Por Alejandro Gómez – Director La Jornada


El pasado 9 de abril La Jornada cumplió 20 años de historia como propuesta periodística en Villa Carlos Paz.

Y seguimos.

Aunque creemos que la continuidad por sí sola no significa demasiado, consideramos que en el caso de La Jornada estos 20 años cobran un significado especial.

En este tiempo hemos visto nacer (y caer) infinidad de proyectos comunicacionales que, por una u otra razón, no lograron mantenerse.

Nosotros seguimos.

Pero no ha sido sencillo, ni mucho menos.

Repasemos el camino transitado.

Eran tiempos complicados. El país estaba sumido en una profunda crisis política, social y económica. Hablamos de diciembre de 2001 y los primeros meses de 2002.

Mal momento para emprender cualquier cosa.

Sin embargo, y quizá motivados por ese complejo contexto, tres comunicadores locales resolvieron darle forma a un proyecto periodístico que nació el 9 de abril como el diario La Jornada.

Quien esto escribe, Alejandro Gómez, Fernando Agüero y Juan Pablo Viola asumimos la responsabilidad de llevar adelante esta iniciativa, convencidos que a Villa Carlos Paz le hacía falta otro medio de comunicación. Al poco tiempo, Viola y Agüero siguieron su desarrollo profesional por otros caminos, pero el proyecto se mantuvo.

La Jornada nació como diario. Salía de lunes a viernes, y aunque con una tirada limitada, ese diario conformado inicialmente por unas pocas hojas oficio abrochadas con ganchitos, logró de a poco instalarse como opción informativa.

Sin embargo, la sustentabilidad económica era materia pendiente. Y la continuidad tambaleaba.

Hacia fines de 2006, aceptando una propuesta de Fernando Villa (director de FM Azul), La Jornada cambió su formato y se transformó en el primer diario vespertino de la ciudad.

Y seguimos.

La experiencia duró un año.

La complicada situación económica y la imposibilidad de hacerlo sustentable pusieron al proyecto, una vez más, contra las cuerdas y el ciclo finalizó. El sistema nos obligaba a tener que ‘acordar’ determinadas acciones con los poderosos de siempre. Y esa nunca fue una opción. Entonces, La Jornada dejó de editarse.

Después de un par de meses de analizar otras propuestas, incluso por fuera de lo periodístico, se impuso aquel espíritu que, en 2002, nos había motivado a crear un nuevo medio de comunicación.

Buscamos la manera de seguir adelante. Y para eso hubo que reformular completamente la idea, con el apoyo de muchos que creyeron, y siguen creyendo, en la posibilidad de desarrollar un proyecto periodístico que no sucumba a las presiones de quienes entienden a los medios como meros instrumentos de propaganda o para denostar opositores, o simplemente para mercantilizar la información. De La Jornada sólo quedó el nombre, y el diario le dio paso al semanario

En enero de 2008, con nuevo tamaño, renovado diseño, y una tirada masiva, de distribución gratuita, volvimos a la calle.

Y seguimos.

Durante estos años La Jornada fue cambiando, reinventándose y adaptándose a los nuevos tiempos. En junio de 2012 pusimos un pie en la era digital, habilitando el sitio de internet propio (www.lajornadaweb.com.ar), donde la actualización es diaria.

Más reciente, sumamos experiencia en radio (actualmente en VillaNos, la radio de la Coopi) y televisión (la incursión duró muy poco, vetados por el poder municipal que encarna la Gestión Comunitaria de CPU).

La brutal crisis económica provocada por el gobierno de Mauricio Macri, en 2018, nos obligó, otra vez, a modificar el formato para sostener la gráfica. En octubre de ese año, entonces, el semanario dejó paso al mensuario La Jornada.

Y seguimos.

Hasta el ejemplar de marzo de 2022, salieron a la calle unas dos mil ediciones de La Jornada en sus distintos formatos (diario matutino y vespertino, semanario y mensuario).

A lo largo de estos 20 años, La Jornada relató, desde su mirada, lo sucedido en seis períodos de gobiernos diferentes. Nació durante la gestión de Gustavo Dellamaggiore y se mantuvo durante las dos de Carlos Felpeto, las dos de Esteban Avilés, y la actual intendencia de Daniel Gómez Gesteira.

Sabido es que la relación entre el periodismo y el poder político es siempre compleja.

También es más que sabido que muchos medios se las han ingeniado para crecer -y ganar mucho dinero- al amparo de los deseos y la generosidad de los gobernantes de turno. Con dinero de la ciudadanía, claro.

Quizá por su histórico perfil crítico, o simplemente por rechazar alinearse a la estrategia de comunicación de los oficialismos de ocasión, La Jornada siempre fue percibida como un medio ‘opositor’.

Desde ese lugar, la perversa mente conspiranoica de muchos funcionarios de gobierno que no pueden concebir comportamientos basados en convicciones, atribuyó al proyecto tantos ‘dueños’ diferentes como adversarios políticos o institucionales tenían en cada momento, en un burdo intento de menoscabar la credibilidad de lo informado.

La realidad, en este caso respaldada por las miles y miles de páginas que quedaron escritas, sepulta -y ridiculiza- las acusaciones simplistas. Y a quienes las lanzan. Sólo hay que mirar hacia atrás un poco.

Nosotros seguimos.

Es que, a pesar de los cambios, lo que nunca estuvo en duda fue el ideal que nos llevó a sacar el primer ejemplar, el 9 de abril de 2002: informar, ofrecer material para el análisis y generar debate.

Está claro que tenemos falencias, debilidades, y errores. Pero ejercemos el oficio periodístico con honestidad y responsabilidad.

Y más allá de los logros alcanzados –para algunos serán pocos, para otros muchos- seguimos adelante con este ambicioso proyecto.

Muchas gracias a todos. A los que nos apoyaron desde el primer día, a los anunciantes, a los amigos, también a quienes nos critican y especialmente a nuestros lectores.

Un párrafo aparte para todos los que, desde su lugar, conforman el equipo de trabajo de La Jornada. Sin ellos esto sería imposible.

Son 20 años.

Y seguimos.

Gracias.

Nota correspondiente a la edición n° 576 del periódico La Jornada, del 27 de abril de 2022.

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