Sol Marattin: “Con la danza cumplí todos los sueños posibles”

Por Hernán Ibar

Con un presente perfecto, la bailarina de Villa Carlos Paz viene de hacer su presentación semanas atrás en el Teatro del Libertador junto a Marianela Núñez, siendo partícipe del ballet oficial de la provincia que formó parte de la obra “Giselle”.

Radicada en la capital cordobesa, Sol Marattin lleva un ritmo de vida dinámico y se encarga de conjugar sus dos pasiones: el estudio y la danza.

Pero no fue todo casual… la historia arrancó desde muy chica, cuando apenas con un año y medio se llevaba la mirada de todos, siguiendo el ejemplo de sus papás, que en ese momento eran bailarines.

Con el pasar del tiempo, este amor por el baile y la danza se fue haciendo muy fuerte y los resultados no tardaron en llegar.

Teniendo como profesora a Rosalía Sancho, quien la ayudó en su crecimiento dentro de esta disciplina, día a día Marattin fue formándose rumbo al futuro.

Así fue como pasaron certámenes locales, provinciales, presentaciones en el Danzamérica, y luego las obtenciones de becas en la Fundación de Julio Bocca, entre otras.

Sin embargo, el cambio de vida iba a suceder a sus dieciséis años, cuando junto a “Rosi”, su gran ejemplo, recibieron un email para una audición en Estados Unidos.

Con el bolso cargado de ilusiones y sueños, la jovencita carlospacense partió rumbo al exterior…

Las expectativas estaban, pero había cerca de noventa participantes lo que hacía aún más difícil todo…

Finalmente, Sol fue una de las cinco becadas para el curso que duraba dos meses. Sí, su primer sueño estaba cumplido, pero esta película recién estaba por empezar…

Semanas más tarde, el director vio el talento, y perfección que tenía en su postura, por lo que le otorgó una beca anual en los Estados Unidos.

Desde ahí las actuaciones no pararon, y la jovencita que aún no caía lo que estaba haciendo, se lució en cada una de las presentaciones hechas en Canadá, o también en el Palacio Bargello de Florencia, Italia.

En total fueron dos años… dos años que no se va a olvidar nunca y una experiencia que aún está en pleno crecimiento.

Hoy, con tan solo 19 años, ya forma parte del ballet oficial provincial en el Teatro del Libertador, haciendo lo que siempre soñó y con esta pasión que la viene acompañando desde su niñez.

Pero esto no lo hubiese logrado sin la ayuda de su familia, que siempre acompañó a la figura de los Marattin, siguiendo los pasos de bailarina que le dejaron sus padres.

En fin… Sol Marattin, es otra historia que tiene la danza en Carlos Paz, y a su corta edad se convirtió en una de las jóvenes con más proyección hacia adelante en esta disciplina, no solamente a nivel provincial, o nacional, sino que ya mostró sus aptitudes en el exterior…

 

– Contenta de formar parte del ballet oficial de la provincia en el Teatro del Libertador San Martín…

– Estoy súper contenta, muchos de los profesores tienen formas de trabajar muy parecidas a las de Estados Unidos. Estoy feliz, y ni hablar que bailamos en uno de los teatros más importantes y hermosos del país.

 

– ¿Qué sensación te quedó tras la presentación de “Giselle” junto a Marianela Núñez?

– La verdad que con Marianela quedé impresionada. Más allá de su técnica, la forma de expresarse cuando baila y la energía que ella transmite es increíble, era impresionante ver cómo te hacía creer que todo lo que estaba pasando era verdad. Logra hacer todo con una naturalidad y una paz que fue hermoso verla y compartir el escenario. Y afuera del escenario es súper dulce y amable. Fue una experiencia única e inigualable, todo muy mágico.

 

– ¿Cuáles son las expectativas para este año?

