A 30 años de una asamblea histórica que puso a los trabajadores al frente de la conducción de la Cooperativa Integral

Por Evelina Ramírez

El movimiento de la economía solidaria busca crear un sujeto político, social, cultural y económico, con una identidad propia que aporte a la transformación en las relaciones sociales y de producción. Y la Coopi se inscribe en esa línea.

El 21 de diciembre de 1986 no fue un día cualquiera en Villa Carlos Paz. Desde temprano, las instalaciones del Club de Pesca comenzaron a llenarse de vecinos y vecinas que participarían de una asamblea que significará una transformación profunda para la ciudad y en la vida institucional de la Cooperativa Integral.

Fue una jornada emblemática, donde un grupo de trabajadores organizados logró asumir la conducción de la institución, dándole un nuevo impulso. De esta manera, la Cooperativa –herramienta clave de la economía popular- fue recuperada para emprender una nueva gestión caracterizada por tener un profundo sentido público en la prestación de servicios.

 

Los hechos

“Una lucha fuera de la pista”. Así titulaba El Bamba en diciembre de 1986. Y cronicaba: “El domingo 21 de diciembre se realizó las elecciones (sic) en la Cooperativa de Aguas Corrientes y se utilizaron las instalaciones del Club de Pesca, las que resultaron virtualmente chicas para contener a los votantes. El clima fue ‘CALIENTE’ no solo por la alta temperatura reinante, sino por los ánimos caldeados en un evidente enfrentamiento entre las listas N°1 que postulaba la renovación del actual cuadro de dirigentes y la lista N°2 que en cierto modo significaba la continuidad actual”.

En esa asamblea se renovaba el 50% del Consejo de Administración.

Por la Lista N° 1 iban como Consejeros Titulares Carlos Nieto, Baudilio Berte, Tomás Mateo, Alejandro Eguiguren y Pedro Rapi. Como Consejeros Suplentes: Jorge Galaverna, Carlos Calvo, Horacio Santacruz. Síndico Titular: Hugo Vasallo. Síndico Suplente: Aldo Lescano.

Por la Lista N°2 se postulaban como Consejeros Titulares: Aldo Rigazio, Alberto Raúl Fernández, Eusebio Herrero, Hugo Luis Palacios, Ricardo Oscar Lucero. Consejeros Suplentes: Francisco Martínez, Santiago Gregorio Gabba, Víctor Hermes Merlino. Síndico Titular: Ítalo Américo Villada. Síndico Suplente: Juan B. Angelino.

Transcurrida una hora del inicio establecido para el comienzo de la asamblea, se mociona que se sesione únicamente con los asociados presentes al momento de iniciarse las deliberaciones. Esto generó cruces entre los representantes de ambas listas.

“Finalmente, por amplia mayoría y en exclamación a viva voz, se impone la moción del Ingeniero Domenella que establece que se permita el acceso al recinto de todos los socios hasta el momento de iniciarse la votación de las listas y se cierren los libros de asistencia en ese momento, por haberse vencido la hora de la asamblea”, se lee en el libro de actas de ese día.

A las 13:30 se dan a conocer los resultados. 413 votos para la Lista 1 y 185 votos para la Lista 2.

“En este estado, no habiendo impugnación de votos y conforme al artículo 10 inc. G del Reglamento Interno, se procede a la consagración por medio de la Junta Escrutadora de la Lista N°1 como ganadora en la citada elección”, señala el libro de actas.

 

Antecedentes y factores claves

La Cooperativa Integral nació hace 53 años en Villa Carlos Paz, pero tras esa asamblea de 1986 se dio un salto cualitativo. En aquel momento confluyeron dos elementos claves: la organización gremial de los trabajadores y el Movimiento de Juventudes Políticas que, tras la recuperación de la democracia, tenía una efervescencia participativa.

En cuanto al factor gremial, la organización de los trabajadores de la Cooperativa se remonta al año 1982, cuando se constituye la Comisión “Pro-Gremio”.

