Por @modoviaje.ok
Y un buen día, llegamos a la capital mundial de la salsa, a Santiago de Cali, Colombia. Un lugar que nos sorprendió a cada paso. Sus grafitis, llenos de mensajes profundos y la calidad de cada caleño con los que nos cruzamos, fueron la carta de presentación de esta ciudad que es la tercera en importancia en Colombia, detrás de Bogotá y Medellín.
Cali es la puerta de entrada al Pacífico; es patrimonio afrocaribeño, con historia, cultura, sabores, tradición y con sus gatos. Sobre la margen izquierda del río Cali se encuentra una de las esculturas más emblemáticas y curiosas de la ciudad: El Gato del Río, una obra de Hernando Tejada, que mide 3,5 metros y que fue donada en 1996 cuando comenzó el embellecimiento de la ribera del río. Dicen que el gato representa al hombre caleño: coqueto, nocturno, parrandero.
Diez años después, en el mismo proceso de recuperación de la ciudad, el parque aledaño al Gato se llenó de esculturas de gatas creadas por 15 artistas. Hay muchas interpretaciones sobre esto. Una de ellas cuenta que las obras son un homenaje a las hermosas mujeres de Cali. Las otras, forman parte de la imaginación de cada caleño.
A Cali hay que descubrirla en sus mercados, en sus calles, en sus museos y en su comida (imperdibles la lulada, el chontaduro, el pandebono).
Lo mejor: visitar la Alameda, la Plaza del Mercado para sumergirse por la cultura local, gastronómica y artística. Hicimos la ruta de los colores y los sabores a través de los puestos que orgullosamente muestran las terceras y cuartas generaciones de familias que se han dedicado a producir y vender productos de altísima calidad.
Nunca habíamos visto tanta variedad de frutas, de colores y tamaños tan exuberantes. Degustamos comidas y bebidas y participamos de una cata de café. Por favor, qué ambiente tan bonito.
La ciudad vibra al ritmo de la salsa, la música originaria de Cuba que Cali ha dado a conocer en el mundo. El estilo caleño es reconocido internacionalmente y los mejores cantantes y bailarines de salsa son de allí. La plaza Jairo Varela, con su trompeta gigante en homenaje al grupo Niche es un emblema de la ciudad. Debajo de las trompetas suenan los éxitos de este grupo mítico. Sólo hay que meterse debajo y dar unos pasos de baile antes de cruzar al museo de Jairo Varela.