Por Jorgelina Quinteros

La herencia revolucionaria se activa cada 8 de marzo. Tenemos la fuerza arrolladora de las poderosas luchadoras que nos antecedieron, una genealogía que nos vincula a la lucha de clases que dio origen al Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Hay en nuestro ADN una práctica de sororidad como respuesta a la opresión patriarcal.

Las movilizaciones del Día Internacional de la Mujer Trabajadora se han transformado en fenómenos disruptivos y rebeldes que dan cuenta de profundos procesos de ideologización y construcción política que están encabezando mujeres e identidades disidentes en todo el planeta.

Nos hermanamos en una red invisible de activistas. Marchamos en cada ciudad por nuestras vecinas y amigas, pero también por nuestras compañeras en Tailandia, Polonia, Kurdistán o El Salvador.

El movimiento de mujeres se fortalece como un actor político que disputa en la agenda de los gobiernos neoliberales su concepción de nuestros cuerpos como territorios a conquistar. Respondemos con un grito colectivo ante el deterioro de las condiciones de vida al que nos somete el capitalismo. Hoy más que nunca, el feminismo es resistencia y revolución, es subvertir todo un sistema de relaciones sociales sexo-políticas que se apropian de nuestra fuerza productiva y reproductiva.

Ponemos el cuerpo contra la represión, nos enfrentamos a la persecución y la criminalización de las que luchamos y decidimos sobre nuestros cuerpos. Nos encontramos en la calle entremezcladas en nuestra diversidad.

Cada paso colectivo es una siembra de un presente soberano y un futuro de conquistas. Ni sumisas, ni calladas. Corajudas, contestatarias y protagonistas de nuestra historia. Las villeras, las originarias, las desocupadas, las migrantes, las estudiantes, las madres, las sindicalistas, las discapacitadas, las amas de casa, las víctimas de trata, las jubiladas caminamos poderosas desarmándolo todo para barajar de nuevo.

Al marchar formamos parte de un despertar transversal a todos los sectores y clases sociales. Nos conectamos a un movimiento universal de lucha a través de un impulso eléctrico invisible pero potente.

Empezar a transitar las calles de la ciudad del brillo y las carteleras que nos exponen como si fuéramos cosas, la ciudad donde con impunidad los comunicadores violan la ley de identidad de género. El Carlos Paz que refuerza estereotipos y desconoce violencias.

El Carlos Paz que deja desamparadas a las víctimas, sin refugio ni contención. Que aprobó hace un año una ordenanza declarando de “interés público, emergencia social y prioridad de gobierno, las políticas contra la violencia de género” sin asignación presupuestaria para que se concrete.

Disculpen la molestia, no hay paz porque nos están matando. Muere una de nosotras asesinada cada 29 horas y esas estadísticas no contemplan a las víctimas de violación, ni a las muertes por abortos clandestinos, ni a las mujeres que desaparecen.

El jueves después de una radio abierta en la Plaza del Avión y un breve festival se realizó una movilización por el centro de la ciudad impulsada por el colectivo #NiUnaMenos Carlos Paz junto a organizaciones sociales, sindicales, vecinos y vecinas. Así fue como Carlos Paz latió al pulsó de miles de ciudades en marcha y marea feminista. La marcha de los abrazos más fuertes.

Las calles son el espacio para empezar a encontrarnos y reconocernos bajo una mirada cómplice y la conciencia plena de que estamos haciendo historia. No estamos solas, no somos pocas.

Abrazos en el medio del llanto, de la fuerza solidaria de estar juntas y sentirnos compañeras. Una emoción arrolladora, un puño en alto y en movimiento. Mientras marchamos, sanamos. La bronca y la impotencia quedan de lado ante la fuerza del deseo y la alegría. La emancipación nos encontrará sonriendo.

Hay un antes y un después en Carlos Paz. La ciudad despierta. Una marea de mujeres, lesbianas, travestis y trans caminaron entre farolas y expresiones de sorpresa por las calles céntricas.

Cánticos con consignas “Vivas y libres nos queremos”, “Aborto legal en el hospital”, “Ni una menos, ni una muerta más”. Los gritos que hacían presentes a las que nos faltan “Andrea”, “Ingrid”, “Dahyana”. Los colores de las banderas de la Asamblea Punilla Sur, el rosa de la agrupación Isadora (Izquierda Socialista), el violeta contra las violencias. Los carteles de las mujeres de la Coopi en lucha por un trabajo digno encabezando la marcha, el verde de los pañuelos de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito tiñéndolo todo.

