La Municipalidad de Villa Carlos Paz, a través de la Subsecretaría de Agua y Saneamiento, declaró el Alerta Naranja en el servicio de agua “debido a las actuales condiciones climáticas y la disminución de caudales de los ríos, producto de la escasez de precipitaciones”.
Siguiendo este lineamiento, las comunas del sur de Punilla, que también se proveen del río San Antonio, tomaron medidas similares.
En este marco, se insta a los vecinos a realizar un uso responsable y consciente del agua potable, evitando el uso de mangueras para riego, lavado de veredas, patios y autos, así como el llenado de piletas y cualquier actividad que implique un derroche de agua.
En Villa Carlos Paz, la decisión se tomó el pasado 13 de septiembre, bastante antes de lo habitual en otros años. Por ejemplo, en 2022 fue en noviembre, y el año pasado en octubre.
Esto habla a las claras de un contexto climático muy complejo.
Marcelo García, profesor de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la UNC e investigador del CONICET, advirtió que se prevé que la sequía se extienda hasta enero, con precipitaciones por debajo de lo habitual.
“En Córdoba tenemos un clima con estación seca, lo cual significa que es normal pasar entre cuatro y cinco meses sin lluvias. Sin embargo, los modelos actuales indican que estaremos por debajo de la media incluso hasta enero”, explicó, basándose en datos del Servicio Meteorológico Nacional.
La situación se agrava especialmente en aquellas localidades que dependen de ríos para su abastecimiento, como Villa Carlos Paz, a diferencia de las ciudades que cuentan con embalses, las cuales pueden enfrentar la sequía de manera más efectiva.
Sistema de alertas
La ordenanza 6744, sancionada en 2021, estableció un sistema de alertas para el servicio de agua que tiene en cuenta distintos factores, como el tirante de agua sobre las rejas de captación superficial del azud de Cuesta Blanca, el caudal de salida de la Planta Potabilizadora de Cuesta Blanca y la presión en el final de los acueductos troncales.
El sistema fijó tres niveles de alerta: amarillo (estado normal), naranja (disminución constante de los caudales del río y aumento del consumo en la demanda de la ciudad ante falta de lluvias u otro inconveniente del servicio) y rojo (módulo del río insuficiente para garantizar los caudales necesarios; dificultades en la captación e imposibilidad de prestación básica del servicio).
La Alerta Naranja que rige por estos días implica un aumento de los controles y la posibilidad de disminuir la cantidad de días permitidos para riego de jardines y lavado de veredas, y la recomendación de evitar el derroche de agua.
La Roja, en tanto, supone la declaración de la Emergencia Hídrica, circunscribiendo el uso del agua solo al consumo humano y habilitando sanciones para quienes no cumplan. Y aunque muchas veces es necesario tomar esta decisión, desde el municipio la histórica postura es evitarla a toda costa hasta que la situación ya sea insostenible, entendiendo que, desde el punto de vista de la promoción turística, el mensaje es negativo.
Preocupación y críticas
La preocupación no solo tiene que ver con la cuestión climática. Desde que el municipio se hizo cargo del servicio de agua, las deficiencias en la gestión del recurso hídrico se hicieron cada vez más evidentes. Las sistemáticas y ya habituales roturas en el acueducto, los problemas de abastecimiento y la disminución de la calidad del agua distribuida dan cuenta de ello.
Además, el publicitado plan de mejora de la infraestructura para garantizar una prestación de cantidad y calidad brilla por su ausencia, o avanza a pasos lentísimos, en el mejor de los casos.
Un ejemplo: con una inexplicable demora, recién en la sesión del jueves pasado del Concejo de Representantes se aprobó por unanimidad el proyecto para instalar en la cooperativa San Roque de Villa del Lago un sistema de filtros autolimpiantes con miras a la utilización de agua del arroyo Los Chorrillos.
Sin embargo, y como muestra de su cerrazón, en la misma sesión el oficialismo bloqueó una propuesta del bloque de Juntos por Carlos Paz que apuntaba a crear el programa “Estiaje y acción comunitaria”, con el objetivo de sensibilizar a los vecinos de la ciudad respecto a la escasez de agua, derivada de la reducción de las precipitaciones y la importancia de adoptar medidas de cuidado del recurso.
