Alerta de grooming, también en Carlos Paz

Por Valeria Flesia

 

-Hola

-¿Quién sos?

-Soy amiga de Lucrecia

-Ah, sí.

-¿Vas al colegio con ella?

-Sí, va al otro curso.

-A veces salimos juntas pero nunca te ví. Te gusta ir al centro nosotras vamos.

 

GroomingAsí comienza un diálogo en Facebook entre una niña de 10 años y una desconocida que se presenta como “amiga de” y así, en general, consiguen ser aceptados cuando piden amistad: porque aparecen como amigos de unos amigos. La niña que pide amistad es, en realidad, un hombre adulto que domina muy bien los modos del Facebook, sus códigos, las maneras en las que una niña/niño, adolescente puede aceptar a un desconocido y comenzar a dialogar con él.

Enmascarado tras su conocimiento de las redes, el adulto atravesó literalmente la barrera protectora del hogar y, con un par de clicks, ya está adentro. Ahora comenzará su paciente trabajo para desproteger a su víctima, trabajarlo minuciosamente hasta que salga de su zona segura y tenerlo a su merced lejos de cualquier mirada.

El delito recibe su nombre en inglés: grooming. Hace referencia al conjunto de estrategias que puede usar un adulto para ganarse la confianza de un niño o adolescente, al establecer un lazo de amistad a través de Internet, con el objetivo de obtener alguna satisfacción sexual.

 

-Y me dijo que le mandara una foto mía y se la mandé.

-Le mandaste, tipo selfi?

-Nooo le mandé una foto en que se me ve algo, la parte de arriba. Si no no me da más bola. Vos tenés que mandarle una a él.

-Aaa  y como sería, desnuda?

-Sacate una y mándamela yo te digo.

 

El diálogo entre una niña de 12 años y un sujeto que se hace pasar por una amiga a la que conoció por Internet ya alcanzó un grado tal de confianza que puede pedirle que le envíe una foto desnuda sin que parezca extraño, sin que suene a acoso, todo envuelto en la confianza ciega de la amistad con un par. Por otra parte, la aparición de picardías, de temas “picantes” para conversar con alguien camuflado tras la virtualidad también incide en la liberación de costumbres que, de otra manera, permanecerían totalmente en la intimidad.

Las consecuencias del grooming pueden ser innumerables. Entre los casos que pueden enumerarse de menor a mayor grado de gravedad aunque dicha jerarquización sea totalmente arbitraria y a fines de mostrar el flagelo, se conoció en los últimos días un caso en la localidad de Hilario Ascasubi, provincia de Buenos Aires. Involucra a una adolescente de 15 años que, por un engaño pergeñado por un adulto que se hizo pasar por un adolescente,  terminó enviándole una foto sin ropa. A partir de ese momento, la madre de la chica comenzó a recibir mensajes extorsionadores de una mujer para que le diera dinero a cambio de eliminar la foto que ya había comenzado a circular por grupos escolares.

Alertada la policía de esta situación, se determinó que la mujer que amenazaba era la pareja de quien había engañado inicialmente a la niña y que se trataba de un equipo de delincuentes en esta especial línea de delitos privados que involucran a las redes. Las autoridades se mostraron muy preocupadas por los alcances de la situación teniendo en cuenta que la foto alcanzó estado público y “se trata de un pueblo chico”, indicaron.

A la satisfacción sexual asociada al grooming es necesario agregar, entonces, el delito económico ya que como se observa en este caso en una escala ínfima, también es un método utilizado por redes de trata o pornografía infantil que envuelve al niño y luego continúa extorsionándolo con sus mismas acciones.

