Villa Carlos Paz despidió el último verano con optimismo y marcadas expectativas de cara al futuro. Después de un par de años a la baja, el turismo repuntó hasta cerrar una temporada buena y se especulaba con sostener la tendencia a lo largo del año.

Hasta ese momento, fines de febrero, el coronavirus era algo que estaba muy lejos… allá por China y Europa.

Todo cambió el 3 de marzo. Ese día se confirmó el primer caso de Covid-19 en Argentina, y el impacto fue inmediato.

Las medidas tomadas por el gobierno para frenar el avance de la pandemia (declarada así por la OMS el 11 de marzo) fueron abruptas y las decisiones a todo nivel vertiginosas.

Primero se prohibieron las actividades recreativas que generaban aglomeración de personas. El 15 de marzo se suspendió el dictado de clases presenciales. Y el viernes 20 de marzo comenzó a regir el aislamiento social, preventivo y obligatorio, decretado por el presidente Alberto Fernández en todo el país.

Aunque claramente entendible desde el punto de vista sanitario, al punto que nadie cuestiona esta decisión, la cuarentena pegó de lleno en el turismo.

Y Villa Carlos Paz, ciudad turística por excelencia, sintió el impacto con un freno total de la actividad.

Se esfumó rápidamente la posibilidad de tener un buen fin de semana largo en marzo, le siguió una inédita Semana Santa con la ciudad vacía y las expectativas para las vacaciones de julio cayeron a cero.

Uno de los segmentos turísticos que sostienen la actividad durante el año, el de los jubilados, quedó descartado de plano. El otro, el estudiantil, tambalea y las opiniones se dividen entre quienes lo dan por perdido completamente, y los que aún mantienen esperanzas en salvar al menos una parte.

En este contexto, el clima generalizado es de máxima preocupación tanto por la necesidad de mantener las fuentes laborales como por la subsistencia de los diferentes emprendimientos.

Ejemplo de ello es que, a nivel nacional, las diferentes instituciones que agrupan a los empresarios del sector turístico pidieron al presidente que declare la emergencia, algo que todavía no ocurrió.

“Nos preocupa no solo el factor económico, sino toda la situación en sí. Es un problema mundial, y no sabemos cuánto va a durar esta realidad”, dijo Leonardo González, presidente de la Asociación Hotelera y Gastronómica a VillaNos Radio. Y consideró que el colapso “es general y total” por lo que, aun en el caso que se levante la cuarentena, muchos establecimientos no estarían en condiciones de reabrir”.

“Lo que necesitamos es que la ciencia detenga la expansión del virus y que volvamos a tener una vida normal. Si eso no sucede no hay medida económica que alcance y todos vamos a tener que hacer fila en un merendero o en un comedor popular para que nos alimenten. No sé si soy demasiado tremendista pero esa es la realidad”, afirmó.

Desde la Región Centro de la Federación Empresaria Hotelera y Gastronómica de la República Argentina (FEHGRA), su coordinador Alejandro Moroni reclamó al Estado municipal, provincial y nacional “medidas que ayudan a paliar esta pandemia”.

El carlospacense no se anduvo con vueltas y sostuvo que el sector necesita créditos a tasa cero, exención de impuestos, y que los gastos fijos operativos que no se pueden cortar, por ejemplo la energía eléctrica, tengan un “tratamiento diferencial”.

Y es justamente la tarifa que cobra la Empresa Provincial de Energía de Córdoba, uno de los principales motivos de queja y pedido de revisión.

“Epec se niega a colaborar en la emergencia económica”, se titula una carta abierta a la opinión pública que se difundió a mediados de abril con la firma de cerca de 150 empresarios y comerciantes de Villa Carlos Paz.

El escrito incluye un mensaje directo al gobernador Juan Schiaretti: “no aguantamos más”.

“Hoy ante una situación tan extrema como inédita, el gobierno nacional nos pide a todos un gigantesco esfuerzo. Esfuerzo que parece no ser compartido por la totalidad de los actores de la economía.

Hemos recibido facturas de Epec como si nada hubiese ocurrido. Con costos que reflejan demanda fija para grandes consumidores además de impuestos y percepciones que distorsionan de manera desmesurada el importe final”, señala el documento.

Entre los “cargos distorsivos” que figuran en las boletas del servicio aparecen el ‘costo fijo por demanda’, ‘percepción de Ingresos Brutos-Percepción DGI’, y el ‘impuesto municipal del 10%’.

“Tenemos la firme decisión de mantener nuestros comercios y empresas en funcionamiento y con nuestros empleados. Vamos a colaborar con todo lo que nos sea posible.

No queremos que nos regalen nada. Simplemente pedimos y mientras dure la emergencia, pagar solo los consumos que produzcamos con los impuestos correspondientes a esos consumos”, enfatizaron.

Días después, la Región Centro de FEHGRA difundió un video donde realizó un pormenorizado análisis del impacto en la tarifa de EPEC de los costos fijos e impuestos.

“Epec, costos fijos e impuestos, el infierno detrás de la pandemia”, se tituló el informe. Más claro…

Así las cosas, e independientemente del tema puntual con Epec, el panorama del turismo es completamente incierto, con todo lo que eso significa para Villa Carlos Paz.

Foto: Luis Tórtolo

Nota correspondiente a la edición n° 552 del periódico La Jornada, del 29 de abril de 2020.

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