El imaginario femenino en tiempo de #NiUnaMenos

Por Valeria Flesia

tapa_435_la_jornada_25-09-16-webA pocos días de un nuevo aniversario de la promulgación de la ley que dio acceso al voto a las mujeres argentinas y las convirtió en ciudadanas recién en 1947, arrecian las noticias en torno al resto de los derechos a los que aún no ha accedido justamente como ciudadanas: la protección, la seguridad, la igualdad ante la ley.

En tiempos en que el imaginario femenino se pone en tensión es importante recordar que, a lo largo de los siglos, la mujer siempre estuvo peleando por reconocimientos.

Por dar algunos ejemplos, la lucha desde fines del siglo XVIII y durante el XIX fue por el acceso a la educación que recibían los hombres, la académica, y por no quedarse con la que se preveía para la madre y esposa: las labores de la casa, el tejido, el bordado, la cocina y la crianza de los hijos. El ideal de aquel siglo que se proyectó hasta avanzado el siglo XX y que, en muchos casos, continúa vigente provocando reacciones airadas tanto en hombres como en mujeres, era el de la “angelización”, una mujer identificada con imágenes bíblicas que ocupaba el trono del hogar practicando las virtudes de la castidad, la abnegación y la sumisión.

Se reivindicaba la maternidad sin sexo, que retrocedía a la oscuridad sacrosanta del lecho compartido en el que el disfrute era un secreto pecaminoso, tanto es así, que a los niños los traía la cigüeña.

Se entendió en algún momento que una mujer mejor preparada podía educar mejor a los hijos y pudo acceder a la educación formal para formar a propios y ajenos manteniendo en alto los valores del Estado en formación. Esta posibilidad amplió sus horizontes intelectuales y empezó a juzgar al mundo que la obligaba a comportarse de determinada manera. También surgieron las diferencias de clase en los valores hegemónicos que jerarquizaba a las mujeres: una señora de clase alta podía tener un ejército de asistentes realizando las labores hogareñas.

Ella, entonces, podía salir del hogar pero para dedicarse a una escogida vida social y a la beneficencia en términos de formación en valores morales para las menos favorecidas. Las costumbres y hábitos que se imponían eran aquellos que servirían para que luego fueran buenas servidoras en las mismas casas de las señoras: honradez e integridad moral, limpieza y, por supuesto, manejar muy bien las ollas y la escoba. Se reproducía el modelo de clase en el que la mujer ocupaba una posición de subalternidad sin posibilidad de acceso a espacios de decisión política y social con el cartelito de “reina del hogar” y se ocupaba de la formación de otras mujeres que repetirían el modelo.

Entre los variados sucesos que alteraron las condiciones históricas y sacudieron al mundo ya iniciado el siglo XX, se encuentra a la mujer en otra lucha. La creciente industrialización permitió el ingreso de mujeres a la fábrica como obreras y con esta realidad la lucha por la reivindicación laboral, por la igualdad de condiciones, por el derecho a ser respetada en su integridad corporal y sexual. En efecto, las obreras de las primeras generaciones fueron sometidas a largas jornadas de trabajo en locales oscuros, mal ventilados, sin sanitarios y con salarios inferiores a los de los hombres, en muchos casos, a la mitad en la misma tarea.

A esto se sumaba el continuo acoso por parte de capataces y administradores que derivaban en chantaje y abuso sexual. Ante estas problemáticas, los patrones no optaron por defender a las trabajadoras sino, por el contrario, se masculinizó crecientemente el trabajo obrero a través de la especialización cerrando la oportunidad a las mujeres pobres al ascenso social a través de la educación.

Demás está mencionar la fecha elegida como el Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo, una marca negra en el calendario femenino. Se recuerda la huella imperecedera de las mujeres obreras que salieron a la calle a reclamar por una jornada de trabajo inferior a las 10 horas, por igualdad salarial, por un tiempo para dar de mamar a sus hijos. En esos días de oscuridad, más de cien mujeres murieron calcinadas en una fábrica cuyo dueño clausuró las puertas ante el incendio declarado, enfurecido por las protestas y los reclamos.

