#Agua Salvaje

Por Alejandro Gómez – Director de La Jornada

Avilés - salvajeTuvieron que pasar algunos años hasta que, finalmente, Esteban Avilés mostró su peor cara. Y la que mejor lo representa: personalista y autoritario.

En menos de dos semanas, dinamitó la alianza que lo llevó al poder y sumió a la ciudad en un conflicto de características inéditas, tras lanzarse por la Cooperativa Integral.

Y lo que se presentaba como un transitar tranquilo en su segundo período de gobierno, ahora mutó a incertidumbre.

Lo bueno es que, por lo menos, ya dejó de lados las apariencias.

Así como destacó en todo este tiempo la labor responsable y democrática desarrollada por el Concejo de Representantes, cuando se encontró con que su voluntad no tenía eco, sin sonrojarse pasó al plan B: un referéndum. Ya.

Con el afán de imponer su voluntad expone a sus laderos más incondicionales al límite del ridículo. Pasó con las entrevistas que concedieron los secretarios Sebastián Guruceta (General) y Rubén López (Salud Pública), repitiendo como un mantra una serie de afirmaciones que no encuentran sostén fáctico más allá de su imaginario.

También sucedió en el cuerpo legislativo. Así, la presidenta Alejandra Roldán tuvo que salir a decir que “las instancias de diálogo” con la Coopi y en el Concejo “estaban agotadas” para justificar el referéndum. No dijo, Roldán, que con la Coopi Avilés nunca se quiso reunir en cinco años y que, a nivel interno, la municipalización se abordó en una sola reunión que duró un par de horas. Hay discusiones entre niños por algún juguete que son más serias que esa puesta en escena.

En tanto la concejala Soledad Zacarías, en su afán de defender a Avilés, terminó por confirmar las razones del cambio de estrategia del intendente para quitarle el agua a la Coopi. Le preguntaronpor qué, si la intención era escuchar directamente a la ciudadanía, el referéndum no fue contemplado en el proyecto inicial. La explicación dejó al desnudo la endeblez de los argumentos: “El proyecto inicial lo hizo el departamento ejecutivo y veíamos que en primer lugar estaba bien conceptuado, pero después vimos un rechazo de los concejales, y entonces creemos oportuno, porque dentro de lo que pudimos escuchar a los vecinos ellos querían expresarse a través de un referéndum”.

Es decir, Avilés pensó que el tratamiento en el cuerpo legislativo era sólo un trámite teniendo en cuenta la abrumadora mayoría con la que contaba el oficialismo, pero al darse cuenta que no tenía los votos suficientes, decidió ‘saltear’ esa opción y pasar directamente al referéndum. Sin palabras.

Cuando quedó clara que esta era la estrategia, el Frente Cívico, con Walter Gispert a la cabeza, ‘primereó’ un proyecto convocando a un referéndum “municipalización o Coopi” a realizarse en 2017, junto con la elección de diputados nacionales.

Como tardía respuesta, lo que queda del desmembrado bloque de Carlos Paz Unido emitió un comunicado el jueves por la noche, anunciando la convocatoria a un referéndum para el 30 de octubre. Todo un gesto de racionalidad, teniendo en cuenta que la primera fecha que intentaron imponer fue la del 2 de octubre.

Lo burdo de la maniobra obligó al edil Omar Ruiz (CPU) a salir a aclarar que no acompañaba esa postura y que tendrá “opinión propia” respecto al referéndum.

En este contexto, y ante el coro unánime de voces de dirigentes y referentes de distintos espacios políticos, eclesiales, sociales y gremiales, sobre la necesidad de resolver el tema mediante el diálogo, Avilés demuestra que no le importa nada y apuesta al garrote, como los salvajes primeros hombres. Irracional por donde se lo mire.

Algunos funcionarios sostienen que la municipalización del servicio de agua forma parte de las promesas de campaña. Mentira. Ni en las pobrísimas plataformas electorales de 2011 y 2015 presentadas ante la junta electoral, ni en los folletos/revistas hay una mención específica sobre ese tema.

Claro que, tanto apuro para que el municipio se haga con el servicio de agua antes de la próxima temporada de verano, habilita a pensar que, efectivamente, fue una promesa. Pero no a la ciudadanía.

Las expectativas están puestas en lo que sucederá en la sesión del jueves del Concejo de Representantes para saber, si no puede imponer su proyecto, cuál será el ‘plan C’ de Avilés para destruir a una institución con 53 años de vida en la ciudad y que, de acuerdo a sus propias palabras, brinda un buen servicio.

 

Nota correspondiente a la edición n° 429 del semanario La Jornada, del 14 de agosto de 2016.

LEAVE A REPLY

Please enter your comment!
Please enter your name here