A mediados de los 70, la magia mundial, impulsada por la onda expansiva del flower power de San Francisco (Estados Unidos) nos concentraba dentro de la búsqueda de discos de hard rock y música progresiva. Estaba púrpura viajando los sábados negros en velocísimos zepelines alrededor del lado oscuro de la luna, cuando de repente cae en mis manos, no sé el porqué del capricho de la vida, un disco que nunca se me hubiera ocurrido comprar, un disco de intérpretes varios y de música ‘comercial’ (según yo y mis amigos).
Era un disco del Emperador Rosko, este californiano presentador y DJ de radio de la BBC 1, el disco se llama The Rosko Show (hoy lo escucho y no puedo sacar de mi cabeza mi época del secundario) y de a poco me fui enganchando con el disco, con el formato y por supuesto con el soul y el rhythm and blues. Allí descubrí (entre tantos otros) a la hermosa Aretha Franklin, su ‘Rezo una pequeña plegaria’ llegó muy profundo a mi ser… Sin entender la letra ni el sentido de su música, sabía que la morocha era buena y que tenía que tener un disco de ella aunque no fuera de mi catalogo.
El jueves pasado entro al fey y veo un posteo de Mr Barbeito, un recuadro totalmente negro con el nombre Aretha en un blanco puro e inmaculado y no entiendo na’… al segundo me cae la ficha, busco en las noticias y quedo asoretado, no lo podía creer.
Ese día sonó en mi casa durante 24 horas como homenaje a su aporte humanitario y musical esta brillante hermana que me enseñó que solo las plegarias hacen milagros.
Lord Have Mercy
Nota correspondiente a la edición n° 528 del semanario La Jornada, del 20 de agosto de 2018.
