Por Evelina Ramírez

Antes de arrancar este informe, proponemos un ejercicio.

Imaginá que el río San Antonio es surcado por un canal de piedras, que emerge desde barrio “El Canal” (a metros del puente Eduardo Terzi, de barrio Playas de Oro) y termina en barrio Santa Rita (muy cerca del Polideportivo) para desembocar en el actual lago San Roque. Imaginá que esa enorme acequia tiene 8 metros de ancho, 1.50 metros profundidad y que conduce agua a lo largo de 8 kilómetros de largo, atravesando de sur a norte la ciudad.

Placa que recuerda el canal, totalmente abandonada.

Precisamente esas eran las dimensiones del canal que Carlos Nicandro Paz construyó en 1904 para proveer de agua a su estancia. Según consigna el Libro de Oro del Bamba, el 20 de enero de 1904 se comenzó a construir el canal visto la necesidad de desarrollar un sistema de riego para sus tierras. Dos años después, el 22 de septiembre de 1906, quedaría terminado. “El canal llevó a la Estancia Santa Leocadia a convertirse en una de las principales de la zona y contribuyó después en la formación de la Villa Turística, ya que ese canal proveía de agua a casas, quintas, vegetación y hasta pequeños balnearios”, se lee en el libro citado.

La ciudad avanzó en su urbanización, sin respetar la traza original del canal.

Hoy nos queda imaginarlo… o recuperar su historia a través de imágenes y testimonios de los vecinos más antiguos de la ciudad.

Precisamente esa enorme tarea de recopilación y recuperación de la historia emprendieron Eldor “Piti” Bertorello y Luis Tórtolo.

De esta manera desarrollaron un nuevo documental del ciclo “EncuentroS” que lleva como título: “A orillitas del canal”. El material puede verse en YouTube en dos entregas. La primera de ellas aborda la trama del canal desde la toma hasta el centro; y la segunda desde el centro hasta la zona norte, donde terminaba el canal.

La calle azopardo que sigue la traza del viejo canal.

Para su producción fueron entrevistadas más de 40 personas y se realizó un gran trabajo de recopilación documental. “El canal de Carlos Paz es la columna vertebral de la ciudad, que hoy ya no existe. Se ha desvanecido, pero está en la trama urbana”, expresó Tórtolo.

El agua que circulaba por el canal corría por pendiente natural. No necesitaba de ningún bombeo. Tórtolo definió el trabajo como “una recorrida histórica geográfica humana”.

Para su realización transitaron por los ocho kilómetros que tenía en total el trazado original del canal. Lo hicieron caminando, en bicicleta o en camioneta.

El audiovisual tiene hermosas imágenes del río San Antonio y del trazado del canal capturadas a través de un drone. Además, tiene un gran aporte de testimonios de diferentes personas que relatan sus historias y recuerdos en torno al canal.

A esto se suma el valiosísimo material recopilado en la década del ’90 de donde se extraen, por ejemplo, fragmentos de entrevistas al exdiputado nacional Ezio Armando Carena. Incluso, el contraste de las imágenes actuales con las de 20 años atrás permite ver como la urbanización de la ciudad sigue avanzando –o quizás más bien atropellando- sin considerar, elementos históricos y patrimoniales de la ciudad.

El tanque de la residencia Alasino, resiste.

Sólo a modo de ejemplo vale mencionar el tanque de la residencia Alasino, ubicado sobre pasaje Cura Brochero, donde hoy se está construyendo un mega emprendimiento inmobiliario llamado Paseo Quattro. El tanque resiste allí, prácticamente en soledad.

“El desarrollo de este documental lo sentíamos como un desafío y una materia pendiente. Nos parece un tema trascendental para la historia de la ciudad. Es un tema que casi nadie ha tocado. Además, lo encaramos desde un punto de vista más humano. Nos trazamos la meta de hacer un relato colectivo”, dijo Tórtolo a La Jornada.

A lo que Bertorello añadió: “El canal es una de las historias vivas que tiene el pueblo y prácticamente se desconoce, salvo los habitantes más viejos”.

El historiador señaló que no le sorprende que se desconozca este legado puesto que oficialmente el municipio nunca ha promovido la protección del patrimonio ni el conocimiento de la historia local.

“Si no fuera por la actividad privada de los que hacemos algo, que ni siquiera tenemos la carrera de historiadores, se perderían muchas cosas”, dijo y remarcó: “El Estado ni siquiera colabora. Y no me refiero a dinero, sino que aporte material. Que se pueda visitar algún archivo, que se puedan consultar los primeros planos de Carlos Paz. Todo es muy complicado”.

