Por Evelina Ramírez

Con el objetivo de analizar el contexto político argentino en un escenario latinoamericano convulsionado, el politólogo Atilio Borón estuvo en Villa Carlos Paz los días 16 y 17 de diciembre, participando de diferentes actividades organizadas por la Cooperativa Integral, el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos y el Centro de Estudios y Formación Marxista Héctor P. Agosti.

En su visita, Borón recorrió la Coopi y pudo conocer el trabajo diario que lleva adelante la institución en la prestación de servicios públicos. Fueron dos jornadas de intensa formación política con uno de los grandes referentes de la izquierda latinoamericana, opositor a los proyectos neoliberales y a sus ideólogos más conocidos, como Mario Vargas Llosa. Crítico acérrimo del capitalismo y uno de los intelectuales que ha hecho importantes aportes conceptuales hacia la construcción de un camino hacia el socialismo. 

A la hora de hablar del escenario argentino, el politólogo reconoció que Alberto Fernández asume el gobierno en una coyuntura compleja. “La situación heredada es infernal. Tener más del 40% de pobres en un país como el nuestro, que tiene una capacidad de producción fenomenal, es inadmisible. Es una muestra de la ineptitud de la clase dirigente”, dijo. 

En este sentido advirtió que “la gente está esperanzada, pero no ilusa”.

En su exposición en la tertulia de la Coopi, Borón desglosó los pilares sobre los cuales se fundamenta el capitalismo contemporáneo: el poder financiero, el poder económico, poder mediático y el poder judicial.

“Uno puede tener la sensación de que llega al gobierno y tomó el poder y en realidad no es así. El primer pilar del poder en el capitalismo contemporáneo es el capital financiero. Es el más móvil. El que se puede trasladar en cuestión de nanosegundos y es el que ha crecido de una manera exponencial. La segunda pata está dada por los dueños de las riquezas fundamentales de los países. En el caso de Argentina: la agricultura, el petróleo, el gas y los minerales.

“Tercera pata decisiva: el poder mediático. Eso es fundamental. El control de los medios de comunicación es decisivo para garantizar la continua reproducción de un modelo que fracasó, como es el neoliberalismo. Sin embargo, a la gente se le sigue diciendo que hay que hacer un esfuercito más. Y el cuarto poder sobre el cual se asienta toda esta estructura es el poder judicial. En Estados Unidos, en Inglaterra o en Chile ha cumplido ese papel”, detalló.

En esa línea subrayó que el presidente Fernández llegó al gobierno, pero no cuenta con estos recursos fundamentales. “Tendrá que ver de dónde los extrae y cómo, sin que esto genere un clima de tensión social que convierta al país en un lugar invivible”, dijo y celebró el anuncio que hizo ante la Asamblea Legislativa de que emprendería una reforma del Poder Judicial. “Es absolutamente imprescindible que se acabe el famoso lawfare”, enfatizó.

Vale señalar que el lawfare es lo que hoy se conoce como “guerra judicial” y que implica la articulación entre los medios de comunicación y el Poder Judicial para perseguir a dirigentes políticos que formaron parte de gobiernos populares en las últimas décadas.

“Mucha gente dice que no existe, pero es real. Sino piensen en lo que pasó con Lula, que fue condenado a 11 años y medio de prisión sin pruebas. El juez Sergio Moro – que después, de lo corrupto que es, Bolsonaro lo designó como su ministro de Justicia- dijo en su sentencia final que no tenía pruebas para condenar a Lula, pero que ‘tenía la convicción’ de que era dueño de ese departamento”, dijo.

Habló también de la importancia de democratizar el sistema de medios.

“No hay democracia política efectiva sin democracia en el sistema mediático. Si no tengo un país donde la gente pueda tener acceso información de calidad, certificada y verdadera, la democracia es una farsa.  Porque de esa manera llevas a la gente engañada de las narices, con las nuevas técnicas de marketing político”.

Alexia Massholder: “Ternemos que definir qué tipo de democracia queremos para nuestros pueblos”

En el seminario intensivo titulado “América Latina hoy: “democracias” vs imperialismo”, Atilio Borón estuvo acompañado por Alexia Massholder, doctora en Ciencias Sociales, directora del Centro de Estudios y Formación Marxista Héctor Agosti, investigadora de CONICET y docente de la Universidad de Buenos Aires y la Universidad Nacional de Avellaneda.

En su exposición, la catedrática advirtió que las sociedades latinoamericanas post genocidio se han caracterizado por tres aspectos: la eliminación de cuadros políticos a través del terrorismo de Estado; la instalación del miedo en la sociedad; y lo que llamó “endiosamiento de la democracia”.

Sostuvo que después de lo que fue el horror en las últimas dictaduras cívico-militares, se construyó el acuerdo social de que el mejor sistema de gobierno es la democracia. Sin embargo, en la actualidad, es necesario revisar algunas limitaciones, sobre todo en lo que tiene que ver con su aspecto delegativo y que hoy termina siendo un límite del accionar político de los pueblos.

“Hay una limitación que es histórica y tiene que ver con el carácter burgués de la definición de democracia, muy emparentada a la idea de libertad y de igualdad que en el caso del capitalismo se trata de libertades e igualdades en el plano de lo jurídico.

“Jurídicamente todos somos libres y tenemos derecho a la vivienda, la educación. Pero en la realidad, esos derechos están cercenados por la realidad económica. Es una institucionalidad democrática que sostenemos hace muchísimos años que nos es incompatible con la explotación y el empobrecimiento de la gente. Ahí es donde empieza a hacer ruido –más que en los libros-  pensar etimológicamente la palabra democracia que remite un poder del pueblo”, dijo.

En este sentido afirmó que la actual coyuntura habilita a abrir la discusión.

“Tenemos que definir qué tipo de democracia queremos para nuestros pueblos”, afirmó y se explayó: “Los últimos meses en América Latina han demostrado una fragilidad institucional y una inaptitud de las instituciones existentes para contener las necesidades populares. Esas necesidades están siendo cercenadas y reprimidas”.

Igualmente remarcó que, “además de un sistema político, la democracia es también un sistema de dominación”.

“Si queremos subvertir ese orden, tenemos que partir de la base real que tenemos. La verdad es que, como sociedad, producto de las post dictaduras que hemos tenido en los 60 y 70, caímos en un endiosamiento de la democracia un poco acrítica. Quizás sea momento para pensar críticamente de qué hablamos cuando hablamos de democracia”, reflexionó.

Nota correspondiente a la edición n° 548 del periódico La Jornada, del 25 de diciembre de 2019.

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