La declaración de “fundamentos y objetivos” de esta incipiente organización gremial –con fecha del 22 de noviembre de 1982- parte de una definición social del trabajo, el cual contribuye al desarrollo del trabajador y por ende de la sociedad en su conjunto. Es una definición que se desvía de su consideración como mercancía, que condena al obrero a la alienación al separar el trabajo de su realización personal. De allí que se plantea el trabajo como un derecho no solo económico, sino también social y cultural.

En defensa de ello, los trabajadores tienen derecho a asociarse, a fin de alcanzar un desarrollo individual y colectivo basado en los derechos inalienables del ser humano.

“El trabajo humano es la clave esencial de toda cuestión social, desde el punto de vista del bien del hombre. Se debe evitar que el trabajo sea considerado una mercancía sui generis o al trabajador como un mero instrumento de la producción. Si bien el trabajo es una obligación, también es una fuente de derechos por parte del trabajador, derechos que deben ser examinados en el amplio contexto del conjunto de derechos del hombre, que le son connaturales y por tal circunstanciainnegables”, se lee en el documento, que expresa en potencia una conciencia de protagonizar un cambio profundo en la institución.

“Con esa acta en la mano, fuimos al Consejo de Administración, que era una entidad que sentíamos que estaba muy alejada de nosotros. No eran los compañeros que hoy son, como la presidenta y los consejeros que hoy tenemos. Fuimos pensando que nos iban a rechazar la propuesta, que nos mataban. Pero increíblemente no fue así. Nos recibieron bien y nos dijeron que estaban muy de acuerdo en que iniciáramos los trabajos para la posterior agremiación. Esa buena relación duró hasta el primer paro”, recuerda Guillermo “Billy” Grosso, quien ocupó el cargo de secretario de la primera comisión del “Pro-Gremio” y actualmente sigue trabajando en la Coopi como coordinador del Área de Sistemas.

“La Coopi ha tenido una historia rica en su nacimiento. En la prestación de este servicio básico que es el agua. Esto se ancla mucho más cuando el movimiento obrero organizado de la Cooperativa se decide a participar en la vida institucional, en defensa concreta de los intereses de los trabajadores pero visibilizando que sus reivindicaciones de grupo son una parte nada más dentro de la generalidad de la defensa de las mayorías”, relata Alejandro Eguiguren, vicepresidente de la primera comisión “Pro-Gremio” y actual gerente General de la institución.

Al pensar en esa asamblea de 1986, hubo un factor necesario a considerar y es el despido –en agosto de ese año- de tres delegados del gremio: Miguel Eguiguren, Claudia Giudice y Alberto Nieto, quienes reclamaban un aumento de salario cedido por el ministerio de Trabajo. Ante el reclamo, el Consejo de Administración, presidido en aquel momento por Eduardo Boqué Miró, decidió despedir a los tres delegados.

“Ante los hechos que se precipitaron, los trabajadores recibieron el apoyo de MOJUPO”, relata El Bamba en sus páginas y da cuenta del respaldo que los trabajadores recibieron en aquel momento de parte del Concejo Deliberante al aprobar por unanimidad una resolución a través de la cual se le pedía al Ejecutivo que solicite a la Cooperativa de Aguas Corrientes “que se dejen sin efecto los despidos de los delegados del Personal de la cooperativa de Aguas Corrientes de esta ciudad; que se informe en un plazo de 24 horas a este municipio las causales del despido de los mismos; que se informe si la resolución fue tomada por el Consejo de Administración o unilateralmente por el señor Presidente de la Cooperativa y si se encontraba presente el delegado municipal”.

Tras el despido, los delegados iniciaron una huelga y se encadenaron a los árboles que todavía están frente a la Coopi. Los trabajadores, en tanto, iniciaron un paro activo. “Para nosotros era muy difícil venir a trabajar y ver a nuestros compañeros afuera, atados en el árbol”, recuerda Grosso.

La modalidad del paro activo derivó en que el Consejo de Administración pusiera al escribano Herrero a chequear, trabajador por trabajador, si estaba en huelga a no. A la segunda semana, el Consejo de Administración de la Cooperativa decide enviar tres telegramas de despido más. Ese fue un punto crítico. Si bien estos tres últimos despidos no se concretaron, el gremio quedó descabezado.

