“Aunque la Cucuza se vista de Messi” (Plazoleta del Reloj Cu-Cú – Noviembre de 2022)
La grata costumbre de ‘tunear’ al Cucú de ocasión nos encuentra en el lugar indicado, en el momento preciso, en el instante perfecto.
Jorge abre la puerta trasera del majestuoso Reloj Cucú, legado antiguo del ingenio y el tesón alemán para nuestras sierras.
Está aquí desde mayo del 1958 y el pájaro canta (hasta morir), cada media hora, religiosamente, como si no extrañara su Selva Negra original.
Jorge se hace a un costado en el estrecho voladizo trasero, que ahora luce más recóndito aún, aplastado casi por un jardín vertical que, dicho sea de paso, pide a gritos por una lluvia horizontal. Al hacerse a un costado, pasa este servidor con la cámara al hombro y se coloca en el otro extremo de la pequeña losa, que ruego a ese mismo ingenio alemán, que esté bien calculada, como para dos teutones voluminosos.
Por entre ambos, tras trepar la escala vertical de hierro, pasa Noelia, munida de hilo, aguja… y una camiseta argenta tamaño mini que Germán, de Turismo, le acaba de entregar entre chistes y risas por el tamaño y el diseño.
Mi nona decía que, aunque ‘La Mona’ se vista de seda, mona queda. Nada hay escrito, hasta hoy con este irreverente relato, acerca de que es lo que pasa cuando ‘La Cucuza’ se viste de Messi.
Porque en eso estamos.
Noelia le calza la celeste y blanca por sobre las alas de madera desplumada, cuidando de no dañarlas.
La Cucuza ya está vestida de Messi y los celulares está listos para cazarla para la posteridad.
Si en Qatar las cosas salen a pedir de los argentinos, estas fotos serán vistas una y mil veces.
Que así sea.
Nota correspondiente a la edición n° 583 del periódico La Jornada, del 30 de noviembre de 2022.
