Por Alejandro Gómez

La imagen que ilustra esta nota fue tapa de la edición gráfica de La Jornada de abril. Autoría de Luis Tórtolo, la imagen parece salida de una película apocalíptica.

La habitualmente bulliciosa y transitada avenida San Martín luce completamente vacía. La persona que la cruza solitariamente aporta un contexto que, aun hoy, es difícil de creer.

La pandemia del Covid-19 fue, sin lugar a ninguna duda, la característica principal de este año diferente a todo lo experimentado.

Pero hubo un antes. También en 2020, aunque parece de mucho tiempo atrás.

Es que hasta fines de febrero la vida transitaba la tradicional ‘normalidad’ de la ciudad como destino turístico.

En ese marco tenían cabida polémicas como la del precio de una picada en la peatonal, y otras más serias como las fallas en el ‘Puente del Centenario’ que pusieron a la ciudad en todos los medios nacionales.

Una afluencia turística mejor de lo esperado daba margen para discutir los porcentajes de ocupación. Mientras, el reclamo por un edificio nuevo de la comunidad educativa de la Carande Carro buscaba abrirse paso en esa frívola agenda veraniega.

Pero todo cambió en marzo.

La irrupción del coronavirus puso a la ciudad, el país y el mundo, patas para arriba.

El viernes 20 de marzo comenzaba a regir el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio, se suspendieron las clases presenciales y la actividad turística se paralizó por completo.

El escenario, inédito, significó un desafío para todos.

En ese tren, el gobierno de Carlos Paz Unido, encabezado por el intendente Daniel Gómez Gesteira, fracasó estrepitosamente.

Dispuestos a suplir gestión con relato, desde el municipio se llevó adelante un absurda denuncia penal contra vecinos que articularon esfuerzos solidariamente para llegar a quienes lo necesitaban en esas primeras semanas cruciales de aislamiento.

Suele decirse que este gobierno está dirigido a control remoto, en alusión al exintendente, Esteban Avilés, quién en verdad maneja las riendas.

Quizá la idea, a la hora de pensar en la estrategia que llevó a Gómez Gesteira (GG) al Palacio 16 de Julio era esa, pero si algo quedó claro en este primer año y medio de gestión es que no resultó. Al menos para la mayoría de los vecinos.

Debilitado y sin liderazgos, el gobierno se encerró de una manera casi infantil, rechazando pedidos de apertura y diálogo de distintos sectores que ponían por encima la necesidad de buscar respuestas a la grave crisis sanitaria y económica provocada por la pandemia.

Y se dedicó a gobernar a través de spots, y breves mensajes en las redes sociales.

Inexplicablemente, en este contexto sanitario, se resolvió aplicar recortes en el área de Salud, mientras en el Concejo de Representantes el oficialismo actuó decididamente para retacear información y ‘proteger’ a los funcionarios que eran requeridos para dar explicaciones.

Como si lo que sucedía fuera poco, Villa Carlos Paz y la región sufrió en setiembre con los incendios que arrasaron con miles de hectáreas de bosque nativo y que llegó a poner en peligro sectores habitados.

El rápido repaso del año encuentra, sobre el final, crisis en la mayoría de los servicios públicos. Crisis generada por el mismo gobierno.

El transporte urbano hoy se presta con un esquema precario y de emergencia, luego de que las autoridades se dieran cuenta de repente, luego de 9 años de apañar a la anterior prestataria, que el servicio que se brindaba era muy malo.

En el gas natural se decidió disolver la sociedad Carlos Paz Gas y el servicio se encamina a ser nuevamente privatizado. En un ‘amague’ de querer sostener la prestación, el intendente anunció la creación de una nueva sociedad con la Cooperativa San Roque, pero fue tan ‘mamarracho’ todo, que ni siquiera pudieron llevar el proyecto al recinto del Concejo para que sea debatido.

Y en diciembre, la famosa ‘Gestión Comunitaria’ lanzó su ataque final contra la Coopi, a la que pretende quitarle el servicio de agua; y también el de cloacas, condenándola a su desaparición.

La irracional decisión crea un problema donde no lo hay, y no solo pone en riesgo el futuro de la institución y más de 400 puestos de trabajo directos e indirectos, sino también a un servicio que se brinda con calidad.

Y todo esto, sin hablar con nadie, en una cruzada casi mesiánica.

A esto hay que sumar la situación del personal de salud municipal que viene realizando asambleas, intervenciones en la vía pública y caravanas para lograr una recomposición salarial acorde a los niveles inflacionarios. Además han solicitado ser reconocidos como personal de riesgo, más en pandemia. Ni la muerte del doctor Julio Cesar Portillo Rossell ha sensibilizado al gobierno de Carlos Paz Unido, que ha decidido hacer oídos sordos y postergar las respuestas a estas justas demandas.

Por estas razones, básicamente, concluimos que 2020 será recordado como el año de la pandemia y, en Villa Carlos Paz, del desgobierno total.

Nota correspondiente a la edición n° 560 del periódico La Jornada, del 30 de diciembre de 2020.

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