Por Alejandro Gómez
El 7 de junio de 1810 comenzó a circular La Gazeta de Buenos Ayres, el primer periódico de lo que luego sería nuestro país. Fue una herramienta para informar, sí, pero también para generar pensamiento y construir una mirada común en un momento fundacional.

Más de dos siglos después, el periodismo sigue siendo eso: una manera de leer el presente con responsabilidad y compromiso. En La Jornada, elegimos ejercer esta tarea desde una lógica que prioriza el sentido comunitario por sobre cualquier interés particular. Buscamos aportar una mirada atenta y plural.
Sabemos que no hay neutralidad posible, pero sí honestidad intelectual. Y eso implica trabajar con cuidado, chequeando, contrastando fuentes, haciendo preguntas y respetando a quien piensa distinto. No creemos en el periodismo que grita ni en el que acomoda sus palabras al poder de turno. Tampoco en el que solo replica lo que circula en redes.
Apostamos por un periodismo que acompañe, que escuche, que incomode cuando hace falta, pero sobre todo que contribuya a una conversación más rica y más democrática.
En tiempos de algoritmos, fake news y discursos de odio, reafirmamos que el periodismo debe ser un antídoto, no un amplificador. Debe ser un faro, no un espejo deformante.
Este Día del Periodista es una buena ocasión para agradecer a quienes nos leen, a quienes nos acercan su mirada crítica, a quienes confían en nuestro trabajo. También, claro, a quienes cada mes sostienen este proyecto con esfuerzo, profesionalismo y compromiso.
Mientras haya historias para contar, La Jornada seguirá siendo un espacio abierto, atento y en movimiento.