– Este año empecé la facultad con todas las expectativas puestas en eso, estoy estudiando Ingeniería Biomédica y amo mi carrera, lo que sí requiere muchísimo tiempo de estudio, pero a mí no me cuesta para nada porque la verdad que me encanta. Hasta que le agarré el ritmo a la facultad me costaba ir al salón de danza, tomaba clases una o dos veces a la semana con mi maestra de toda la vida, Rosalía Sancho. Ahora que arranqué con el teatro y la facultad, las dos cosas necesitan mucho tiempo y concentración, me costó organizarme pero de a poco se me fue dando todo. Me vine a vivir a Córdoba que eso ayuda bastante y el tiempo me rinde el doble que si viajara a Carlos Paz. Así que a partir de ahora mis expectativas están puestas en poder aguantar el ritmo para hacer todo lo que me gusta, trabajo a la mañana en el teatro, curso en la facultad a la tarde y noche, y en el tiempo que tengo libre trato de estudiar, estar con mis amigas, mi novio y mi familia.

 

– ¿Qué preparación tenés durante la semana?

– En el teatro estamos de 8.45 a 13.45 horas, tenemos una clase de técnica clásica para entrar en calor, donde trabajamos cada uno en nuestra propia técnica tratando de progresar día a día. Después empezamos con los ensayos de la obra que se esté haciendo.

 

– ¿Cómo se dio la oportunidad de ir a Estados Unidos a tomar clases con tan solo 16 años?

– Era principios de año me acuerdo, yo tenía 16 recién cumplidos y a Rosi (Sancho), mi maestra, le llegó un email que decía que había audiciones para el curso de verano de la escuela Joffrey Ballet Scholl, en New York. Y nos fuimos las dos, no teníamos ni idea como iba a ser la audición, fue todo improvisado. Y cuando llegamos eran noventa bailarines aproximadamente, solamente becaban a cinco, así que no teníamos muchas expectativas ni ilusiones, pero quince días después me llegó un email diciendo que habían otorgado la beca para el curso de verano que duraba dos meses, así que con mi familia empezamos a organizar todo. Me fui los primeros dos meses allá, no caía lo que estaba pasándome, y cuando estuve esos dos meses, el director me vio y me otorgó una beca completa para quedarme todo el año en la escuela. Y cuando entré ahí estuve seis meses, después el director de la compañía juvenil pre profesional “Joffrey Concert Group” me vio y me ascendieron a su grupo donde hacíamos funciones y tours. Recorrí lugares como toda la costa este de Estados Unidos, Canadá e Italia.

 

– ¿Fue muy difícil la adaptación?

– La adaptación no fue nada difícil, a mí me encantaba todo lo que estaba viviendo… Obviamente uno extraña a sus seres queridos, pero al estar contenta con lo que estaba haciendo nunca se me hizo difícil. En Estados Unidos son todos muy estructurados, organizados y correctos, yo amo eso, soy muy perfeccionista, muy organizada y por eso me encanta como es la forma de vida allá. Y además tuve la suerte de rodearme de gente muy linda en New York, especialmente María y su familia, mujer con la que viví mucho tiempo, y mis dos mejores amigas, Mariana que es mexicana y Camila, italiana.

 

– ¿Te acordás cómo arrancaste a practicar danza?

– Danza empecé cuando tenía un año y medio, iba en pañales y con chupete… Todos dicen que me la pasaba bailando, mis papás eran bailarines y la esposa de mi padrino era maestra de danza, así que empecé de bebé y Rosi, mi maestra, se encargó de que me gustara cada vez más.

 

– ¿Qué referente tenés dentro de la danza?

– Marianela siempre fue mi inspiración más grande, junto con Polina entre otras bailarinas. Y obviamente mis referentes van a ser mis maestras, ellas son las que más me inspiraron.

 

– ¿Te planteaste algún sueño en esta disciplina?

– La verdad que logré cumplir muchísimos más sueños de los que tenía en un principio. Tuve demasiadas experiencias hermosas, bailar en el teatro del Palacio Bargello en Florencia, Italia, siempre digo que fue una de las experiencias más hermosas que tengo. Creo que toda bailarina sueña con bailar ahí. Además, tuve la oportunidad de estar, conocer y tomar clases con grandes figuras de la danza. Ahora me tocó bailar con Marianela por ejemplo. Ya cumplí todos los sueños posibles, lo que algún día soñé y más todavía, no puedo pedir más nada.

 

– Importante el apoyo de la familia para tu crecimiento en la danza…

– El apoyo de mi familia es incondicional, sin ellos no hubiera podido lograr nada. Voy a estar siempre agradecida por todo lo que me ayudan, apoyan y me contienen.

 

Nota correspondiente a la edición n° 480 del semanario La Jornada, del 27 de agosto de 2017.

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