Ella, Él, Nosotrxs: El lenguaje y el sexismo

Desde hace unos años, el feminismo, las organizaciones sociales, algunos medios de comunicación y ciertos sectores políticos -especialmente de la izquierda-  vienen insistiendo en la necesidad de cambiar nuestra forma de usar el lenguaje de manera que no contribuya a la invisibilización de las mujeres y de las disidencias sexo-genéricas. Pero esto no es una novedad del posmodernismo. En 1973, recién iniciada la segunda ola del feminismo, se planteó una reflexión académica en torno a la relación de hombres y mujeres con el lenguaje y sus usos.

Esa reflexión parte de la idea de que el lenguaje es una manifestación de la cultura, una construcción social y como tal, refleja los prejuicios presentes en nuestra sociedad y condiciona nuestra forma de ver el mundo. Esos prejuicios son sexistas en la medida que  expresen puntos de vista que mantengan desigualdades entre los géneros; en tanto oculten, subordinen y/o excluyan a las mujeres.

Vivimos en una cultura androcéntrica, es decir, una cultura que le otorga al varón y a su punto de vista una posición central en las sociedades, la cultura y en la historia. Por ende, si el lenguaje es un producto de una sociedad androcéntrica, no debería extrañarnos que refleje una realidad discriminatoria.

Este androcentrismo del lenguaje nos ha enseñado a emplear el masculino como universal; como medida, norma y referencia. Y aunque la Real Academia Española legitime la regla del uso del genérico masculino, el lenguaje no es algo estático sino que cobra sentido con el uso que le damos. Lo que no se nombra no existe y el hecho de que las mujeres no tengan una representación en el lenguaje contribuye a su invisibilización. De ahí la necesidad, a fin de lograr el objetivo de la igualdad entre sexos, de direccionar el lenguaje hacia un uso inclusivo y no sexista.

“Para mí el lenguaje es una forma de intervención política y poética, nos constituye y más que pensarlo como instrumento de comunicación, como suele ser presentado, es un modo de hacer cuerpo, nos constituímos como sujetos e identidades en el lenguaje. Las palabras cargan normas y a su vez encontramos en ellas las posibilidades de otras vidas”, plantea Val Flores, escritora, profesora y activista lesbiana feminista.

Por lo tanto es importante, para la lucha de la igualdad sexual, desnaturalizar ese “falso universal” masculino (individual como colectivamente) y ver al lenguaje como una apuesta política cuyo fin es visibilizar otredades.

 

VillaNos Radio

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