Los 80 de “la Bernabé”

Por Evelina Ramírez

Tapa_392_la_jornada_08-11-15La escuela Ricardo Bernabé Fernández tiene corazón. Un corazón que es colectivo. Un corazón luchador. Un corazón que ha resistido y defendido la importancia de la escuela pública. Y ese corazón late más fuerte que nunca en estos días, porque la escuela ha cumplido 80 años.

Fui a esa escuela, al igual que mi mamá, mis tíos, mis hermanos y primos. Y así como la mía, generaciones enteras de otras familias se educaron en esas aulas. Aulas que el viernes pasado fueron recorridas con nostalgia por los egresados, ex-docentes, personal de maestranza y ex-directivos de la institución, en el marco de los festejos por el cumpleaños de la escuela.

La lluvia no empañó la fiesta. Al contrario, se vieron postales de recuentros. Abrazos, anécdotas, risas y buenos recuerdos de una escuela que, tal como dice el lema elegido para este año, sigue “dejando huellas”.

“Tengo una emoción enorme. Veía la cara de los ex-docentes, de los ex-alumnos. Ya desde el jueves decíamos que el objetivo se había cumplido, cuando veíamos el Facebook lleno de comentarios de chicos que se reencontraban. Seguro muchos seguían viviendo en Carlos Paz, pero hacía tiempo que no se veían. El objetivo de este cumpleaños era el recuentro, y se cumplió”, dijo la directora María Elena Marconi.

A María Elena le tocó comandar la escuela en este aniversario especial. Y los nervios se le notaban en el rostro. Ingresó como docente en el año 1985 y tenía 26 años. “Tengo 30 años de carrera docente y en la Bernabé estuve 27. De las docentes que estamos en actividad, soy la que más años ha transcurrido en la escuela”, dice con orgullo y agrega que tres veces le ofrecieron ser titular en otra escuela y que rechazó la propuesta. “Yo quería ser maestra de la Bernabé”, contó.

Durante la celebración estuvieron presentes ex –directivos de la institución, entre las que cuales estuvo Stelvia Isolina Lafranconi de Arredondo que hoy tiene 97 años y fue directora de la escuela durante el periodo 1956-1978; Gabriela Arellano (directora en el año 1984), Elsa Panelli (año 1989-1992) y Graciela Bertone (año 1993-2000), entre otras.

Un repaso por la historia

El actual barrio de Villa Independencia nació como una urbanización autónoma. Su fecha de fundación data de 1928, año en el que se aprueba el loteo trazado por Juan Iros, un comerciante industrial cordobés que también fue diputado nacional por el radicalismo.

Uno de los principales impulsores de la instalación de una escuela primaria en Villa Independencia fue Clemente Luengo, quien además de ser el propietario del almacén de ramos generales más importante de la zona, tenía a su cargo la distribución de servicios públicos como la red de agua corriente y la estafeta postal.

El artículo 12 de la Ley Provincial de Educación vigente en aquellos años establecía que ninguna escuela fiscal podía crearse “con menos de cuarenta alumnos en edad escolar, ni sostenerse con menos de veinte y cinco de asistencia media”. Es por ello que Luengo y otros reconocidos vecinos se comprometieron a participar de la comisión vecinal de apoyo se pudo llegar a completar dicho requisito. Fue así que, finalmente, el Consejo Provincial de Educación resolvió, mediante acta Nº 332 del día 28 de febrero de 1935, crear una escuela primaria mixta de tercera categoría.

En la libreta de calificaciones del año de 1937 perteneciente a Ennio César Luengo (hijo de don Clemente), figura que el nombre de la institución educativa era “escuela Fiscal de Villa Independencia”. Poco tiempo después adquiriría la denominación que la acompañó por varios años: Domingo Faustino Sarmiento.

De acuerdo con el Libro de Edificios Escolares del año 1934, la escuela disponía de un aula de 5 por 8 metros, ocupando una superficie total de 1.600 m2. Según este documento, la vivienda que se destinó para el funcionamiento de la escuela se hallaba en la calle San Martín (actualmente denominada Las Rosas) y era propiedad del Sr. Harold Hasting, quien le alquilaba el lugar al organismo oficial por una suma de 25 pesos.

A poco de andar, y tras enterarse de que la institución no seguiría desarrollando sus actividades en la vivienda de la calle San Martín (por razones económicas), Luengo decidió ofrecer sin cargo una de las habitaciones que había construido junto al almacén para que la escuela pudiese continuar con sus tareas educativas. Así lo testimonió su hijo Ennio: “Fui a la escuela de Villa Independencia cuando daban clases en lo de mi viejo. Mi padre se la prestó al Consejo para que dieran clase ahí. Yo fui ahí hasta tercer grado y todavía no estaba la escuela [actual]”.