 

Internet, el encantador

Tapa_419_la_jornada_05-06-16La atracción que ejerce Internet en niños, adolescentes y jóvenes es innegable así como sus beneficios  en forma de herramienta de conocimiento. La psicopedagoga Patricia Prat hace referencia a la cantidad de recursos de valor que la red otorga a sus usuarios tales como enciclopedias, noticieros, acceso a bibliotecas, cinematecas, etc. También es sustancial su avance en cuanto a las posibilidades de comunicación en tiempo real así como para la recreación a través de los juegos. Desde el punto de vista psicosocial, Prat asevera: “la posibilidad de ir de un lado a otro con un solo “clic”, atrae a la impulsividad, la curiosidad y a la necesidad de gratificación inmediata y de realimentación que tienen el niño y el adolescente.”

Y agrega: “El chat en Facebook y otros programas que utilizan los niños y adolescentes para comunicarse con sus pares les dan la ilusión de un sentido de pertenencia real. Además, les brinda la posibilidad de poder expresar cosas que jamás dirían cara a cara; y muchos lo justifican  como un antídoto contra la timidez. Sin embargo, también juega como una liberación donde se inventan códigos nuevos y se dicen y se reciben cosas obscenas y ofensivas o se intercambian objetos personales como fotos como nunca se haría en la comunicación cara a cara”.

UNICEF (el fondo para la infancia de las Naciones Unidas) brindó en el 2014 un documento que alerta sobre el delito de grooming e informa a los responsables. Lo  denominó ‘Guía práctica para adultos’. Allí define al grooming como “la acción deliberada de un adulto de acosar sexualmente a un niño o niña mediante el uso de Internet”. Y continúa explicando que estos acosadores “suelen generar un perfil falso en una red social, sala de chat, foro u otro, en donde se hacen pasar por un chico o una chica y entablan una relación de amistad y confianza con el niño o niña que quieren acosar”.

“El mecanismo del grooming suele incluir un pedido de foto o video de índole sexual o erótica (pedido por el adulto, utilizando el perfil falso). Cuando consigue la foto o el video, comienza un período de chantaje en el que se amenaza a la víctima con hacer público ese material si no entrega nuevos videos o fotos o si no accede a un encuentro personal”.

Esta descripción del accionar del acosador que engaña a su víctima sólo para abusarla queda corta ante el hecho que culminó, hace pocos días, con el hallazgo del cadáver de la pequeña Micaela Ortega que tenía 12 años y vivía en Bahía Blanca.

Micaela iba al colegio católico Marina Coppa y tomaba clases de patín. El sábado 23 de abril se fue de su casa, engañada por un hombre, con libertad condicional, que se hacía pasar por una nena en Facebook. Un mes después, el femicida confesó y encontraron el cuerpo en un descampado. Según replicaron algunos medios, Ortega dijo que la mató porque no quiso tener relaciones sexuales.

El relato de los sucesos tras la desaparición de Micaela y su búsqueda durante semanas hasta el pavoroso desenlace muestras grietas profundas en la lucha contra este delito tipificado e incorporado en la legislación argentina desde 2013. Como para mencionar algo, se demoró 34 días en obtener el permiso para revisar las conversaciones de Facebook de la niña del cual surgió la conversación con una supuesta amiga que la esperaba en su casa a la cual llegaría tras encontrarse con un “primo”, Jonathan Luna, su asesino.

Así, totalmente desprevenida, marchó Micaela Ortega de 12 años hacia su tortura y muerte en un descampado.

Otro de los datos inquietante refiere a la régimen de salidas transitorias de la que gozaba el asesino desde el 2014 por el delito de robo con violencia. Tal régimen había sido violado en reiteradas oportunidades ya que no se presentó nunca más ante las autoridades por lo que se había librado su orden de captura.

Sin embargo, ante la desaparición de la pequeña, las autoridades no cruzaron datos con otras reparticiones judiciales en la búsqueda de delincuentes sueltos. La última imagen de Micaela la obtienen las cámaras de seguridad instaladas en las calles de Bahía Blanca, a su lado camina su asesino. La imagen deslucida muestra a una niña con una mochila rosa.

