Del triunfo electoral al Gobierno, los días previos a la asunción de Alfonsín como Presidente

Fuente: Télam


Por Leonardo Castillo

Tras el histórico y resonante triunfo que la UCR obtuvo en las elecciones presidenciales del 30 de octubre de 1983, Raúl Alfonsín comenzaba con el armado de su gabinete, mientras negociaba la transición con una dictadura militar en retirada en una Argentina que intentaba dejar atrás la larga noche del terrorismo de Estado en medio de un dificultoso contexto político y económico.

Un día después de haber ganado las elecciones, Alfonsín se reunió con Ítalo Argentino Luder, quien había sido el candidato presidencial del justicialismo en esas elecciones.

Como un gesto de convivencia democrática, el presidente electo le ofreció a Luder la titularidad de la Corte Suprema de Justicia, pero el dirigente peronista declinó la propuesta.

El líder radical le ofreció entonces la presidencia de la Corte a Genaro Carrió, un jurista de prestigio que había integrado la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

La composición del máximo tribunal que reemplazaría a la Corte de la dictadura se completaría con Carlos Fayt, Enrique Petracchi, Augusto Belluscio y José Severo Caballero.

Poco después de encontrarse con Luder, Alfonsín se trasladó a su Chascomús natal, y en una estancia de esa localidad, comenzó a definir la integración de su gabinete.

El 8 de noviembre, el mandatario electo anunció el elenco ministerial que lo acompañaría en el desafío de refundar la democracia en Argentina.

Antonio Trocolli, antiguo rival de Alfonsín en la interna de la UCR, fue designado como Ministro de Interior y Bernardo Grinspun quedó al frente de la cartera de Economía.

Dante Caputo, un militante de Renovación y Cambio formado en Francia y con aceitados contactos con la socialdemocracia europea, se quedó con la titularidad del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto.

Raúl Borrás quedó al frente de Defensa; Carlos Alconada Aramburu en Educación y Justicia; Antonio Mucci en Trabajo; Aldo Neri en Salud y Acción Social; y Roberto Tomasini en Obras y Servicios Públicos.

En tanto, Germán López quedó a cargo de la Secretaría General de la Presidencia; Roberto Pena de la SIDE y José Ignacio López resultó designado como vocero.

Luego de rechazar varios cargos ministeriales, el veterano dirigente radical Juan Carlos Pugliese fue elegido para ser el presidente de la Cámara de Diputados.

Tras confirmar el gabinete, Alfonsín se trasladó a una quinta en la localidad de Boulogne, donde comenzó a ajustar los detalles de la transición con las autoridades de facto salientes del Gobierno que encabezaba el general retirado Reynaldo Bignone.

En ese lugar, el presidente electo también recibió a dirigentes de otros espacios políticos como Enrique de Vedia, de la Democracia Cristiana, y Oscar Allende, del Partido Intransigente.

También llegó a esa quinta el gobernador electo de La Rioja, Carlos Menem, quien intentaba arrimarse a Alfonsín en medio de la interna peronista desatada tras la reciente derrota electoral.

Menem era parte de un grupo de dirigentes que consideraba que la conducción del peronismo en manos del dirigente metalúrgico Lorenzo Miguel y del caudillo de Avellaneda Herminio Iglesias debía dar un paso al costado para permitir una renovación, algo que se plasmaría dos años después con la conformación de una línea interna que lideraría Antonio Cafiero.

Mientras tanto, se negociaba la entrega del Gobierno con la Junta Militar, que en principio había propuesto realizar el traspaso en mayo, luego en marzo y finalmente, por indicación de Alfonsín, se convino que se efectivizara el 10 de diciembre.

La fecha elegida era emblemática, pues se trataba del aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos formulada por las Naciones Unidas en 1948.

A mediados de noviembre, Alfonsín se instaló en el hotel Panamericano, en la calle Carlos Pellegrini, donde recibió a todos los actores políticos, sociales y empresariales que le pedían una entrevista para conocer su visión del país que se venía.