El primer director que tuvo la escuela Domingo F. Sarmiento de Villa Independencia fue el docente José Antonio Nieva, quien se desempeñó en el cargo hasta el año 1936. Cabe acotar que, en función de lo establecido por el artículo 59 del Reglamento de 1938, el director cumplía la función de maestro en las escuelas de tercera categoría.

No obstante, la primera maestra fue la señora Sara Brochero de González. “Era la única maestra en ese tiempo. Se venía en un ómnibus desde Córdoba, que pasaba a tal hora, y se tenía que tomar el que venía de regreso, porque era el único que había”, relató el vecino Rafael “Fayelo” Desimone. Ennio Luengo, por su parte, resaltó el hecho de que la maestra era sobrina del legendario Cura Brochero y detalló que vivía en el barrio Alberdi de la ciudad de Córdoba, al frente del Club Belgrano.

La labor realizada por la señora Brochero de González dejó una huella imborrable en sus alumnos, tal como quedó reflejado en el siguiente testimonio de Rafael De Simone: “Era una potencia de mujer. Nos enseñó hasta tejido, y tejíamos todos: alfombras a mano, de todo nos hacía hacer. La queríamos mucho”.

Testimonio muy valioso también es el recopilado por la periodista Inés Martínez, en coordinación con las docentes de la institución, que entrevistaron a Stelvia Isolina Lafranconi de Arredondo. “Los días pasaban como en cualquier escuela de campo o de barrio. Me recibí de docente a los 33. Era profesora de arte decorativo (…) Yo pedí el traslado a Villa Independencia. Estaba como directora de tercera (en referencia a la categoría que tenía la escuela en ese momento). Había una sola maestra para primero y segundo grado; y después tercero, cuarto y quinto estaban todos juntos. Más adelante pusimos otro maestra para sexto y séptimo”, recordó.

 

Pasado, presente y futuro

Esto es una parte pequeña, pero trascendental, de estos 80 años de vida de la escuela Domingo Faustino Sarmiento de Villa Independencia, rebautizada desde la sanción en 1988 del decreto Nº 7.579 como Ricardo Bernabé Fernández. A lo largo de ese recorrido la institución fue creciendo junto con nuestra localidad, alcanzando la escolaridad primaria completa e integrando a sus funciones tareas extraescolares socialmente muy valoradas, como el PAICOR.

Los cumpleaños son fechas en las que nos animamos a pedir deseos. Y los deseos que han planteado las personas entrevistadas para este informe son diversos: recuperar el patio, ampliar el techo, construir dos nuevas aulas para darle mayor comodidad a los estudiantes, un polideportivo…

Pero hay un deseo en común: que la escuela siga manteniendo ese mismo espíritu comunitario y solidario. Ese espíritu que la hizo crecer, con el esfuerzo de toda la comunidad educativa (estudiantes, docentes, padres, directivos, trabajadores de maestranza).

Es ese corazón del que hablamos al comienzo, que sigue latiendo colectivamente.

¡Feliz cumpleaños, querida escuela!

 

Enrique Arcos: “Siento a esta escuela como mi casa”

Bernabé Fernández -- Enrique Arcos (al medio), en una de las tantas actividades de la cooperadoraTrabajador silencioso. No busca los flashes. Va de un lado al otro, intentando solucionar el inconveniente del momento, tratando que todo luzca perfecto. Se llama Enrique. Aunque para muchos es simplemente “Don Arcos”, portero de la escuela Ricardo Bernabé Fernández e histórico presidente de la Cooperadora. Humilde. Honesto. Sencillo. En su trabajo de hormiga lo acompaña siempre su esposa Mercedes.

“Estamos festejando los 80 años de mi casa”, le dice a La Jornada, en los pocos minutos que se toma para hablar, apartándose del disco en el que se fríen las empanadas que se venderán para recaudar fondos destinados a la construcción de dos aulas que la escuela está necesitando.

En octubre pasado cumplió 30 años de trabajo dentro de la escuela. “Hice cinco años en la cooperadora y en 1990 empecé a trabajar en la escuela (como personal de maestranza). El año que viene me jubilo. Todos mis hijos pasaron por esta escuela. Mi hija más chica es ahora la profe de inglés de la escuela”, recordó.

Sostuvo que la escuela “ha crecido a pulmón” y que en esta labor ha sido fundamental el trabajo de la Cooperadora. “En pocos años, la escuela creció muchísimo. Las aulas de la planta baja las hizo todas la Cooperadora, al igual que el patio de la escuela, el escenario. Nos falta un pedazo más para completar el techado del patio. El gobierno nos ha ayudado muchas veces, pero la Cooperadora ha puesto mucho esfuerzo en este lugar”, detalló.

