, convocado por la misma CNEA para obtener el crédito del Banco Mundial nunca pudo cumplir con su función de monitoreo de las acciones de remediación sobre  las mina de uranio de Los Gigantes porque nunca pudo acceder a la información que le fue sistemáticamente negada: “A partir del 2006 no nos llevaron más el apunte”, dice Ferrero y coincide con Montenegro en que “no querían que el Foro Social accediera a la información enviada al Banco Mundial”.

En el año 2010 se publica en el Boletín Oficial de la Nación Argentina el  otorgamiento de un crédito del Banco Mundial para la intervención sobre las minas de uranio de la Argentina de 30 millones de dólares. Allí mismo se informa que la mitad se usó para Malargüe y el resto de los yacimientos obtiene tareas menores.

Desde el sitio de la CNEA se informa que, “el programa de monitoreo ambiental implementado por el PRAMU para el Sitio Los Gigantes contempla el monitoreo de agua subterránea y superficial y a fines de evaluar la situación radiológica ambiental se realiza monitoreo de gas Radón (222Rn) y progenie de tasa de dosis de irradiación externa en el Sitio Los Gigantes.  En este sitio se deben estudiar dos escenarios: el tratamiento de los líquidos del dique principal y la gestión de las colas de mineral. Para completar los estudios necesarios para la ingeniería de remediación, se finalizaron estudios complementarios y la ampliación de la red de piezómetros instalados en el sitio”.

En la nota realizada por la periodista Gabriela Origlia para La Nación, la CNEA responde a los cuestionamientos sobre el proceso del PRAMU:  “para completar los estudios necesarios para la ingeniería de remediación, se finalizaron estudios complementarios y la ampliación de la red de piezómetros instalados”. Indica que de la evaluación de los datos, se observa que las dosis de contaminación en el agua son “muy inferiores (<30%) a los niveles de referencia y límites permitidos por la normativa nacional vigente. Lo mismo sucede para los trabajadores del sitio, que son inferiores (<10%) a los límites establecidos”. No da más detalles de plazos ni soluciones definitivas.

 

Presente y futuro

Desde la Cooperativa Integral, prestataria del servicio de agua en Villa Carlos Paz y zona de influencia del río San Antonio, el ingeniero Juan Carlos Sola asevera que, “se realizan los controles bacteriológicos de manera diaria y físico químicos de manera semanal y mensual. Hemos enviado a laboratorios específicos controles, asimismo, en busca de trazas de metales radiactivos y todo ha permanecido siempre dentro de los niveles normales de las aguas del río San Antonio”.

“Podemos decirle a la población desde Cuesta Blanca hasta Carlos Paz que se quede muy tranquila en cuanto a la calidad del agua que llega a los hogares”, destacó el profesional.

Cabe preguntarse a la luz de las voces que reclaman y aquellas que sostienen que se están haciendo los controles correspondientes cuál es, en definitiva, el problema en torno al yacimiento abandonado en pleno proceso de producción cuando extraía de la tierra un material de peligrosa manipulación como el uranio, quién dice la verdad y quién miente, o todos están diciendo su verdad sólo que no hablan de las mismas cosas.

Y el planteo se encamina a que la remediación ambiental sobre el deterioro abierto por la mina tan propuesta y discutida no termina de visualizarse o, por lo menos, no conforma a los observadores de la sociedad civil que deben ser los fiadores fundamentales que se han reducido las posibilidades de escape de materiales peligrosos de sus lugares de contención en Los Gigantes.

Por otro lado, la contaminación denunciada es milimétrica, pequeña, gota por gota, indetectable para este momento histórico y de allí su enorme peligrosidad porque pone un manto de oscuridad sobre las generaciones futuras, aquellas que deberán seguir respirando y consumiendo su agua y alimentos en esta tierra cordobesa que debe seguir siendo habitable para todos, los que están y los por venir.

 

Nota correspondiente a la edición n° 388 del semanario La Jornada, del 11 de octubre de 2015.

 

2 COMMENTS

  1. ¡¡¡Nobleza obliga: Muchas Gracias a la Periodista Valeria Flesia y al Diario La Jornada!!!

