Fuente: Télam
Por Silvina Caputo
Exintegrantes de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep) evocaron la importancia ese organismo que tuvo para la consolidación de los procesos de Memoria, Verdad y Justicia, y destacaron la importancia del informe “Nunca Más” como referencia jurídica “ineludible” al juzgar las violaciones a los derechos humanos que se cometieron durante la última dictadura cívico militar, al cumplirse 40 años -el 15 de diciembre de 1983- de la creación de esa entidad por un decreto del entonces presidente Raúl Alfonsín.
El objetivo de la Conadep fue investigar las violaciones de derechos humanos, particularmente la desaparición de personas, ocurridas durante el período del terrorismo de Estado en Argentina.
El organismo estuvo encabezado por el escritor Ernesto Sábato y recibió miles de declaraciones y testimonios, y verificó la existencia de cientos de centros clandestinos de detención en todo el país, y en septiembre de 1984, presentó un informe final conocido como el “Nunca Más”.
La abogada Lucila Larrandart, una de las trabajadoras de la Conadep que se encargó de recibir las denuncias y clasificarlas, expresó, en diálogo con Télam, que “a 40 años podemos decir que el `Nunca Más`, es más importante hoy que entonces, porque fue la base de todas las investigaciones que surgieron luego”.
“Al principio, no era muy entusiasta, pero los acontecimientos posteriores demostraron que nuestra tarea superó ampliamente lo esperado. La Conadep abrió un camino que luego se vio interrumpido cuando vinieron las leyes de impunidad”, señaló la letrada.
Larrandart contó que “al principio”, los trabajadores de la Conadep intercambiaban información de forma “suelta” hasta que verificaron que “había lugares comunes denunciados por las víctimas”.
“Así descubrimos la existencia de más de 300 centros clandestinos de detención. Recuerdo que en algunos casos nos habíamos basado hasta en las mayólicas del baño para hacer las identificaciones. Se trató de un trabajo impresionante. Atamos cabos hasta descubrir la verdad”, completó.
La abogada sostiene que si bien el gobierno de Alfonsín le dio mucha importancia al trabajo de la Conadep, también había mucho temor por parte de sus funcionarios ante las reacciones que el trabajo del organismo podía causar en las filas de las Fuerzas Armadas, y en un contexto en el cual el aparato represivo de la última dictadura se encontraba intacto.
“La Conadep además permitió que, por primera vez, las víctimas confiaran en realizar las denuncias ante un organismo que había sido creado por un Estado que años antes las había perseguido”, remarcó Larrandart.
Entre los testimonios que más recuerda, se encuentra el brindado por el sobreviviente Juan Carlos Escarpati, quien dio precisiones sobre el centro clandestino de detención que funcionó en la unidad militar de Campo de Mayo.
“Juan Carlos estuvo secuestrador nueve meses en Campo de Mayo y parte de ese tiempo lo usó para recolectar pruebas que aportó a la Comisión y que luego resultaron muy valiosas para profundizar las investigaciones”, afirmó.
Por otra parte, la abogada confió que en aquel momento “no había medidas de seguridad ni para los trabajadores de la Conadep”.
Eduardo Schiel, uno de los redactores del `Nunca Más` recuerda que los trabajadores de esta entidad estaban expuestos “al monitoreo continuo” de los militares.
“En mi caso, como tenia que redactar el informe, me pusieron en una oficinita con una caja fuerte, en la cual recolectaba documentos. Pero a veces desaparecían o les hacían tachaduras. Era una situación extraña, porque la llave la tenia la presidencia de la Conadep. Entonces, con la venia de Graciela Fernández Meijide, empecé a sacar fotocopias, y me las llevaba a mi casa o las escondía dentro de esa misma oficina. Una de las cosas que me desapareció completa fue el capítulo de la Esma”, recordó Schiel.
El redactor del “Nunca Más” estuvo detenido en un centro clandestino de detención en agosto de 1976, y luego, al ser “legalizado” por la última dictadura pasó por varias cárceles.
“Todos los que participamos de la Conadep tenemos el orgullo de haber entregado al país un documento que quedó en la historia y que ayudó a esclarecer lo sucedido durante la represión ilegal. Se trató de una contribución que sirvió para empezar un camino en el mundo”, subrayó.
En tanto, Emilio Crenzel, sociólogo e investigador principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) expresó en diálogo con Télam que “la Conadep fue una experiencia exitosa que trascendió las fronteras argentinas como un modelo para organismo similares que luego se crearon en distintos lugares del mundo”.
“`Nunca más´, esas dos palabras, siguen siendo hoy la consigna central por la lucha por la memoria en la Argentina, y en buena medida esa situación se la debemos a la Conadep”, analizó.
El informe de la Conadep se convirtió luego en un libro, utilizado como prueba en el Juicio a las Juntas de Comandantes de la dictadura que se plasmó en 1985.
El “Nunca Más” se convirtió en un éxito editorial sin precedentes, y se tradujo al inglés, italiano, portugués, alemán y hebreo.
Entre sus funciones, la Conadep estuvo encargada de denunciar a la justicia cualquier intento de ocultamiento, sustracción o destrucción de elementos probatorios relacionados con los hechos ocurridos durante la dictadura y finalmente, debía emitir el informe final con una explicación detallada de los hechos, a los ciento ochenta (180) días a partir de su constitución.
Estuvo integrada por dieciséis miembros, de los cuales diez fueron elegidos por el presidente en el decreto de creación, tres fueron elegidos por la Cámara de Diputados y otros tres por la Cámara de Senadores, además de cinco secretarios.
Los diez miembros elegidos por Alfonsín, fueron el exrector de la Universidad de Buenos Aires Ricardo Colombres, el médico René Favaloro, el también exrector de la UBA Hilario Fernández Long, el obispo metodista Carlos T. Gattinoni, el epistemólogo científico Gregorio Klimovsky, el rabino Marshall T. Meyer, el obispo católico Jaime de Nevares, el activista de derechos humanos Eduardo Rabossi, la periodista Magdalena Ruiz Guiñazú y el escritor Ernesto Sábato.
Los tres miembros elegidos por la Cámara de Diputados fueron los radicales Santiago Marcelino López, Hugo Diógenes Piucill y Horacio Hugo Huarte. Los tres miembros correspondientes a la Cámara de Senadores nunca fueron designados.