Salimos a las calles en defensa de nuestras vidas y por nuestros derechos como mujeres y trabajadoras. La violencia machista nos está matando. “En el 2017, 295 mujeres fueron víctimas de femicidios y transvesticidios, y Córdoba fue la segunda provincia con mayor índice de femicidios. Nosotras paramos para denunciar que el Estado y los gobiernos (…) son responsables”, sentenció el documento elaborado por la Asamblea Ni Una Menos Córdoba.

“Nosotras paramos porque hacemos visible el mapa del trabajo en clave feminista, paramos las ocupadas y desocupadas, las asalariadas y las que cobramos subsidios, las trabajadoras de la economía popular, las cuentapropistas y las que realizamos tareas domésticas y de cuidado”, continuó. Y así parimos un Paro Internacional de Mujeres en 57 países.

500 mil marcharon en la Ciudad de Buenos Aires y 80 mil en Córdoba Capital para erradicar la violencia machista. Cientas en Villa Carlos Paz, Villa María, San Francisco, Oliva, Río Cuarto y entre otras ciudades de la provincia.

 

¡Nos paramos, a viva voz!

El 8 de marzo paramos contra los despidos, el ajuste del gobierno y por aborto legal, seguro y gratuito. Paramos porque venimos a denunciar las violencias económicas y estatales inherentes a las políticas neoliberales que producen el empobrecimiento material de las mujeres y la precarización de nuestras vidas. Marchamos para defender nuestras disidencias sexuales y de género.

Parimos desde el sometimiento de una sociedad injusta y desigual un mundo nuevo feminista y sororo en multitudinarias asambleas. Nos organizamos contra el patriarcado y el capitalismo en nuestros trabajos y casas, en las calles y las plazas.

Por tercer año consecutivo, VillaNos Radio organizó una radio abierta bajo la consigna “Nos paramos, a viva voz” para conmemorar esta fecha clave de reivindicación de los derechos de las mujeres y las identidades disidentes. Pasadas las 17 horas en la Plaza del Avión empezó una jornada de encuentro y reflexión que calentó los motores para marchar alrededor de las 20.

Al finalizar la radio, las voces de Natalia Martina, Claudia Ruiz Moreno y Susana Aventuroso fueron el marco musical necesario para estimular que las gentes se pongan en movimiento. También, estuvieron presentes los padres y amigas de Fernanda Moyano, con el reclamo de justicia y libertad para esta vecina en prisión domiciliaria por la causa de la clínica del cannabis medicinal.

El programa fue transmitido en vivo y en directo por el aire de la 100.7, mientras tanto la ronda en la plaza se iba armando, poniendo atención y tomando color.

Hubo un espacio para pensarnos desde las violencias que nos atraviesan. Desde, las que dejan heridas visibles en el cuerpo, hasta aquellas agresiones que destruyen nuestra autoestima y neutralizan nuestra libertad, los micromachismos y la violencia psicológica.

“Uno naturaliza la violencia y los nuevos tiempos que estamos viviendo hacen que la vayamos reconociendo, para tomar conciencia y aprender a defendernos, porque la ley no nos da la respuesta inmediata”, explicó Claudia Ruiz Moreno, integrante de #NiUnaMenos Carlos Paz. Un texto de Marcela Alluz leído por Carina Manassero emocionó el cierre de este bloque.

En este proceso de construcción del movimiento de mujeres como sujeto político, empezamos a generar espacios de decisión y conducción hacia el interior de las organizaciones para posicionar nuestros reclamos con una perspectiva de género. En ese contexto más amplio se entiende la conformación de la Comisión de Mujeres Trabajadoras de la Cooperativa Integral, que formaron parte del segmento dedicado al trabajo.

“Somos 46 trabajadoras. Las mujeres seríamos las primeras perjudicadas si se logra el cometido del decreto del intendente de municipalizar el servicio de agua, porque estamos ligadas mayormente al trabajo administrativo que es el primero del cual la municipalidad prescinde. Somos las primeras afectadas”, expresó Eugenia Nieto, una de las integrantes de la comisión.

A través de este espacio, “estamos encontrando una forma de llegar a la sociedad para salir de esta idea de que nos mandan a decir cosas nuestros compañeros varones”, valoró su compañera Edurne Estévez.