Pero lo sucedido alentó la lucha que se venía gestando con miras a la realización de la asamblea que renovaría el 50 % de los miembros del Consejo.

El objetivo táctico inmediato era conseguir la reincorporación de los delegados despedidos y el estratégico, era el recuperar una organización popular como lo es una Cooperativa, para ponerla al servicio de las mayorías, en alianza con el Movimiento de Juventudes Políticas (MOJUPO).

El MOJUPO era un movimiento constituido por jóvenes dirigentes de distintos espacios. Había representantes del radicalismo, del peronismo, del comunismo, del Partido Intransigente, entre otros. El retorno a la democracia se vivía con efervescencia participativa. “En 1984 hicimos el primer encuentro. Se hizo frente a la municipalidad, donde antes había un teatro que creo que se llamaba Quijote. Ahí se hizo la primera actividad pública de Juventudes Políticas, con un acto que movilizó a 400 personas. En esa época creíamos que era normal que la gente participara”, recuerda el actual concejal Walter Gispert, que participó del MOJUPO.

“Los trabajadores de la Cooperativa participábamos en ese Movimiento de Juventudes Políticas que tenía un objetivo muy claro: devolverle al pueblo, devolverse a sí mismo, el ejercicio de la democracia. Este contingente de personas tenía un pensamiento muy ligado a los derechos humanos más políticos que habían sido conculcados y que habían traído una cuota de horror terrible para toda la sociedad”, menciona Eguiguren, que representaba al Partido Comunista dentro del MOJUPO.

“El Movimiento de Juventudes Políticas fue una utopía –sostiene Alberto del Cura, referente del radicalismo-. Hay un montón de gente con la cual trabajábamos. Y empezamos a luchar por lo que creíamos que era justo, porque no nos arrebaten un bastión que era la Cooperativa”.

Y añadió: “Aquí había una conducción que manejaba a la Cooperativa a su antojo, sin pensar en las necesidades del pueblo. Había cosas positivas, pero también muchas cosas negativas. Era la lucha que tenía por el poder para creerse dueños de la cosa. Y esta Cooperativa es el pueblo, de la comunidad, de todos”.

“En aquel tiempo se militaba con muchas ganas –afirma Jorge Lassaga, integrante del MOJUPO por la UCR-. Con ganas de hacer cosas, de debatir. Se abría la democracia. Lo que menos pensábamos era en puestos. No teníamos vocación de poder. Un conflicto gremial dentro de la Cooperativa fue lo que disparó esta unión”.

Lassaga fue trabajador de la Cooperativa hasta 1983 y fue presidente de la primera comisión “Pro-Gremio”. “Fui secretario del ingeniero Eguiguren por muchos años. Creo que de ahí me vino la inquietud política. Más allá de que vengo de cuna radical, por parte de mi madre. Pero el ingeniero siempre nos fogoneó para participar en política”, relata.

Daniel Perricone era el representante del Partido Intransigente en el MOJUPO. Además, tenía una militancia social en la Parroquia Nuestra Señora del Carmen (vale mencionar también que por aquellos años, la Parroquia San José, con el sacerdote Víctor Acha a la cabeza, también emprendía una intensa actividad comunitaria). “La gesta de la Cooperativa empezó por una cuestión gremial y terminamos pensando en presentarnos en la asamblea”, recuerda.

 

30 años después

Con los trabajadores y trabajadoras al frente de la conducción de la Cooperativa, la institución se fortaleció hasta convertirse en una verdadera referencia dentro del movimiento cooperativo. Lo primero que se hizo fue desarrollar un plan de obras para asegurarse que el agua llegue a todas las canillas de la ciudad. La consigna en aquel momento fue “Agua para todos”. Se extendió la red en todos los barrios de la ciudad, incluso en asentamiento precarios. Dos experiencias emblemáticas fueron la extensión de la red en la costa del río de barrio Miguel Muñoz “B” (en la zona conocida como “La Vizcachera”) y en la calle México de barrio La Quinta Primera Sección.

Los integrantes del MOJUPO participaban de la apertura de las zanjas y luego los trabajadores de la Cooperativa instalaban la cañería. “Se hizo una canilla pública cada dos casas. Con el paso del tiempo, se terminaron haciendo conexiones individuales”, evoca Eguiguren.