Tras la declaración de la Alerta Naranja, el concejal Daniel Ribetti (JxCP) recorrió la semana pasada la planta potabilizadora ubicada en Cuesta Blanca, advirtió sobre la “crítica” situación en el servicio de agua tanto en Villa Carlos Paz como en las comunas del sur de Punilla, y responsabilizó al municipio por no tomar medidas para garantizar el abastecimiento.
Ironizó, en este sentido, sobre “la inversión millonaria que ha hecho el gobierno de Carlos Paz Unido para proveer de agua a la ciudad”.
“El plan de contingencia: un manifold y tres bombas sumergidas, la respuesta del intendente tras 13 años de gestión ante la crisis hídrica en Villa Carlos Paz. La verdad es que nos deja más preocupados que tranquilos”, reconoció.
“Existe una preocupante falta de planificación y gestión por parte del municipio. La vulnerabilidad del sistema de abastecimiento, que depende casi exclusivamente del río San Antonio, pone en riesgo tanto a los residentes como a la principal fuente de ingresos de la ciudad: el turismo”, afirmó.
Por último, Ribetti cerró con una fuerte crítica al gobierno local, señalando que se enfoca en cuestiones “superficiales y cosméticas” en lugar de abordar la crisis del agua. “Mientras Avilés intenta distraernos con la bandera de Carlos Paz y el cambio de la fecha de fundación —dos medidas prohibidas por la Carta Orgánica—, la ciudad se deshidrata gota a gota, año tras año. Como concejal, es mi deber advertir a la población sobre lo que está sucediendo y lo que vendrá. Esto no es fortuito ni accidental; está ocurriendo ante nuestros ojos, en tiempo real, durante su cuarto mandato como intendente. Si no comienza hoy mismo a trabajar en alternativas para la provisión de agua potable, en pocos años estaremos todos al borde del colapso”, planteó.
Apuntes
La crisis hídrica y un avilesismo “atado con alambre”
El suministro de agua potable en Villa Carlos Paz y sus alrededores se encuentra en crisis, no sólo por la sequía, sino también debido a las constantes roturas del acueducto principal. En lo que va del año, al menos cinco incidentes importantes han dejado a gran parte de la ciudad sin agua, afectando tanto a los barrios del centro como a los más periféricos, donde la situación es aún más alarmante por la falta de infraestructura básica para garantizar un acceso regular al agua.
La explicación oficial siempre apunta al “mantenimiento” del acueducto, deslindando responsabilidades y apuntando a la anterior prestataria, pero la repetición de este problema genera dudas entre los vecinos sobre si realmente se están haciendo las reparaciones necesarias o si se están aplicando soluciones temporales que solo postergan la crisis.
Mientras tanto, la situación es cada vez más crítica conforme se acerca la temporada de verano.
Prioridades cuestionadas
En un contexto de sequía y con el Lago San Roque alcanzando niveles históricamente bajos y contaminados, la gestión avilesista ha sido fuertemente criticada. A pesar de las necesidades urgentes de infraestructura hídrica, la administración parece concentrarse en proyectos simbólicos, como la creación de una bandera para Carlos Paz (ver página 3). Esta iniciativa ha sido ampliamente criticada por desviar la atención y los recursos de problemas más urgentes, como garantizar el acceso al agua potable.
¿Qué pasa con los barrios?
Los barrios periféricos son los más perjudicados en esta crisis. Mientras las roturas del acueducto afectan a los vecinos del centro de la ciudad, las zonas más alejadas permanecen sin acceso adecuado al agua incluso en condiciones normales. La gestión actual parece priorizar las soluciones mediáticas, pero deja a los barrios más vulnerables sin respuestas reales.
La gestión “atada con alambre”
Con un lago en descenso, incendios que arrasan la región, y la lluvia ausente, la falta de planificación y las constantes excusas de “mantenimiento” reflejan una gestión que parece “atada con alambre”.
La pregunta que queda en el aire es: ¿hasta cuándo seguiremos esperando que el sistema colapse por completo antes de que se tomen medidas reales?
Los vecinos de Carlos Paz demandan una gestión que garantice no solo la provisión de agua hoy, sino también a largo plazo, y que deje de priorizar gestos simbólicos mientras la infraestructura crítica colapsa.
Es hora de que el foco de atención esté en las necesidades reales de los habitantes, y no en medidas superficiales que no abordan los problemas estructurales que enfrenta la ciudad.
Nota correspondiente a la edición n° 603 del periódico La Jornada, del 25 de septiembre de 2024.