La mujer alcanzaría en nuestro país el derecho ciudadano a votar recién el 23 de septiembre de 1947 luego de largas luchas, de marchas y contramarchas. El reconocimiento ciudadano ratificaba, asimismo, además de la obligatoriedad del sufragio a las mujeres desde los 18 años, la posibilidad de candidatearse para los cargos públicos. Mucha agua bajo el puente, ¿cuántos cambios?

 

El imaginario local: la mujer-producto

En un recorte totalmente arbitrario como son, por otra parte, todos los recortes, situamos la mirada en Villa Carlos Paz y su dualidad estacional que se refleja, asimismo, en la gestión económica, laboral, social y productiva. Así, nuestra ciudad es una durante la temporada de verano, y otra durante el resto del año, mal que les pese a quienes luchan denodadamente por instalar el llamado “producto Villa Carlos Paz” como una alternativa productiva los 365 días del año ya en este siglo XXI.

Entre las bondades de este armado marketinero con que se tienta a los turistas para que desembarquen con sus dineros en la ciudad, la mujer tiene un papel muy importante. Y por “mujer” se entiende el papel que su imagen desempeña dentro del combo aportando, esencialmente, belleza corporal, presencia, más o menos piel exhibida, gracia, accesibilidad en términos de simpatía, alegría, predisposición y glamour. Lejos de estas cualidades quedan otras realidades que motivan reclamos esporádicos, reacciones momentáneas que no se trasladan al imaginario que sigue ubicando a la imagen femenina sensualmente exhibida al lado de otros atractivos motivantes como puede ser el alojamiento más económico de la Argentina, la plaza teatral más abultada en ofertas, la variedad en calidad y precios de las posibilidades gastronómicas, los boliches, la noche, el ruido y, allá lejos también, el burrito cordobés y la peperina.

Este imaginario femenino de cuerpos tallados y sonrisas completas de dientes bien blancos que asumen posiciones sugestivas en la imagen que proyecta la ciudad tiene su contracara implícita en los miles de mujeres que trabajan, estudian, se relacionan, crían a sus hijos, piensan y proponen desde distintos ámbitos sociales.

A las consultas en general sobre el imaginario femenino en Carlos Paz se responde, en primer lugar, con las esperadas visitas de verano con los mejores cuerpos de la Argentina. Aunque ya no es la revista el género teatral más buscado con una vedette similar a una diosa inalcanzable que descendía la escalera toda piernas, pechos, conchero y plumas, el cuerpo femenino en exhibición sigue siendo protagonista con otros aditamentos.

Según comenta el productor de una importante agencia, “se buscan otros modelos femeninos porque el gusto del público cambió”.

“Tenés las mujeres que son talentosas y nunca fallan sobre el escenario porque llevan, también, una formación. Tenés las mujeres que no tienen formación pero sí experiencia y después tenés las del momento que creo que no son representativas de un ideal de mujer sino de un sector de la sociedad que consume la TV. Son conocidas por los medios, por un escándalo o por estar en la pantalla, por opinar, y son efectivas en lo mediático. La gente quiere ver el personaje y sacarse fotos: para una temporada sirve y, lamentablemente, si el público quiere ver a esa gente sin talento son pocos los productores que se animan a salirse del esquema”.

De acuerdo a esta descripción tan descarnada, la mujer se presenta como un producto mediático capaz de generar divisas por la exhibición de su vida, de su cuerpo, de sus opiniones, de sus escándalos.

Esto, en realidad, propone un debate social: cómo llega la mujer a ocupar un lugar en el que no importa su formación personal sino sólo su imagen, el personaje que pueda componer y quién o quienes se benefician con eso.

¿El que propone el negocio lo hace desde una visión machista?

Yamil Arce, actor y director de teatro, indica que, en realidad, existen otras producciones que se corren totalmente del lugar de la cosificación de la mujer: “Hay producciones más pequeñas tanto locales como nacionales que buscan ‘vestir a la mujer’ para visibilizar su talento, su formación y su capacidad. Esto pasa también con mujeres muy talentosas, se me ocurre en este momento una Fátima Florez o una Florencia Peña que trajeron a Carlos Paz obras buenísimas pero en el momento en que la prensa les hacía notas no podían sustraerse de lo que circulaba por las redes: escándalos con videos de actos sexuales, denuncias, etc. Yo creo que el problema no es desde las acciones porque se hacen muchas cosas que enaltecen a la mujer, que la muestran en su real dimensión, la cuestión es de difusión, allí se vende el morbo, la degradación, que está fundada en una visión patriarcal”.

