Los hilos de la historia de la ex-Fábrica Textil: abandono y expropiación

Por Evelina Ramírez

Exterior de la ex-fabrica textil en la actualidadEn la edición anterior del semanario La Jornada repasamos los orígenes de la ex–fábrica textil, que se remontan hacia el año 1964. Abordamos su época de máximo esplendor, cuando albergó hasta 300 personas trabajado (hombres y mujeres que cumplían 3 turnos laborales). Repasamos lo importante que fue la política de eximición de las tasas municipales para la radicación de industrias en una Villa Carlos Paz.

La no continuidad de las medidas de exención impositiva para las industrias, sumado a la aplicación de medidas económicas de corte neoliberal a partir de la instauración de la dictadura cívico-militar (basadas en la apertura de importaciones, la desregulación de la económica y la no protección de la industria nacional), produjeron el ocaso de la fábrica textil (que a lo largo de su historia tuvo dos nombres: textil Punilla y Textil Sierras de Córdoba).

El cierre de la fábrica ocurrió el 30 de abril de 1980. Desde ese día, la fábrica dejó de ser un espacio de producción para convertirse, con el correr de los años, en una mole de cemento abandonada. Tras su cierre, no se realizaron nuevas actividades productivas en el lugar. “Dijeron que iban a hacer como un supermercado; después dijeron que iban a hacer un polideportivo, un montón de cosas dijeron, pero no hicieron nada”, afirma Manuel García, uno de los trabajadores entrevistados de mayor antigüedad.

En efecto, sobre la ex–textil se han proyectado distintas ideas. Una publicación del diario La Voz del Interior con fecha del 25 de marzo de 2009 da cuenta de la idea de crear un “espacio cultural y de capacitación en artes y oficios” semejante a la Ciudad de las Artes de Córdoba Capital.

En el año 2007, durante la intendencia de Carlos Felpeto, el municipio inicia un juicio de expropiación para hacerse de las instalaciones ubicadas en un predio de 14.175 metros cuadrados. El juicio se cerró en el año 2012, durante el gobierno de Esteban Avilés, cuando la municipalidad debió afrontar un embargo de $ 4.047.735. Embargo que, dicho sea de paso, recayó sobre la cuenta de afectación específica destinada a la protección del faldeo montañoso.

Desde esa fecha hasta esta parte, muchas han sido las ideas y propuestas que se plantearon como uso para los predios de la ex–textil. La revista “Sumate” producida y difundida por el municipio en el año 2013 habla de la fábrica de adoquines proyectada para este espacio como “una solución económica con mano de obra local”.

Para efectivizar esa idea, en el 2012 la municipalidad firmó un convenio con el Centro Vecinal de barrio La Quinta Primera Sección y la Cooperativa San Cayetano. “(…) con la conformación  de una cooperativa, vecinos de nuestra ciudad tienen un trabajo que, a su vez, brinda un servicio de gran utilidad para la comunidad”, prometía (¿o mentía?) la revista municipal. Si hoy se ingresa a la textil, nos encontramos con la adoquinera llena de polvo y telas de araña.

La otra propuesta que el gobierno de Avilés planteó para la ex–textil fue la construcción de un Centro Cultural. La idea nació desde el Presupuesto Participativo Joven del año 2013. “Este será un espacio recreativo, de contención,  con talleres de cultura,  aulas para música entre otras dependencias. Esta será la primera actividad que hagamos en el corto plazo. Para nosotros la descentralización es una prioridad y este proyecto también va a cambiar el aspecto de esta zona”, expresaba Avilés en mayo de 2014.

La revista proselitista de Carlos Paz Unido “Ganamos todos” -repartida antes de las elecciones de junio de 2015- también hace alusión a la propuesta.

En febrero de 2015, se hizo la apertura de sobres del llamado a licitación para la provisión de material y mano de obra para la construcción del Centro Cultural de la ex –textil. El presupuesto oficial es de $ 1.200.000 pesos y sólo hubo un oferente: Marcelo Puchetta que presentó una oferta económica de $ 1.091.905,50 pesos.

En aquel momento, Avilés decía: “En 25 días daremos inicio a la obras en el lugar”. El plazo de ejecución de la obra definida en el pliego era de 90 días. “A mi criterio, estamos con un ritmo apropiado. Solo hemos tenido algunos inconvenientes con la lluvia. Calculo que en dos semanas lo estaremos inaugurando”, dijo a La Jornada el contratista Marcelo Puchetta cuando lo entrevistamos a comienzos de noviembre.

