Tras arduos análisis, el Gobierno de Irlanda había solicitado, vía plebiscito, a la ciudadanía, que se pronunciara sobre la eliminación de la llamada “Octava Enmienda”, incluida en 1983 en la Constitución, y que garantiza de igual manera el derecho a la vida del “no nacido” y de la madre.
Cualquier comparación con Argentina, y el debate que se produce en el Congreso, no es pura coincidencia.
Así ha propuesto una ley de plazos con interrupción libre hasta la semana doce y por riesgo físico o mental para la mujer o riesgo para el feto antes del parto o poco después del mismo.
Este sábado, con la población concurriendo a las urnas, el resultado fue histórico: más del 66 por ciento de los irlandeses, apoya la despenalización del aborto y la interrupción voluntaria del embarazo.
De acuerdo con esta previsión, la ley promulgada en 2013 por el Ejecutivo del Fine Gael, la primera en la historia de Irlanda, solo permite la interrupción del embarazo en las circunstancias excepcionales citadas, una situación que cambiará radicalmente antes de finales de este año.
Según sondeos a boca de urna, el único grupo de edad que dijo “no” fue el de los mayores de 65 años, el 58 %, un resultado que los expertos atribuyen a la influencia que mantiene la Iglesia católica en ese sector de la población, a pesar de los escándalos de abusos sexuales a menores.
La diferencia entre las zonas urbanas y rurales también fue significativa, pues aunque ganó el “sí” en ambas, con el 72 y 63 % respectivamente, el estudio demuestra que el electorado sigue siendo más conservador fuera de las grandes ciudades, donde se concentran la población más joven.