La ONG Defendamos Buenos  Aires da a conocer un informe en el 2015 por el cual se producen seis o siete ataques por día en la red social que terminan en la Justicia por denuncia civil o penal. Esa cifra representa unos 200 ataques mensuales y un cinco por ciento de  ellos, unos diez ataques por mes, son denuncias por abusos sexuales. Y esto es sólo lo que puede contabilizarse porque queda plasmado en una denuncia.

 

¿Hay una guía para padres?

Este último caso conocido dio lugar a muchas opiniones dado lo conmocionante de su desenlace. Mientras se buscaba a Micaela se pudo escuchar y leer las opiniones más diversas que alojaban la culpa en uno y otro lugar, en muchos casos, señalando a la familia, señalando a la red social y hasta señalando a la propia víctima.

Consultados algunos padres de adolescentes y jóvenes sobre la incidencia de Internet en la vida de sus hijos describen una situación casi de desborde. “Es imposible apartar a los chicos de la posibilidad de estar conectados todo el tiempo. Es como si ya hubieran nacido con eso y lo tienen incorporado. En casa pusimos un freno al wifi y conozco padres que lo han hecho con los celulares que tienen una cantidad acotada de tráfico de datos. Pero los chicos comparten sus conexiones, o ubican lugares donde wifi está abierto. La conectividad es un hecho y hay que trabajar desde ahí”.

Este panorama debería facilitar la comprensión de que, como todo sistema inventado por el hombre, también tiene sus lados flacos, sus oscuridades: existen delitos propios de la red social y el grooming es uno de ellos y cualquier niño, adolescente y hasta adulto desinformado es vulnerable al acoso con fines sexuales o para el uso de material de tipo sexual con fines de estafa económica.

Y la culpa es de los delincuentes una vez cometido el delito. Pero debe intentar evitarse y la prevención reparte la carga en diferentes actores, todos adultos. El Estado lleva una gran parte al estar obligado a informar, realizar tareas de inteligencia y arbitrar los medios necesarios para que el grooming, tanto en su fase previa de engaño, como en su fase final de abuso concreto sea castigado. El mundo adulto en general, desde la familia cercana hasta la familia extensa del niño, además de tomar conciencia del flagelo como una realidad concreta, deben arbitrar una red que  defienda al niño manteniéndolo informado y alerta. El niño, la niña, el adolescente es la víctima más vulnerable en su desconocimiento de la naturaleza retorcida de quien quiere usarlo, corromperlo y hasta matarlo. La corrupción y la muerte salen totalmente del mundo de la virtualidad y se ubican en la más cruel de las realidades y las jóvenes generaciones, tan hábiles en el manejo de la herramienta tecnológica, también deben aprender a defenderse de ella.

La psicóloga María Julia Orio destaca que, “detrás del grooming hay un adulto y este tipo de delitos no es que pasa en otros lados. Existe, es cercano y yo he tenido casos de consulta aquí en Carlos Paz con adolescentes”.

En cuanto a la franja etaria más afectada, la profesional se inclina por edades críticas entre los 11 y los 15 años y específicamente apunta al uso de chats tipo Facebook que, en muchos casos, son públicos porque los niños no saben restringirlo al ingreso de personas que no sean sus conocidos.

Consultada sobre la prevención, la profesional indica que, “todo pasa inicialmente por la familia, por los adultos que están cerca de esta persona que crece desde su más tierna infancia. Arranca por ahí la comunicación y la prevención. La escuela, después, es subsidiaria de la familia, los medios de comunicación también a través de campañas nacionales y estatales que lleguen a las familias y a través de ellos a los chicos”.