 

Algunos datos históricos

Teniendo en cuenta que los derechos sobre el uso de los cursos hídricos naturales de Córdoba los concedía el Estado provincial, Carlos Nicandro Paz solicitó autorización para captar agua del río para irrigación y consumo domiciliario. Según escribe el profesor José Casas en su libro “A la buena de Dios y del loteador: los comienzos del servicio moderno de agua en Villa Carlos Paz (1906-1952)”, el 13 de agosto de 1903 el gobierno de la provincia le otorgó la concesión de riego, autorizándole además la edificación de una boca-toma y la construcción de un canal de distribución de 7.800 metros.

Todavía persisten los muros del viejo canal, a la altura de la toma.

“A partir de los estudios de ingeniería que había cursado en Córdoba, y contando con la asistencia en las labores de nivelación del Sr. Eduardo Quinteros, Carlos N. Paz inició el 20 de enero de 1904 los primeros trabajos. La zona elegida para erigir el dispositivo de captación del agua se situaba hacia el sur de la estancia Santa Leocadia, en unos terrenos que por entonces no le pertenecían. Por este motivo, Paz procedió a comprar una importante fracción de los mismos al señor Cruz Palacios, para poder edificar allí boca-toma y los tramos iniciales del acueducto. De acuerdo con Gerónimo Llanos, esta decisión estuvo vinculada con la generosidad de su bisabuelo Palacios, pues no era su intención en principio desprenderse de esta porción de tierras: ‘Le vendió teniendo sentido común y siendo una buena persona, porque se podía haber negado por egoísmo, ya que al no tener agua Carlos Paz se perjudicaba. Vos no podés vender loteos si no tenés agua. Pero este hombre, que se ve que era una extraordinaria persona, le vende para que Carlos Paz tenga agua y que pueda Carlos Paz ser lo que hoy es Carlos Paz’”.

Una vez en posesión de este sitio, Paz dio comienzo a los trabajos con la mano de obra provista por los peones de su estancia. La tarea no fue fácil, debido sobre todo a las dificultades que presentaba una geografía serrana sumamente irregular. En su libro “Villa Carlos Paz en el Recuerdo”, Carena relata que Carlos N. Paz “empleó para su construcción la mano de obra de más de cien hombres, quienes avanzaban gracias a la fuerza de sus brazos a través de picos y palas, o bien, cuando las condiciones del terreno presentaban obstáculos imposibles de sortear de esta forma, mediante el empleo de dinamita”.

Una vez concluida la obra, su mantenimiento requirió también la ocupación de una determinada cantidad de trabajadores, lo cual demandaba un esfuerzo complementario de la familia Paz a fin de asegurar la reposición física de quienes llevaban adelante tan sacrificada tarea.

Aquí vale volver a poner la mirada en el documental de EncuentroS, donde aparece el relato de don Sixto Polanco que, en una nota realizada 25 años atrás, relata que por el año 1929 salían a “desbarrar el canal”.

“Salíamos limpiando desde barrio El Canal hasta Santa Rita. Éramos varios trabajando. Íbamos en parejas, de dos en dos”.

Ramón Ignacio Aspitia, Rosario Gallardo y Carlos Capdevilla eran algunos de los peones que tenían como tarea la limpieza del canal. “Cuando llegaba la temporada veraniega, cuando llegaban los pocos turistas que venían a las casas que Carlos Paz les alquilaba, él buscaba gente para que limpiáramos el canal. De ahí venía el agua que se tomaba en el pueblo. Andábamos más arriba de la rodilla, metidos en el agua y en el barro. Trabajábamos de a dos y tirábamos el barro uno para un lado y el otro para el otro. Había que desbarrar bien para que quedara limpito, para que haya agua buena en verano cuando venían los turistas. Eso se hacía únicamente cuando estaba por llegar la temporada”, relató Capdevilla en un reportaje hecho en el año 1992 en su lugar natal: el puesto ‘Los morteritos’, detrás del Cerro de La Cruz.

 

La fuerza de los testimonios

Cuando lo escrito sobre un tema crucial es muy poco, la historia oral es un elemento clave. Los testimonios incluidos el documental de EncuentroS tienen esa gran fortaleza.

Tal es el caso de la palabra de Margarita, descendiente de don Carlos N. Paz, que en parte de su terreno en barrio El Canal conserva la estructura original del canal. “Este lugar son mis raíces y quiero consérvalo para mis nietos”, dijo la mujer a los documentalistas.

Recorrer de punta a punta el canal nos lleva a toparnos con diferentes historias. Aparecen interesantes testimonios de Luis “Coco” Liotard, Carlos Alberto “Gringo” Canciani, Ricardo “Vizcacha” Britos. Así aparece el relato de “el puente del ahorcado”, el tanque y la usina de barrio Los Manantiales, la sede del Salón Rizzutto y del Centro Italiano (ambos construidos hoy sobre la traza del canal).