Y remarcó con emoción: “La Bernabé en mi vida, es todo. La llevo dentro de mi corazón”.

 

La promo 83, presente

Bernabé Fernández - Promo 83Miriam Casas, Cecilia García, Claudia Aguirre y Sonia Cuello son parte de la promo 1983, cuando la escuela se llamaba Domingo Faustino Sarmiento. “Los recuerdos que tenemos son hermosos”, expresaron. Comentaron que notaban cambiada la escuela y recordaron el patio que había hacia atrás, por donde cruzaba un arroyo. “Desde que terminamos el primerio no nos vimos más, pero ahora nos estamos reencontrando”, expresados las egresadas.

 

Gerardo Cvejanov: “Uno llega a la clase de Educación Física, y los chicos me están esperando”

Bernabé Fernández -Gerardo Cvejanov, en sus comienzosGerardo Cvejanov es docente de educación física. O simplemente “el profe Gerardo”. Ingresó a trabajar en la escuela en 1989, con apenas 22 años. “Estoy a punto de cumplir 27 años en la escuela. Vi cambiar mucho a la escuela, sobre todo en lo edilicio. Antes teníamos patio al costado, donde había un espacio para hacer la celebración de la Pachamama. Ahora allí está el jardín. Donde teníamos la cancha de futbol, ahora hay un loteo de casas.

“Cuando faltan espacios físicos, siempre se va quitando lugar donde se practican las actividades deportivas. Una de las características que tenemos que tener es la improvisación. Por eso improvisamos lugares o cambiamos actividades”, expresó.

Reconoce que su materia es una de las más esperadas por los alumnos y que guarda muchas anécdotas. “Uno llega a la clase de Educación Física, y los chicos me están esperando. Todavía tengo la misma pasión que cuando empecé y ojalá me dure para mucho más”, dijo.

 

 

La promo 95 y un regalo para especial la seño María del Carmen Izaguirre

Bernabé Fernández - Promo 95Los integrantes de la promoción 1995 tuvieron un gesto especial. En principio, entregaron a la escuela una plaqueta en la que dejaban sus saludos por los 80 años. Además, los exalumnos María Eugenia Ramírez, Ezequiel Peralta, Sabrina Ramos, Sonia Quinteros, Evangelina Milán, Germán Domínguez, Emiliano Avilés y Soledad Grassi subieron al escenario a entregarle a la señorita María del Carmen Izaguirre un ramo de flores y una carta.

“He tenido el regalo más preciado de mi vida”, dijo la docente con enorme gratitud y solicitó la publicación de la nota.

Querida Seño María del Carmen:

¿Cómo empezar a escribir lo que solo se siente? ¿Cómo encontrar la combinación de palabras exactas que describan eso que nosotros hoy y siempre sentimos por usted? Tal vez así sea un buen comienzo.

Una gratitud INMENSA es la que sentimos. Gratitud por su incapacidad de subestimar a sus alumnos, por esa fe ciega que siempre tuvo en la educación, por esa confianza que supo transmitirnos en cada una de sus acciones y gratitud por hacernos saber que nosotros éramos parte de su esperanza, de su granito de arena en esta lucha que desde la docencia se hace por un mundo mejor.

Sentimos gratitud por una innumerable cantidad de pequeñas cosas, detalles menores que hacen que la recordemos con alegría. Y la recordamos así porque supo marcarnos, dejar en nosotros una huella imborrable en lo más profundo de nuestro corazón. Porque supo exigirnos, desafiarnos, alentarnos, acompañarnos.

La recordamos alta, rubia, grande… muy grande, porque grande era y es para cada uno de nosotros. Y es grande porque tiene convicciones, porque es una luchadora, porque es una mujer bien plantada, porque fue toda una madraza. Es grande porque hizo de la escuela un lugar donde era posible pensar que un mundo más justo puede ser realidad; hizo del aula un lugar de amparo cuando un mundo acelerado, imprudente y desconsiderado parecía llevarse por delante a todos, sin distinción de edades.

García Márquez supo escribir sobre el final de una de sus grandes obras algo así como que es la vida y no la muerte la que no tiene límites, porque en cada encuentro que la vida nos regala se da un nuevo comienzo; en cada encuentro algo se transmite, se transforma. Por eso sabemos que buena parte de lo que nosotros somos es gracias a lo que usted supo ver en nosotros. Y por eso hoy la recordamos así.

Porque es y será inolvidable para cada uno de nosotros es que hoy no queríamos dejar pasar la oportunidad de acercarle este presente.

Siempre será nuestra seño… y no sólo eso, siempre será nuestra seño favorita. La queremos un montón.

Sus alumnos de séptimo grado B, promoción 1995”.

 

Nota correspondiente a la edición n° 392 del semanario La Jornada, del 08 de noviembre de 2015.

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