En el cerro Otto, uno de los iconos naturales de la ciudad rionegrina, se encuentra el que fuera hogar del mítico andinista Otto Melling, impulsor para muchos de sus discípulos de la práctica del esquí en el centro turístico invernal por excelencia del país, y creador de la primera escuela de esquí de Sudamérica.
La historia es tan fascinante como lo es el ascenso al refugio por uno de los senderos más bonitos de la ciudad, bautizado “el filosófico”, que era utilizado todo los días por Otto Melling y que entre descanso y descanso le permitía meditar y soñar sobre la vida.
Hay diversos caminos para llegar hasta el refugio; se puede optar por el telesférico que tiene base en el kilómetro 5, para después bajar caminando desde la cumbre hasta el refugio Berghof.
El camino, mientras se realiza el ascenso, regala varias de las vistas más espectaculares de Bariloche, adivinándose en el horizonte la isla Victoria, la isla Huemul y la parte intangible del Parque Nacional Nahuel Huapi
Pero el Complejo Teleférico Cerro Otto ofrece varias opciones turísticas -hasta un museo donde se exponen figuras a tamaño natural de esculturas de Miguel Angel, como el famoso David- además de la confitería giratoria, por lo que es más bien una excursión en si misma.
Para los que gusten de caminar, la mejor opción es la picada vieja al refugio que nace en el km. 4,8 de la avenida Los Pioneros, con un inicio está marcado por grandes pinos que bordean de ambos lados una calle que asciende por el cerro y más arriba, cuando hay que doblar a la izquierda e internarse en la vegetación, se afina hasta volverse una picada.
El camino, mientras se realiza el ascenso, regala varias de las vistas más espectaculares de Bariloche, adivinándose en el horizonte la isla Victoria, la isla Huemul y la parte intangible del Parque Nacional Nahuel Huapi.
En medio el camino se encuentra el centro invernal de Piedras Blancas, donde los visitantes pueden disfrutar de los trineos, realizar zipline -un vuelo de más de 1.500 metros por la montaña-, snow zafari, y esquí para principiantes.
También se encuentra el centro de esquí nórdico, que es el esquí de travesía.
“Otto siempre hacía esta picada caminando; la franja que baja de la cumbrecita hasta abajo del pinar es comprada por Melling en 1930, donde construye su hogar”, contó Fidani.
El viejo refugio sufrió un voraz incendio hace cuatro años -y del que hoy queda lo que fue una terraza con vistas paradisíacas del lago- en un sendero que Fidani calificó como “uno de los que definen a Bariloche, ubicado en un bosque de lengas de 40 metros de altura”.
“Después del incendio se hizo un acto cultural para ponerlo en valor. Se hizo un ciclo cultural durante dos años, al aire libre, y después con donaciones y el dinero del seguro, se construyó la primera parte del refugio”, precisó Fidani.
“Hemos plantado unos mil plantines de lengas y quitamos las especies exóticas para que en 20 años, este sitio esté como era originalmente”, explicó.
“Para nosotros es un lugar sagrado. Construida en 1937 acá funcionó la primera escuela de esquí de Sudamérica con el nombre del Cerro Tronador, un lugar que era muy preciado por Otto Melling”, detalló el guía de montaña y actual concesionario.
Ahí se pueden descubrir esquíes de madera que eran fabricados por el pionero, sin cantos y con fijaciones de correa, además de fotos históricas y los diferentes enseres para vivir.
“Nosotros le aportamos una visión turística genuina sobre un Bariloche recostado en la montaña”, explicó Fidani mientras asciende con un grupo de periodistas invitados por la subsecretaría de Promoción Turística Nacional dependiente del Ministerio de Turismo de la Nación.
En la coqueta edificación, poco metros más arriba de la casa de Melling, se pueden saborear exquisitos platos locales en un ambiente al puro estilo montañista.
Además de la posibilidad de comer o tomar un chocolate caliente, tanto e su interior como en su exterior, en el lugar se ofrecen tres actividades típicas de montaña acompañadas por eventos culturales.
Estas son el “Viaje en el Tiempo”, con trekking nocturno alumbrado a la luz de las velas y la luna; “Chocolates con historia”, con actividades culturales con música clásica, tango, jazz y/o folclore; y la “Aventura Panorámica”, en la que los colores y aromas de todas las estaciones del año ofrecen un paisaje diferenciado.
Télam