En el Panamericano, el futuro Presidente recibió a la conducción del justicialismo, que acudió en pleno con la excepción de Lorenzo Miguel.

Mientras tanto, se completaban las segundas y las terceras líneas del Ejecutivo y se definían los cargos en Diputados, donde el radicalismo tenía la mayoría, y en Senadores, dominada por el peronismo.

El 23 de noviembre, el futuro jefe de Estado se reunió con las Madres de Plaza de Mayo, encabezadas por Hebe de Bonafini, quien planteó la conformación de una Comisión Bicameral que investigará las violaciones a los derechos humanos y las desapariciones cometidas por la dictadura.

Alfonsín y la UCR estaban en desacuerdo y pretendían que los militares sean investigados por la Justicia castrense y luego por el fuero federal, como sucedió luego con el Juicio a las Juntas que se sustanció en 1985.

No obstante, en los primeros días del Gobierno radical se impulsó la conformación de la Comisión Nacional para la Desaparición de Personas (Conadep), que elaboró un completo informe sobre la represión ilegal que se conoció como el ‘Nunca Más’, y que sirvió para sentar las bases de posteriores investigaciones judiciales.

Ese encuentro con las Madres resultó cordial, y Bonafini destacó la voluntad de avanzar con las investigaciones sobre los desaparecidos.

Pero con el correr de los años, las diferencias en los criterios y las limitaciones que el Gobierno mostró en el tema determinaron que el vínculo entre Alfonsín y Hebe se deteriorara irremediablemente.

Un día antes de esa reunión, el jefe del Ejército, Cristino Nicolaides, ordenaba la incineración de toda la documentación relativa a la represión ilegal, una medida que se conoció en febrero del año siguiente, cuando en La Pampa se halló un radiograma de la Policía Federal que daba cuenta de esa medida.

En tanto, la cúpula de lo que quedaba de la organización Montoneros anunciaba en una solicitada su intención de regresar al país.

Los líderes de la guerrilla peronista, con Eduardo Firmenich como figura más visible, saludaban al futuro mandatario y prometían “no volver a repetir errores”.

Por su parte, Pugliese les advertía a los integrantes de la organización que “podían volver si no tenían causas penales”, pero les advertía que “no esperaran ser tratados como héroes”.

El 3 de diciembre, Víctor Basterra, el último sobreviviente de la ESMA, era liberado por los marinos que lo tenían secuestrado desde 1979.

Obrero gráfico y militante del peronismo de base, Víctor fue obligado a realizar documentación falsa para sus captores, a quienes retrató en diversas fotos.

Guardó esas imágenes y, al ser liberado, las puso a disposición de los organismos de derechos humanos para que los represores pudieran ser identificados.

Basterra declaró en el Juicio a las Juntas y en los procesos que se abrieron a principios del siglo XXI como parte de la Megacausa ESMA.

El martes 6 de diciembre, la Junta Militar anuncia su disolución y nombra a Bignone como presidente provisional hasta el 10.

Un día después, se reunía el Colegio Electoral, el órgano creado por la Constitución de 1853 para elegir al Presidente y su Vice y que quedó finalmente suprimido con la Reforma de 1994.

Alfonsín era elegido como Presidente por los próximos seis años con el voto de 336 electores; Luder cosechaba 247 voluntades; Allende dos y la misma cantidad recibía Rogelio Figerio, del MID.

Isabel Perón, la viuda de Juan Domingo Perón y expresidenta de los argentinos que por ese entonces se encontraba exilada en Madrid, recibía una adhesión en esa sesión del Colegio Electoral.

El sábado, a las 7.10, Alfonsín recibió a su edecán y, poco después, salió del Panamericano rumbo al Congreso para jurar como Presidente ante la Asamblea Legislativa e iniciar el primer Gobierno de una continuidad democrática que se prolonga desde hace 40 años.

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