El Centro Cultural proyectado sólo implica la refuncionalización de una pequeña porción (400 metros) del edificio total. Puchetta precisó que allí se construirán tres aulas, una sala de auditorio, la recepción y las oficinas de adelante.

Además habló de los inconvenientes que presentaba la infraestructura. “El edificio estaba en muy mal estado. Teníamos hasta árboles arriba del techo. Tuvimos que hacer toda una tarea de impermeabilización de los techos. Hicimos trabajos en el piso, colocando porcelanato, revoques. Construimos los baños. Hicimos paredes de durlock y renovamos la fachada”, describió.

Puchetta comentó que la estructura del edificio era buena, el problema fue el deterioro al que quedó sometido con el paso del tiempo y la no realización de ninguna tarea de mantenimiento. Estamos a medidos de diciembre. Veremos si antes de que termine el 2015 se cumple con esta promesa hecha a los jóvenes en 2013.

Vale mencionar también que en el predio funciona desde hace años el gimnasio Formando campeones, donde más de 80 chicos entrenan diariamente en boxeo y otras disciplinas.

Recientemente, y tras la firma del convenio Suma 400 con la Universidad Nacional de Córdoba, se abrieron nuevas promesas de uso para la textil. El objetivo principal del programa es aportar al fortalecimiento de las capacidades de gestión locales colaborando con los municipios y comunas en el diseño de políticas públicas centradas en la construcción de una ciudadanía social.

Para ello, Suma 400 coopera con los municipios facilitando el acceso a herramientas para la gestión inclusiva y asesorando en el diseño conjunto de políticas y programas adecuados a las necesidades de la población local y así contribuir al efectivo cumplimiento de los derechos ciudadanos.

“Para nosotros es muy importante por el abanico de posibilidades que permite el programa. Es un convenio que está enfocado en colaborar con el municipio en el diseño de políticas  y programas sociales que hagan a la inclusión y a la participación de las personas”, dijo a Radio Next el secretario de Calidad Institucional, Cultos, Participación Vecinal, Educación y Juventud, Darío Zeino.

Algunos de los programas incorporados al Suma 400 son: Escuela de Formación en Oficios, Ordenamiento territorial, Diplomatura en Gestión Local del Desarrollo Territorial, entre otros. El funcionario indicó que tras la firma de este convenio, cada área del municipio puede avanzar en el diseño de políticas públicas, con el asesoramiento de profesionales dela UNC.

“Nuestra secretaria –dijo Zeino- avanzará en lo atinente a capacitaciones en oficios. Para nosotros es muy importante, porque estamos avanzados en la inauguración del Centro Cultural, que tiene un espacio para las capacitaciones en oficios. Vamos a hacer una mini-escuela de oficios, que a su vez permitirá articular con programas de terminalidad educativa”.

Sentido de pertenencia

La textil tiene identidad obrera, como el barrio que lo contiene. La fábrica albergó cientos de ilusiones, sueños, proyectos personales. Cientos de historias de vida hombres y mujeres que compartieron jornadas enteras de trabajo. “La textil significó mucho en mi vida. Era una industria que pagaba bien”, dice Lisando Quinteros y mantiene fija su mirada en la foto.

Manuel, por su parte, comenta: “Esta casa –el lugar donde realizamos la entrevista- me la hice trabajando en la textil. Y el primer autito que tuve, un Fiat 600, fue gracias también a trabajar en la textil”.

A la pregunta de qué uso debería dársele al edificio de la textil, los trabajadores no dudan y responden “algo que le sirva al pueblo, a la ciudad”. Quizás responden eso justamente considerando el significado que la textil ha tenido en su vida.

Nos gustaría cerrar con esa idea, la de convergencia entre pasado y presente.

Porque para que un espacio sea valorado, apropiado (en el sentido de que vecinos y vecinas desarrollen un sentido de pertenencia hacia el lugar y, en consecuencia, lo cuiden de manera colectiva), es necesario poner en valor ese pasado.

Que la topadora de la desmemoria no vuelva a pasarnos por arriba. Que la textil vuelva  cobrar vida, que sea importante para la comunidad, sin dejar de tener presente ese pasado obrero.

 

Nota correspondiente a la edición n° 397 del semanario La Jornada, del 13 de diciembre de 2015.

LEAVE A REPLY

Please enter your comment!
Please enter your name here