“En muchos lugares donde se hizo la excavación para colocar la cañería de cloacas en el centro, cruzábamos la zona de canales. Uno de ellos, que lo tengo presente porque fue un frente de obra que yo comandaba, fue en la Av. Libertad y General Paz. Ahí hay un lugar de paso del canal, que tiene una especie de alcantarillado que conservaba los muros de piedra y la arcada de sostén arriba de ladrillos, con una profundidad aproximada de 1.50 metros”, expresa Rubén Zanellatto, histórico trabajador de la Cooperativa Integral y expresidente del Centro Italiano.

La traza del canal nos lleva hasta la avenida Libertad (que antes llevaba el nombre de Costanera). Allí se menciona la usina eléctrica que José Muñoz construyó en 1940 para proveer a su loteo de energía, y al mismo tiempo bombear agua hasta el tanque ubicado al fondo de calle Maipú.

En el documental aparecen, además, testimonios “fierreros” como los de Santiago Carreño, periodista especialista en automovilismo; Mario Viola, pistín del turco Jalisco; y del arquitecto Raúl Vanini, quien recuerda espectáculos como “La semana de la velocidad”.

En el recorrido de la traza nos topamos con historias de familia como los Bazán en Villa Domínguez, encargados de la provisión de leche; la histórica bicicletería “La Veloz” de la familia Bordolini que también tenía como tarea el cuidado y limpieza del canal; los recordados jardines de la familia Nakayama.

Son reiterados los testimonios donde se menciona la cantidad de peces que se sacaban del canal. “Me acuerdo que cuando llovía, venían señoras truchas por el canal. Nos juntábamos con los chicos y sacábamos cualquier cantidad de truchas”, relató el Turco Alí, histórico dirigente del Club Bolívar.

 

Sobre la necesidad de proteger el patrimonio histórico

Haciendo una valoración retrospectiva, la mayoría de los entrevistados coincide en que si el canal se hubiera protegido como patrimonio histórico de la ciudad, hoy tendríamos un parque natural de mucha belleza y valor histórico y natural. “Nadie pensó en cuidarlo. Era un paseo mágico”, expresó Jerónimo Isola, quien tiene su inmobiliaria también ubicado sobre la traza del canal, en al colectora de la Av. San Martín.

Lo cierto es que la urbanización se llevó puesto al canal y toda su historia. La avidez de lucro pudo más que el deseo de conservar para las generaciones futuras un espacio que forma parte del patrimonio de la ciudad.

Según relata el doctor Ángel Belisario Alasino, la municipalidad les fue vendiendo a los propietarios linderos al canal los tramos de tierras públicas.

“La municipalidad le vendió a muchos linderos lo que eran terrenos públicos. Hubo gente que lo compró y otros que no, y allí se fueron construyendo calles”, expresó.

“Es una barbaridad que hayamos perdido 8 kilómetros de una acequia céntrica. Con lo que luchan los pueblos por tener agua y parques… nosotros que la teníamos, la vendimos. Hay un desconocimiento total de la historia”, se lamentó Piti Bertorello.

La obra hidráulica construida por Paz se convirtió en uno de los pilares fundamentales sobre los cuales se asentó el incipiente desarrollo turístico de la zona, ya que favoreció, a partir de la década de 1910, la conformación del primigenio núcleo urbano de sesgo turístico. Hoy, a más de 100 años de este comienzo, el trabajo de EncuentroS ha permitido sacar del olvido y dejar, aunque sea, un registro audiovisual de nuestra historia.

 

EncuentroS y un largo camino en la recuperación de la historia de nuestra ciudad

Desde hace 25 años que Eldor “Piti” Bertorello y Luis Tórtolo están juntos en esta tarea de recopilar historias de la ciudad.

Asumieron el desafío en 1990 cuando le dieron origen a EncuentroS que nació como ciclo en 1990 y ya a partir de 1992 comenzó a emitirse todos los lunes por la noche. El programa permaneció al aire hasta el año 1997. Se emitía por el canal de Carlos Paz y en un canal de Córdoba.

El desarrollo de este programa les ha permitido contar hoy con un riquísimo archivo documental que actualmente están digitalizando y aprovechando para nuevas producciones.

El material que ahora está disponible en YouTube cuenta con el aporte del Ente de Turismo CAPTUR y de la secretaría de Turismo.

“Hacemos este trabajo porque sentimos la necesidad de que quede algo. Lo consideramos un humilde aporte para que quede como legado y como material de consulta”, expresó Tórtolo.

 

Nota correspondiente a la edición n° 498 del semanario La Jornada, del 22 de enero de 2017.

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