Por Evelina Ramírez

A los 87 años y luego de una intensa vida, falleció el pasado 12 de noviembre la profesora Edith Manera. Dejó huellas en muchas instituciones de Villa Carlos Paz, haciendo un aporte amoroso a la cultura popular de nuestra región.

Nació en Rafaela (Santa Fe) el 3 de febrero de 1932 y desde 1957 vivió en Villa Independencia, el barrio que definió como “su lugar en el mundo”.

Cursó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional de Rafaela. Se recibió de Profesora Superior de Música en la Universidad Nacional del Litoral y cursó el profesorado de guitarra en el Conservatorio Albistur de Buenos Aires.

Se desempeñó como docente de música en los jardines de infantes Manuel Belgrano y Niño Dios de barrio La Quinta; y en las escuelas primarias Presidente Sarmiento de Barrio Obrero y Ricardo Bernabé Fernández de Villa Independencia, donde pasó largos años de docencia hasta su jubilación.

Desde 1972, cuando la escuela Bernabé Fernández cambió de categoría y comenzaban a dictarse materias como “música” y “manualidades, la “seño Edith” brindó su conocimiento a generaciones de niños y niñas que pasaron por esas aulas.

Fue maestra de cultura musical en el Instituto San José de Tanti e integró el gabinete de musicoterapia en la Escuela Especial Mariette Lydis. Fue profesora de Cultura Musical en el Instituto Remedios de Escalada de San Martín y en la recordada escuela Comercial Nocturna del IES.

Fue fundadora del Coro Municipal de Cámara de Villa Carlos Paz y de la Orquesta Municipal de Cámara Tomaso Albinoni de Villa Carlos Paz. También fue organizadora y primera directora del Coro de Niños de la Municipalidad de Villa Carlos Paz. Además, fue directora del Coro Amicizia del Centro Italiano de V. Carlos Paz (Consulado Italiano-Córdoba).

Su entrega y compromiso en cada una de las actividades que realiza, fue palpable. En su incasable tarea de difusión de la cultura, integró en reiteradas oportunidades la comisión de la biblioteca José H. Porto.

También formó parte del Centro Vecinal de Villa Independencia, junto a otros históricos vecinos como Horacio Bardi y Rafael De Simone. Es más, fue suya la idea de que las calles del barrio lleven el nombre de flores.

Reconocida quichuista, ha trabajado denodadamente en el conocimiento y reconocimiento de las lenguas y cosmogonías de los pueblos originarios. Se interesó por estos temas a través de la música folklórica. Hacia fines de los ’80 comenzó a canalizar su inquietud a través del Ateneo Folklórico de Cosquín.

En su extensa trayectoria, cursó Lingüística Regional Quichua en la Universidad de Santiago de Estero e hizo el cursillo de Arqueología y Antropología en la Universidad nacional de Córdoba. Fue ayudante del profesor Domingo Bravo – otro catedrático referente del rescate del quichua- en el Curso de Lengua Regional Quichua (Cosquín, en los años 1988/89/90). También expuso en Congreso de Ciencias Sociales de América- San Luis Potosí (México), entre otras disertaciones que dio en distintas partes del mundo.

Ha publicado varios libros, todos vinculados a la temática quichuista. Así, por ejemplo, encontramos el “Diccionario Semántico Español-Quichua” (Ediciones del Departamento Comunicaciones de la Municipalidad de Villa Carlos Paz 1993), “El Quichua en la Toponimia Cordobesa” (Ediciones Compartiendo el Camino- Villa Carlos Paz 1991), entre otros.

En nuestra ciudad, también llevó adelante el proyecto Sapicunanchisman de enseñanza del Quichua en las escuelas Ricardo B. Fernández (cuarto, quinto y sexto grados), Islas de los Estados (como actividad co-programática) y en la Escuela Primaria de Aplicación del IES.

Se vinculó a la Cooperativa Integral inicialmente brindando talleres culturales de Lengua Regional Quichua y Cursos de Cerámica. Luego se desempeñó en diversos cargos en el Consejo de Administración, siendo su presidenta por varios períodos en los cuales condujo difíciles momentos institucionales.

En un comunicado, la institución expresó sus condolencias y recordó que Edith también alentó la lucha por la defensa de la economía social y la unidad del movimiento cooperativo, en el que también se desempeñó en cargos de conducción en la Asociación Regional de Cooperativas y en instancias superiores vinculadas al Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos y Cooperar.

“Deja un espacio que es compromiso para todos los que compartieron con ella la vida, los sueños, las luchas y los proyectos por una cultura de la solidaridad y el encuentro. La gratitud es el sentimiento que embarga a esta institución, de la que seguirá siendo parte en su memoria”, expresaron desde la Coopi.

En el ingreso a su casa, la histórica vivienda ubicada sobre calle Las verbenas, hay un cartel escrito en quichua que significa “Nuestra esperanza”.

Albergó siempre la esperanza de construir un mundo mejor. Te recordaremos siempre con una sonrisa, querida seño Edith.

Nota correspondiente a la edición n° 547 del periódico La Jornada, del 27 de noviembre de 2019.

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