    Es gratificante ver que desde el Periodismo de Investigación se coloque sobre la superficie un problema que viene desde hace muchos años, por la explotación irresponsable del Yacimiento Uranífero Los Gigantes o Yacimiento Otto Schlagintwett.
    Ese Yacimiento, que está en el patio de atrás, de los Municipios de Punilla Sur, en la Reserva Hídrica Los Gigantes, poco ha importado a la CNEA COMISIÓN NACIONAL DE ENERGÍA ATÓMICA, Gobiernos Provinciales y Locales del Territorio en cuestión.
    En el año 2007 se ocupó la Banca del Ciudadano en el Ex Concejo Deliberante de Villa Carlos Paz, presentando un Proyecto de Ordenanza sobre la Reserva Hídrica Los Gigantes (Ley Provincial N° 8941) donde está el Yacimiento Los Gigantes. Lamentablemente por egoísmos que no se entienden, el proyecto no prosperó.
    Se repitió el mismo procedimiento en el año 2009, y en este caso salió una tibia DECLARACIÓN que no produjo ni produce resultado alguno.
    Por estos días, varios medios de prensa han tomado la problemática del Yacimiento Los Gigantes y se han hecho eco de ello:

    VER:
    http://www.lanacion.com.ar/1832523-cordoba-vecinos-preocupados-por-los-residuos-del-ex-yacimiento-los-gigantes
    http://www.diaadia.com.ar/cordoba/denuncian-abandono-de-mina-de-uranio-en-los-gigantes
    La CNEA la ha faltado el respeto al FORO SOCIAL, que fue creado dentro del Proyecto PRAMU Proyecto de Restitución Ambiental de la Minería de Uranio.

    VER:
    http://www2.cnea.gov.ar/biblio/cba/templates/cnea/pramu.html
    http://www2.cnea.gov.ar/biblio/cba/templates/cnea/pramu/areas/cordoba.html
    http://www1.hcdn.gov.ar/proyxml/expediente.asp?fundamentos=si&numexp=5969-D-2006

    En el año 2012, seguimos reclamando sobre esta cuestión en el Concejo de Representantes de Villa Carlos Paz, sin respuesta alguna:
    http://vcp-porlatierra.blogspot.com.ar/2012/02/nota-ingresada-en-el-concejo-de.html
    Seguiremos denunciando y haciendo conocer a la Opinión Pública sobre esta cuestión.

    No tenemos la menor de las dudas, de la preocupación y ocupación de todas las demás ONGs que forman parte del FORO SOCIAL del Proyecto PRAMU. Todas estas Organizaciones dejaron mucho de sus tiempos y sus dineros para llevar adelante lo que la CNEA creó por exigencias del Banco Mundial para la consecución de un crédito.
    ¿Ya lo consiguió, y no necesita más del FORO SOCIAL?
    Por lo menos debiera rendirse cuenta de los dineros que pudieron haber venido y en qué se los utilizó, para ver en que estadío se encuentra “LA REMEDIACIÓN” ya que de “RESTITUCIÓN” no se puede hablar.

    FUNDACIÓN EDUCACIÓN, AMBIENTE Y TRABAJO

    http://www.funeat.org.ar

  2. Lamentablemente y como sucede con varias cuestiones, en Carlos paz se olvidan de los pioneros. Los primeros que denunciamos fuimos los ambientalistas de COnaco cba, que luego se llamó PHUMA (Protección Humana del Medio Ambiente) que precisamente naciò para oponerse a la Mina de Uranio. Fue la ONG que realizò la Primera Marcha multitudinaria por la calles de Carlos Paz. Y no fue la ùnica marcha. Además de enviar cartas documento a los presidentes Menem y Alfonsín denunciando esto. Audiovisuales, visitas a las escuelas y hasta una feria de ciencias. En fin, la cuestiòn no es quièn fue primero, sino saber el gènesis de la cuestiòn y que siga estando presente ahora, por esta nota. Creemos que ya deberìa haberse remediado, pero… la corrupciòn y el no te metas hacen lo suyo.

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