El universo femenino que se despliega en torno a las imágenes con más o menos glamour que se proyectan desde el escenario hacia el gran público alcanza al ejército de promotoras que las marcas comerciales grandes, chicas y medianas buscan para la atención y publicidad de sus productos especialmente en el verano cuando llegan los turistas. Desde los bancos hasta las fábricas de pastas eligen jovencitas y, en muchos casos, no reparten nada o no atienden ningún puesto sino que sólo portan la marca estratégicamente estampada en alguna parte de la vestimenta.

Sumando al debate, una activa defensora de la mujer en su libertad personal indica: “no pongo en cuestión que la mujer pueda vestirse como se le da la gana, ajustada, suelta, mostrando lo que quiera. Lo cuestionable es que la marca que la contrata le estampe la firma “Verdulería Pirulo” en el medio de las tetas y de los glúteos, eso es cosificación”.

Otra de las actividades propuestas año tras año para protagonismo del cuerpo femenino son los concursos de belleza, hoy combatidos en todo el mundo por los colectivos femeninos.

Hace pocos días se desarrolló la elección de la Reina de la Primavera, iniciativa tradicional del conductor y periodista Hugo Delgado. La foto de la reina junto a sus princesas muestra a la joven en cuestión en traje de baño y coronita de flores, con muchos regalos en las manos. El concurso, sin dudas, premió la armonía de sus rasgos y de su cuerpo evaluado con poca ropa.

A esta elección que se realiza hace muchos años se contrapone la decisión del intendente de Villa General Belgrano de abrir el debate en torno a la elección de la Reina de la Cerveza en la tradicional Oktoberfest, un evento que tiene 53 años: “En estos tiempos en que todos sumamos al #NiUnaMenos y buscamos concientizar sobre los derechos de la mujer, resulta positivo dejar de dar prioridad a la belleza física y no tomar a la mujer como un objeto”, dijo Sergio Favot y su propuesta ya ha cundido entre localidades del país cuyos gobernantes se han mostrado dispuestos a dar el debate y contribuir a la visibilización de un nuevo paradigma.

Carlos Paz tendría mucho que debatir en vista de que pululan los desfiles en bikini, remeras mojadas, la mejor cola y la promotora más sexy.

 

La lucha de hoy

La historia muestra que la muerte va ligada a la subalternidad femenina desde siempre. Parece grande la palabra “siempre” pero es lamentablemente así. Desde los albores de la humanidad, la mayor fragilidad de su cuerpo la expuso a la violencia del otro masculino que la ubicó en un lugar en el escenario social del que se le hizo y se le hace difícil salir.

La mujer reclamó por el acceso al pensamiento abstracto a través de la educación, por liberarse de la opresión doméstica, por poder trabajar en igualdad de condiciones, por ser ciudadana, por ser sujeto de derechos, por ser dueña de su cuerpo, por elegir en materia sexual, social, reproductiva, por no responder a tipologías corporales elaboradas por imaginarios masculinos, por ser defendida por el Estado, por justicia.

¿Y no son estos los reclamos actuales? Es difícil percibir los logros y los cambios.

Hoy se habla de “violencia de género” y todo lo anterior también lo era. Hoy esta violencia está reflejada en la figura del “femicidio” incorporada al código penal pero hay una jerarquía nefasta en la violencia que nace del papel de subalternidad que la mujer sigue representando en la sociedad y que no se cuestiona o, por lo menos, no se visibiliza para dar el debate.

En estos días se realiza en Villa Carlos Paz la Maratón Solidaria contra la Violencia de Género organizada por el voluntariado del PRO en la ciudad. Eduardo García, uno de los organizadores, cuenta cómo nace esta idea: “Nosotros trabajamos como voluntarios dentro del espacio del concejal Marcelo Cuevas y tenemos distintas comisiones. Dentro de la Comisión de Deportes se nos ocurrió que podíamos hacer una maratón solidaria y pensamos en distintas cosas: juntar alimentos, otras donaciones para llevar a distintas entidades, entre otras ideas. Entonces una compañera sugirió que podría ser para sumar a la lucha contra la violencia de género que es algo de lo que se habla mucho hoy en Carlos Paz”. Consultado sobre de qué manera se harán visibles las consignas de la Maratón para lograr concientización, Díaz indicó que no lo tiene claro: “vamos a ver si hay algún discurso que hable del tema, además se informará de la Línea 144 de asistencia a la víctima de Violencia de Género que está activa para todo el país”.