Hablar sobre las mujeres y el empleo hace que inmediatamente surja la diferenciación entre los trabajos formales y aquellos que no están reconocidos. “En la lucha de los trabajadores a las mujeres siempre nos ha costado mucho más ocupar espacios. Quizás por este doble rol que hemos acumulado, por un lado, el trabajo rentado por parte de la patronal y por otro el trabajo que no se paga. Ese que no se ve y que también implica una explotación, que es el que hacemos en la casa e implica que tengamos tiempos más reducidos que nuestros compañeros varones”, aseguró María Rosa Jara, docente jubilada y representante de la Unión de Educadores de la Provincia de Córdoba (UEPC).

“El 8 de marzo es un día para enarbolar valores fundamentales como la justicia, la dignidad y la igualdad. Hay avances, pero hay muchos derechos por alcanzartodavía”, argumentó.

Un bloque del programa estuvo destinado a abordar el tema del debate por la legalización del aborto en nuestro país, cuyo proyecto fue presentado en el Congreso de la Nación por séptima vez el pasado martes. El objetivo fue tratar de brindar herramientas para tratar de problematizar el aborto como un tema de salud pública teniendo como eje la consigna que enarbola la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto: “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir”.

“Hace 10 años está vigente la Ley de Educación Sexual Integral. La ley 26.150 dice que es obligatorio enseñar educación sexual integral en los jardines de infantes y en las escuelas primarias y secundarias del país sean de gestión estatal o privada. También, dice que las familias deben estar informadas”, explicó Analía Goyechea, profesora especializada en discapacitados visuales. Junto a Jimena Fernández, docente de nivel primario, relataron experiencias de la aplicación de la ley en la escuela.

La ginecóloga y docente Roxana Ferreyra, que lleva adelante  el programa de educación sexual integral del colegio IESS, manifestó que no está garantizada la aplicación de esta ley en todo el país y recuperó los aprendizajes de una década de trabajo. “Desde hace seis años tenemos funcionando un espacio de consultoría donde tratamos de acercar los métodos anticonceptivos del discurso a la realidad y allanamos el camino para la atención médica”, argumentó.

Actualmente el aborto clandestino, e inseguro, es la principal causa de muerte de personas gestantes en nuestro país. “Si cumplimentamos las primeras dos etapas vamos a tener una población muchísimo menor de mujeres decididas a abortar. La discusión no es aborto sí, aborto no. La discusión es que en este momento no se nos mueran las mujeres”, sentenció Ferreyra.

Para cerrar la radio abierta, se escuchó la voz de las jóvenes que comienzan a repensarse como protagonistas en un proceso de transformación de las relaciones de desigualdad en vínculos respetuosos basados en la sororidad. Las alumnas del IPEM 348 “Gabriel García Márquez”, Érica Nuñez, Malena Sánchez y Jazmín Calera; junto a Nahir Aguilera y Jazmín Charras del IPEM 190 “Dr. Pedro Carande Carro” compartieron vivencias en relación al abordaje de la violencia y estereotipos de género en la escuela.

“Hacíamos comentarios que no reconocíamos como violencia y ahora sí. Nos hicieron plantearnos cosas que nos estaban haciendo daño y, a partir de ahí, cambió mucho en el curso el trato con nuestros compañeros”, expresaron.

Se produjo un fortalecimiento de los vínculos saludables basado en el diálogo que trascendió de los cursos a toda la institución, pero sobre todo atravesó a las mujeres. “Con nuestras amigas antes no sabíamos cómo hablar si alguien estaba pasando por violencia. Ahora nos animamos y no tenemos miedo”, opinaron. Descubrieron la sororidad y la hicieron práctica.

“Contar con nuestras amigas y saber que está la otra para apoyarte es fantástico, porque no te sentís sola. Tener esa confianza y ver de qué forma nos ayudamos, es el primer paso para no quedarnos calladas”, afirmaron.

Jóvenes que se autoperciben como sujetos deseantes, revolucionadas, empoderadas en sus decisiones, que cuando están juntas saben que no están solas. Pibas sensibilizadas para comprometerse con un futuro libre de violencias que nos encuentre a muchas más marchando abrazadas y con alegría. El camino es por acá y lo lideran ellas.

 

Nota correspondiente a la edición n° 505 del semanario La Jornada, del 12 de marzo de 2018.

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