Esa acción de extender la red por toda la ciudad significó nuevos enfrentamientos con el gobierno municipal. “Nos decían que con este accionar se estaba fomentando la ocupación de tierras. Nosotros dábamos la discusión en todos los frentes. Por suerte, la Cooperativa en estos largos 30 años ha podido cumplimentar con el 100% de nuestra zona de prestación, con cañería de distribución y con conexiones individuales”, destacó el dirigente.

Otro de los importantes logros de la nueva conducción fue avanzar en la prestación del servicio de agua potable (hasta entonces, el agua que había en Carlos Paz no era apta para consumo humano). Se terminó la planta potabilizadora de agua de Cuesta Blanca (cuya construcción estaba paralizada desde 1960). En la misma línea, también avanzó en la colocación de medidores y a mediados de los ’90 -y con permanentes objeciones por parte del gobierno municipal-, se logró construir el segundo acueducto.

Luego se avanzó en el desarrollo de otros servicios como cloacas, telecomunicaciones en las Comunas del Sur de Punilla, gas natural (en sociedad con el Estado municipal), salud (con el Banco Solidario de Sangre), cultura, educación (brindando la posibilidad de terminar sus estudios primarios y secundarios a quienes quedaron fuera del sistema educativo en su infancia o adolescencia) y comunicación a través de VillaNos Radio.

Se cumplieron 30 años de esa histórica asamblea. De ese cambio de conducción.

Hoy, las banderas de la autogestión, la solidaridad y la justicia social siguen bien altas, y con el desafío de que las nuevas generaciones sigan levándolas.

 

Memoria colectiva

Al cumplirse 30 años de la histórica asamblea que significó un cambio de conducción, la Cooperativa Integral organizó una jornada de conmemoración bajo la consigna: “30 años, con las banderas en alto”.

La actividad tuvo dos momentos. El primero de ellos implicó el desarrollo de talleres en los cuales participó el colectivo de trabajadores de la institución.

Allí se compartieron fotos y documentos históricos con la intención de pensar esa historia desde el presente. El momento propició interesantes intercambios con aquellos trabajadores más antiguos que participaron de esa asamblea. “Somos parte de una generación que fue violentada –dijo profundamente emocionado Juan Zeballos, quien participó de esa asamblea y actualmente se desempeña como coordinador de Relaciones Institucionales de la Coopi-. Una generación cuyo desarrollo fue interrumpido. La Coopi, en alguna medida, es la síntesis de todo lo que hubiera hecho esa hermosa generación si no la hubieran secuestrado, desaparecido, meterle el miedo hasta los huesos, el exilio interno y externo.

“Se viene un cambio generacional, obvio y natural. Y el convite es hacerse cargo de esta historia. Que seamos cada vez más. Para que esta bandera siga hondeando en el tiempo, porque es la bandera de la justicia, de la integración, de la equidad y de la solidaridad. Y no solo para este pueblo, esta bandera tiene  proyección provincial y nacional”. 

El segundo momento de reflexión y conmemoración se dio por la noche, donde participaron los referentes del MOJUPO. Compartieron mesa de exposición Alberto Del Cura, Jorge Lassaga, Walter Gispert, Daniel Perricone, Juan Carlos Sola y Guillermo “Billy” Grosso.

Al recordar la asamblea, Del Cura estableció un parangón con el actual conflicto que el gobierno municipal del intendente Avilés mantiene con la Cooperativa. “¿Con qué derecho piensan sacarnos la Cooperativa? ¿Derecho a qué historia? Si los que hoy tenemos al frente son los mismos que hace 30 años. No quiero ser nominal, pero lean la lista con la cual nos enfrentamos. El papá de Esteban, el tío de Esteban, el Abuelo de Esteban. ¡Fijensé como la historia de repite!”, remarcó.

En esta línea llamó a generar un juramento de defensa de la Cooperativa. “¡Tengan presente que este grupo va a luchar toda la vida! Porque la Cooperativa es de todos”.

 

Nota correspondiente a la edición n° 447 del semanario La Jornada, del 08 de enero de 2017.

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