El voluntario del PRO también comentó que se pusieron en contacto con el colectivo #NiUna Menos de Córdoba y de Buenos Aires y que recibieron una respuesta muy positiva.

Sin embargo, la respuesta de #NiUnaMenos Carlos Paz fue terminante por la negativa. En un comunicado en su página de Facebook, el colectivo local afirmó sobre la maratón contra la violencia de género: “El Voluntariado del Pro Sede Villa Carlos Paz organizará una maratón contra la violencia de género el próximo 25 de septiembre a la cual nuestro colectivo fue invitado.

Como colectivo #Ni una menos Carlos Paz hemos decidido no concurrir porque vemos dicha maratón como un acto simbólico para ser capitalizado por el oficialismo a nivel nacional. El actual partido gobernante junto con el gobierno anterior es responsable del estado de emergencia en violencia de género que hizo necesario que exista un movimiento como el nuestro. Mientras siga habiendo un femicidio por día, no vamos a participar de este tipo de eventos para lavarle la cara a los gobernantes que no asumen sus responsabilidades.

Asimismo, notamos la adhesión a este evento de la Casa de la Mujer y la Familia, institución municipal que deja mucho que desear a la hora de atender a las víctimas de violencia de nuestra ciudad, como hemos podido constatar en múltiples testimonios e inclusive experiencias personales de miembros de nuestro colectivo.

Lo que las mujeres violentadas en nuestra ciudad necesitan no son maratones sino más políticas concretas de asistencia inmediata, contención psicológica, casas refugio, ayuda legal y económica, y, especialmente, un poder judicial que no las revictimice y no se ponga del lado de los agresores”.

En torno a esta respuesta, Anahit Martina de #NiUnaMenos Carlos Paz ratificó la negativa por “la incoherencia que significa estar reclamando al Estado que se haga cargo de esta problemática con acciones concretas y luego participar de un evento simbólico, que se aprovecha del título sin ningún interés en la concientización. Es a ellos a los que les estamos reclamando, entonces no podemos estar del mismo lado”.

Martina señaló, además, que el mismo reclamo se está haciendo hacia la Casa de la Mujer de Villa Carlos Paz: “es una careta, una pantalla para no hacerse cargo de lo que sucede en la ciudad. Nosotros percibimos que desde la sociedad carlospacense nadie se hace cargo de la violencia en que vivimos y, desde ese lugar, es muy difícil denunciar y protestar cuando no está visible el problema: cuando no hay problema no hay nada que solucionar. Creemos, entonces, que antes de la denuncia hay que dar a conocer, insistir, educar sobre el problema y eso es lo que nuestro colectivo comenzará a trabajar y tenemos mucho por hacer”.

Desde el PRO indicaron que la negativa del colectivo en Carlos Paz “es porque son K y quieren politizar la convocatoria”.

Suena, por lo menos, extraño que los representantes de un partido político digan que se quiere politizar cuando sus propuestas nacen de una reunión política. También resulta escaso el aporte a la concientización con sólo un par de vueltas al monumento al general Bustos sin consignas concretas que motiven el debate, que movilicen la reflexión y la vuelta sobre las actitudes cotidianas.

La mujer enfrenta hoy un desafío sin precedentes: lograr que la sociedad entera vuelva sobre sus pasos y cuestione todo lo que viene haciendo desde todos los ámbitos, que se cuestione el imaginario femenino y también el masculino.

Se propone una verdadera revolución en el lugar otorgado al otro.

¿La razón? Es simple: nos están matando.

 

Nota correspondiente a la edición n° 435 del semanario La Jornada, del 25 de setiembre de 2016.

2 COMMENTS

  1. gracias Vale por hacerme parte de esta nota, ahora el sincericidio de algunos personajes es tremendo…. Una Maratón no politizada, y estuvo la Coneja y su comitiva…insisto mas allá de mis diferencias con algunas organizaciones que integran el NI UNa Menos, tengo que decir que las acciones de este colectivo son mas verdaderas, lógicas y valederas que el circo de la maratón…

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