Acerca de la permeabilidad de los chicos a las alertas planteadas por los especialistas en cuanto a este delito que los acecha, Orio asevera que, “muchos están atentos a estas situaciones y, es más, ante su conocimiento de algún compañero que esté atravesando por algún riesgo de este tipo para que podamos ayudarlo. Pero, reitero, es importante mirar al niño, al joven. Y cuando digo mirar me refiero a todo lo que eso implica, involucrarse con él, con lo que está haciendo en sus ratos libres, hablarle, contarle, preguntarle. Por Internet entran muchas cosas, costumbres, hábitos que pueden ponerlo en riesgo y, en realidad, ocupa un lugar que debería ser ocupado por esos diálogos, esas charlas sin interrupción que, a veces, hasta tenemos que forzar un poco porque los chicos están sumergidos en su celular. Hay que tomarse este trabajo sin desfallecer y reiterar lo mismo quizás muchas veces hasta que se comprenda que los riesgos son reales y que nadie está exento”.

Patricia Prat, en torno a la prevención de este delito, dice: “Generalmente, los padres advierten a sus hijos que no deben de hablar con extraños, o abrir la puerta a  desconocidos si están solos en la casa o que no deben dar información a cualquiera que llame por teléfono, controlan dónde van a jugar sus hijos, qué programas de televisión son los más apropiados para ver según la edad,  y que libros y revistas leen; ese  mismo nivel de supervisión y orientación se debe aplicar para el uso de las conexiones online”.

Por su parte, el documento sobre grooming de Unicef dedicado especialmente a los adultos que deben resguardar a los niños explica: “La principal forma de prevención no es prohibir que los chicos hablen con desconocidos en las redes sociales, sino brindarles herramientas para que comprendan los riesgos que existen al compartir datos personales en la web y que conozcan las formas de prevenirlos”.

Y aclara: “Cuando los chicos están aún en la infancia, la posibilidad de hablar con desconocidos efectivamente debe estar regulada por los padres o familiares (…) Para los adolescentes, en cambio, recomendamos reforzar el diálogo, la confianza e inculcar una mirada crítica y reflexiva sobre sus actitudes en la web”.

La Unicef recomienda a los padres “trabajar” ciertos puntos con sus hijos adolescentes; como: no dar información comprometedora por chat, no utilizar la cámara web cuando chatean con desconocidos, evitar que les roben información comprometedora a la fuerza, que comprendan que los datos que se vuelcan en Internet pueden caer en manos de desconocidos con malas intenciones o evitar usar sus nombres completos y datos personales en los emails, entre otros.

 

Un alerta real

La muerte de Micaela Ortega que nunca debió haber ocurrido convoca a preguntarse insistentemente sobre lo que sabemos y sobre lo que no sabemos. Sobre las costumbres familiares, sobre las libertades que circulan en casa que no fueron fruto de un pacto de conocimiento y salvaguarda sino simplemente para no discutir, sobre la falta de información que redunda en falta de compromiso.

Las preguntas alcanzan, también, al Estado, su presencia y su celeridad a la hora de defender a los ciudadanos y especialmente a los más vulnerables, sus herramientas, su inversión en seguridad real. Sobre el texto laxo de las leyes que tipifican los delitos más modernos y su falta de eficacia a la hora de prevenirlos.  También sobre la comunicación tan ponderada, tan mencionada y ensalzada hasta llegar a dar nombre a una era, la era de la comunicación, pero que no alcanza para salvar una vida y, ni siquiera, para mantener a salvo del escarnio público a un niño, niña o adolescente apenas asomado a la jungla de los dedos señalados.

Preguntarse, sin echar la culpa y olvidarse, es permanecer en alerta porque los delincuentes, mientras tanto, asesinos, femicidas, se reinventan día a día.

 

Nota correspondiente a la edición n° 419 del semanario La Jornada, del 05 de junio de 2015.

1 COMMENT

  1. Como mamá y docente el problema es más grave que los chicos pasen horas frente a la compu sin estar supervisados por un adulto, el problema es que tenemos niños y adolescentes SOLOS! totalmente solos, con padres ausentes, chicos que nadie controla ni dentro ni fuera de la casa. Por esa razón una niña de 12 años conoce un falso adolescente de la misma edad y se encuentra con él fuera de su casa. Señores padres haganse cargo de sus hijos!

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