Fuente: Télam
La reciente canonización de la santiagueña María Antonia de Paz y Figueroa, popularmente conocida como Mama Antula, la primera santa de Argentina, jerarquizó el perfil turístico de varios de los sitios incluidos en su derrotero de más de 5.000 kilómetros, aquel que la condujo a Buenos Aires, destinos que se posicionan por estos días como un imán para peregrinos y devotos de todo el país.
Convertido en un punto turístico para conocer más sobre Mama Antula (1730-1799), turistas de todo el país llegan a Santiago del Estero para conocer Villa Silípica, su lugar de nacimiento, según la tradición oral, testimonios y algunos documentos, y donde se encuentra un santuario en su honor, que está abierto todos los días.
Villa Silípica está ubicada en el sur de la provincia, a unos 45 kilómetros de la capital santiagueña, adonde se llega por la Ruta Nacional 9, disfrutando de una frondosa vegetación verde.
En el poblado de no más de 500 habitantes se erige una capilla blanca y de líneas simples de Mama Antula, terminada de construir en 2016 y donde los fieles y turistas experimentan paz y un encuentro muy particular con la imagen de María Antonia Paz de Figueroa.
La escultura realizada en Buenos Aires, con su cruz y biblia evangelizadora, está en el altar junto a otra gran cruz con Jesús hecha de madera; también se puede observar una reliquia, a los pies de la imagen, un pedazo de hueso de Mama Antula donado por la Santa Casa que ella fundó en Buenos Aires.
Además de Santiago del Estero, la santa recorrió a pie casi 5.000 kilómetros por el Virreinato del Perú, a lo largo del territorio de las actuales provincias de Tucumán, Salta, Jujuy, Catamarca, La Rioja y Córdoba y, cuando Buenos Aires pasó a ser el centro del virreinato del Río de la Plata, se instaló en las costas porteñas, donde siguió con los ejercicios espirituales ignacianos.
Tucumán también conserva un poco de ella. La Parroquia Nuestra señora de las Gracias, ubicada en Belgrano 2827, alberga una imagen de Mama Antula y un fragmento de hueso, donado hace unos siete años por Santiago del Estero.
Jujuy, por su parte, alberga reliquias que contienen una parte ósea de la santa, que estuvieron peregrinando por todo el país durante dos años y que, desde noviembre pasado, permanecen de forma definitiva en la Catedral del Santísimo Salvador, de San Salvador.
En Salta, en un hecho inusual en la historia de las peregrinaciones, su catedral recibió restos óseos dentro de una urna que recorrió junto a 12.000 fieles los 275 kilómetros que conectan el corazón del Salar Centenario con la catedral.
Cuenta la historia que en un regreso a Santiago del Estero, Mama Antula y sus peregrinos debieron atravesar la Sierra de Ancasti, en Catamarca, una travesía que nunca habían realizado, y que en el medio del bosque un puma los hizo retroceder a todos, excepto a la santa, quien lo enfrentó y con plegarias logró que se esfume entre la tupida vegetación.
Con su vínculo religioso, uno de los recorridos más visitados es la Cuesta del Portezuelo, en la ladera occidental de la sierra, que también regala las más increíbles vistas panorámicas de San Fernando del Valle de Catamarca, en un camino sinuoso con numerosos miradores,
En la Ciudad de Buenos Aires, hay dos lugares clave que formaron parte del derrotero de Mama Antula, una de ellas es una construcción colonial que logró levantar solamente con donaciones y que se habilitó en 1799, mismo año de su fallecimiento, y la otra es una basílica de estilo neorrenancentista donde descansan sus restos.
Ubicada en pleno corazón de la ciudad de Buenos Aires, la Santa Casa de Ejercicios Espirituales se presenta como un oasis de paz para los devotos de Mama Antula, quien falleció en una de las 45 habitaciones que conforman una de las construcciones más antiguas de la ciudad y donde aún se organizan retiros espirituales y visitas guiadas.
El predio, que ocupa casi toda una manzana, en avenida Independencia 1190, tiene ocho patios con faroles que dirigen a las capillas, un comedor, una cocina, capacidad para 1.200 ejercitantes y un espacio donde funciona el “refugio de María”, donde viven mujeres en situación de calle de manera temporal
La habitación en la que vivió y murió Mama Antula conserva algunos elementos personales como una túnica, su tradicional bastón con forma de cruz que llevaba consigo a todos lados, y un leño que fue utilizado como señal en el sepulcro de la beata.
A unas 12 cuadras de allí, en el bullicioso barrio porteño de San Nicolás, se emplaza la Basílica Nuestra Señora de la Piedad, una de las primeras parroquias de la ciudad y donde la beata se refugió tras llegar a Buenos Aires por un camino que ahora conforma la avenida Rivadavia y que en ese entonces era la ruta de esa época.
En un altar ubicado sobre el lado derecho de la basílica de Bartolomé Mitre 1523 y que cuenta con registros parroquiales desde 1769, yacen los restos de la santa, junto a una puerta con cinco vitrales colocados por sus descendientes, que representan el legado de la beata.
En la provincia de Buenos Aires, la cultura de las localidades se enriquece con tradiciones religiosas y eventos que reflejan la esperanza y la comunidad, como la ciudad de Navarro que entrelaza la fe con paisajes rurales.
Esta ciudad, enclavada en el suroeste de la provincia de Buenos Aires y que invita a descubrir una belleza particular que mixtura espiritualidad, historia y paisaje rural, despliega a lo largo de su laguna una docena de estaciones que reconstruyen la historia de la santa argentina.
Además, una escultura de madera rinde su homenaje a Mama Antula, a quien se le atribuye la curación de una monja afectada por una inflamación de vesícula biliar y de un hombre santafesino que había sufrido un accidente cerebrovascular.
Es posible, además, encontrar imágenes, retablos y capillas dedicadas a María Antonia en Córdoba, en la Parroquia San Cayetano, en Río Cuarto, y la Basílica La Consolata, en Sampacho; en Santa Fe, en el Santuario Nuestra Señora de los Milagros y en la catedral.